Déficit de docentes: Otra causa en educación urgente de atender
La semana pasada miles de niños y jóvenes regresaron a los centros educativos del país a retomar sus estudios. La subsecretaria de educación Alejandra Arratia, tras visitar una comunidad educativa que regresaba a clases, realizó un punto de prensa subrayando la política ministerial denominada Reactivación Educativa, indicando que “es una causa país que nos convoca a todos y todas”.
En efecto, el Plan de Reactivación Educativa presentado a inicios de año, ha implicado fortalecer aprendizajes claves como la lectura, afectada en tiempos de pandemia; la convivencia y salud mental, a través de apoyo psicosocial a centros educativos a lo largo del país y el trabajo en habilidades para la vida. Pero también ha buscado que los estudiantes mejoren su asistencia a clases, a través de la revinculación de niños y jóvenes que han desertado del sistema escolar o que tienen ausencias permanentes a clases.
En este último eje la subsecretaria comunicó avances en el trimestre marzo-mayo, subiendo a un 88% de asistencia, tres puntos superiores al año anterior, pero aún por debajo del 91% que se tenía previo a la pandemia. Todos los expertos coinciden lo relevante de asistir a clases para lograr aprendizajes de calidad, sin embargo, quienes asisten regularmente han notado un problema latente: la falta de docentes.
En el segundo semestre, los centros educativos experimentan alza de licencias médicas de profesores, asociado al síndrome burnout (agotamiento excesivo) como indica el Colegio de Profesores, agudizando un problema estructural ligado al déficit de docentes a nivel nacional.
Distintas investigaciones lo han constatado: Elige Educar proyectó un déficit de 26 mil docentes para el año 2025, por su parte Fundación AEQUALIS proyecta déficit de 32 mil docentes para el mismo periodo. La disminución en el ingreso a estudiar pedagogía, la deserción temprana del sistema escolar de profesores noveles, la presión por la medición estandarizada sobre el sistema escolar y el alto número de docentes en edad de jubilar, serían parte de las causas que explicarían este déficit.
¿Qué hacer?
Queda poco más de un año para que se cumplan estas proyecciones y el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH) preocupado por esta realidad, próximamente presentará sugerencias para enfrentar este déficit.
Como profesor y académico que forma docentes, preocupado por el déficit de profesores que indudablemente afectará la formación de ciudadanos para el país, me atrevo a sugerir acciones urgentes en distintos niveles: macro, meso y micro.
A nivel macro, con políticas públicas que propicien mejoras en las condiciones de trabajo docente (tiempo, salario y reconocimiento), junto a nuevos estímulos para el ingreso a estudiar pedagogía.
A nivel meso, los sostenedores/administradores de educación (DAEM, DEM, Fundaciones, Corporaciones, entre otras) debiesen facilitar procesos de inducción y mentorías para apoyar a los docentes noveles, tal como la Ley 20.903 lo indica y que reduzcan la sobrecarga administrativa impuesta a directivos y profesores.
A nivel micro, preocuparse por la salud mental de las y los educadores, estando atentos a como se sienten, valorar su trabajo, disminuir la carga laboral y propiciar trabajo colaborativo, evitando de esta manera deseos de abandono del sistema escolar, pues el abandono agudizará el problema existente, afectando a miles de estudiantes y al sistema educacional en su conjunto.
Parafraseando a la subsecretaria Arratia, las acciones para enfrentar el déficit docente debiese ser “una causa país que nos convoca a todos y todas”.