25 años de historia: Algunos balances del Día de los Patrimonios

25 años de historia: Algunos balances del Día de los Patrimonios

Por: Pia Acevedo | 30.05.2024
Si bien las cifras son sumamente considerables y son miles las actividades, con millones de participantes, sigue siendo necesario preguntarse quienes aún no tiene cabida en esta celebración, y qué contextos permanecen al margen de esta “fiesta cultural”, sobre todo porque ya no hablamos de patrimonio, sino de patrimonios.

En 1999 se celebró por primera vez el día del patrimonio, instancia que fue promovida -en ese entonces- por Marta Cruz Coke (1923-2023) la primera mujer en estar a cargo de la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos (DIBAM) entre los años 1993 y 2000.

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El objetivo de este día fue “consagrar una jornada festiva y de reflexión sobre los valores, el rol u el significado de nuestra herencia cultural y potenciar la difusión, en el ámbito de toda la sociedad, de los bienes que integran nuestro acervo cultural y para incentivar la toma de conciencia de su vulnerabilidad y de la responsabilidad que nos cabe a todos en su protección”(ver link).

Sumado a esto se albergó la posibilidad de incentivar en la ciudadanía la premisa de que el patrimonio cultural no era algo propio de continentes como Europa, sino que en el territorio nacional existía un valioso patrimonio cultural que merecía ser visibilizado, protegido y conocido por todos y todas.

Para dar cumplimiento a esto, además de la DIBAM, participaban el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) y, una vez creado en el año 2003, también el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), todos dependientes del Ministerio de Educación.

Según lo manifestado en más de una ocasión por Marta Cruz Coke (ver link) existía una necesidad de que las personas comprendieran que el patrimonio puede ser cualquier objeto, siempre y cuando se le atribuyera un significado. Así, la relevancia del patrimonio cultural no radicaría en su materialidad, sino en la interpretación que se realizara de ese objeto y en el rol que se le atribuye por parte de las comunidades en sus respectivas identidades.

Como primer esfuerzo la apertura de diversos edificios públicos se perfiló como una forma de fomentar que las personas conocieran estos lugares, que aquello que siempre había estado marginado para la ciudadanía en esta jornada no lo estuviera y pudieran ingresar a algunos edificios que, desde el Estado, se entendían como patrimonio de la nación.

Así, en la primera versión del día del patrimonio se abrieron al público 17 edificios, destacándose el Palacio de la Moneda, la Posada del Corregidor, el Palacio Cousiño y la Intendencia de Santiago, entre otros, todos en el casco histórico de la ciudad de Santiago. La segunda versión contó con 30 edificios abiertos a la ciudadanía y a medida que se celebraba una nueva versión del día del patrimonio la cantidad de edificios aumentaba considerablemente.

En el año 2009, cumpliéndose una década de esta celebración, los bienes inmuebles que se dispusieron al público fueron 109, consolidándose como un “encuentro ciudadano” que año a año iba fortaleciéndose y en el que ya no sólo se visitaban edificios, sino que también se realizaban actividades como rutas patrimoniales, exposiciones fotográficas y una serie de acciones tendientes a relevar el patrimonio cultural de los diversos territorios.

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Otro aspecto que también merece ser señalado es que a lo realizado por el Estado, paulatinamente, se fueron sumando entidades privadas y de la sociedad civil, toda vez que el patrimonio cultural no es exclusivo del Estado, incluyéndose en esta agenda aquellos sujetos, bienes o territorios que hasta este momento no habían tenido cabida, experimentándose así una transformación en la manera en que inicialmente se desarrolló esta actividad. Lo anterior significó el aumento de la oferta de actividades, llegando a cifras considerables como las 2638 realizadas en la versión del 2023.

A lo largo de su cuarto de siglo de existencia el día del patrimonio ha experimentado varias transformaciones que vale la pena revisar. En primer lugar, su coordinación desde 1999 hasta el 2017 recayó en el Ministerio de Educación y los organismos a cargo como la DIBAM, el CMN y el CNCA, sin embargo, en el año 2018 pasó a manos del recién creado Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, estando a cargo de su coordinación el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, organismo que reemplazó a la DIBAM.

En segundo lugar, debido al alto interés ciudadano, se aumentaron las jornadas y de aquél último domingo de mayo que por varios años lideró la agenda como “el día del patrimonio” en el 2018 se dispuso oficialmente del último fin de semana de mayo para la visibilización del patrimonio cultural.

En tercer lugar, otro cambio experimentado fue una variación aplicada a su título, dejando atrás “día del patrimonio” por “día de los patrimonios” en el año 2022. Esto se debió a la intención de evidenciar que a lo largo y ancho del país existen tantos patrimonios como comunidades dispersas por su territorio.

En esta versión del 2024 también hubo algunas incorporaciones significativas como las actividades realizadas en el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN), con especial atención a un público neurodivergente, y la creación de Patrimonito, un personaje basado en el monito del monte, un marsupial endémico del centro- sur del país, que pretende acercar el patrimonio cultural y natural a las infancias.

Como balance, a 25 años de historia, podríamos señalar que esta festividad ha experimentado cambios en relación a una mayor presencia de la sociedad civil en torno a actividades y vinculaciones a nivel territorial, evidenciando la existencia de múltiples patrimonios y con ello la necesidad de que sean relevados en igual condición que aquellos patrimonios de la nación, democratizando así la representación de nuestro pasado.

De otro lado, se ha puesto mayor atención a la inclusión, a las nuevas tecnologías y a la inteligencia artificial, esto último materializado, por ejemplo, en lo realizado por el proyecto Mujeres Monumentales y la presencia de Elena Caffarena en la plaza Baquedano.

A nivel de estudios, desde el año 2019 el Servicio Nacional del Patrimonio, a través de su Departamento de Estudios, ha elaborado informes estadísticos sobre esta conmemoración que permiten contar con datos cuantitativos para posibles reflexiones y análisis en torno a su impacto y significado.

Sin embargo, si bien las cifras son sumamente considerables y son miles las actividades, con millones de participantes, sigue siendo necesario preguntarse quienes aún no tiene cabida en esta celebración, y qué contextos permanecen al margen de esta “fiesta cultural”, sobre todo porque ya no hablamos de patrimonio, sino de patrimonios.

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Debemos, por lo tanto, cuestionarnos si esa pluralidad es tal o debemos seguir trabajando para profundizar la democratización sobre el pasado, pero también sobre los mecanismos y herramientas que debe desplegar el Estado para que esto se cumpla, entre ellos la postergada Ley de los Patrimonios, así como también la disminución en la brecha de género y la mayor presencia de las infancias, entre otras necesarias reivindicaciones.