¿5 horas menos de trabajo son suficientes?
La reducción de la jornada horaria de trabajo remunerado ha sido una reivindicación del movimiento obrero y popular desde sus inicios. La clásica demanda de 8 horas de trabajo, 8 horas de ocio y 8 horas de descanso que se conmemora cada 1 de mayo desde 1886 nunca ha sido cumplida, especialmente para las mujeres que están muy alejadas de trabajar solo 8 horas. En esta línea, es fundamental comprender cómo esta demanda histórica del movimiento de trabajadores/as sigue siendo central y urgente en un escenario de crisis estructural del sistema de acumulación capitalista.
Es importante mencionar que, a pesar de que la lucha por la reducción de la jornada de trabajo en la mayoría del mundo tuvo efectos positivos y su resultado fue la construcción de una legislación laboral que regulara las horas de trabajo remunerado, en la mayoría de los países no se han realizado cambios significativos para reducir las jornadas desde el siglo XIX. Sí, hace más de 100 años.
El sostenido aumento de la productividad en Chile -medida como el Producto Interno Bruto (PIB) con relación a las horas trabajadas- y el mundo, que responde principalmente a los avances técnicos, ha permitido que los/as trabajadoras puedan producir la misma cantidad de mercancías en cada vez menor tiempo. Sin embargo, esto no ha significado mejoras en las condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras, ya que no han aumentado sus ingresos en proporción al aumento de la productividad y tampoco ha disminuido el tiempo de trabajo remunerado de la clase asalariada.
El aumento de la productividad en estos más de 100 años podría haber significado una reducción significativa en la jornada laboral para la clase trabajadora, especialmente para las mujeres, o bien, el aumento de los salarios de trabajadoras/es. Pero esto no ha sucedido, principalmente porque la clase capitalista se ha apropiado de la mayor parte de las ganancias (de la riqueza) que produce la clase obrera (https://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.1177/03098168211054799).
En Chile, de las 8 horas que se trabaja remuneradamente, 5 horas van en beneficio del capital y sólo 3 van a salarios. El país no sólo tiene niveles de desigualdad muy profundos: también cuenta con mecanismos de expolio al trabajo que han mantenido y aumentado la concentración de la riqueza en pocas manos.
Dentro de las propuestas del nuevo gobierno está la de reducción de jornada laboral a 40 horas, pero ¿son suficientes 5 horas de reducción de jornada?
Chile es uno de los países de la OCDE que tiene una jornada laboral más extensa. Además, al ampliar el debate e incluir la Carga Global de Trabajo (CGT) que contiene las horas de trabajo remunerado y no remunerado (como las tareas domésticas y de cuidados), se observa que en Chile hay un grave problema de Pobreza de Tiempo. En el estudio de Fundación SOL “Pobreza de tiempo, desigualdad y reproducción del capital” (https://fundacionsol.cl/cl_luzit_herramientas/static/adjuntos/6744/Pobreza%20Tiempo%20(2020).pdf), para poder dimensionar el uso del tiempo principalmente de las mujeres se trazó una “Línea de la Pobreza de Tiempo” fijada en una jornada y media legal en Chile, es decir, 67,5 horas de trabajo semanal.
Esto quiere decir que si una persona trabaja -remunerada y/o no remuneradamente- más de 67,5 horas a la semana, sería una persona pobre de tiempo. En particular, para el caso chileno se establecen necesarias 8 horas diarias para dormir, 1 hora al día para actividades de cuidado personal (considerando actividades de limpieza, aseo, vestirse, entre otros), 2 horas diarias de transporte y las 9,5 horas semanales de ocio (propuestas por Clair Vickery, en 1977) la semana dispondría de máximo 67,5 horas para trabajos remunerados y no remunerados.
Al establecer este indicador los resultados son desalentadores. Según Carga Global de Trabajo, el 53% de las mujeres que trabajan remunerada y no remuneradamente se encuentran en Pobreza de Tiempo y, para el caso de los hombres, el 36% sería pobre de tiempo; o sea, más del 50% de las mujeres en Chile no tiene el tiempo suficiente para descansar o realizar tareas de autocuidado.
Si trasladamos este indicador sólo para las personas que trabajan remuneradamente 45 horas el escenario, se vuelve más complejo para las mujeres ya que el 59% de ellas son pobres de tiempo. Si establecemos el mismo índice para las mujeres que trabajan 40 horas remuneradamente, casi el 50% de ellas sigue siendo pobre de tiempo. ¿Es suficiente reducir en 5 horas la jornada laboral? Aunque las mujeres trabajaran sólo 5 horas en el ámbito “productivo”, el 10% de ellas seguirían siendo pobres de tiempo por la magnitud de trabajo doméstico y de cuidados que se deben realizar todo el día, todos los días.
Pese a que avanzar en la reducción de la jornada laboral es una buena iniciativa, y este momento parece el más adecuado para su concreción (este proyecto fue encabezado desde 2017 por la entonces diputada Camila Vallejo, actual ministra de la Secretaria General de Gobierno), es fundamental observar dos condiciones: la tasa de ganancia del capital en las últimas décadas y el Uso del Tiempo de las personas; las políticas que quiere impulsar este gobierno deben tener una perspectiva de suficiencia y redistribución real.
Es urgente desplazar el enfoque del tiempo basado en el mercado a uno que permita un buen vivir y ponga en el centro los “tiempos generadores de la reproducción” evidenciando que hay una transferencia de costes de la esfera productiva hacia la reproductiva no remunerada, y un beneficio económico capitalista en términos de utilización del trabajo gratuito de las mujeres en el sostenimiento de la vida, una apropiación del capital del plusvalor de todos y todas las trabajadoras y un exceso de horas dedicadas al mercado que van en beneficio de la propia acumulación.
La socialización de los cuidados, la recuperación de horas para el descanso, el ocio y la comunidad, además de disminuir las tasas de explotación del capital, son tareas urgentes para recuperar el valor del trabajo. La organización del tiempo social que ha sido dictada por el mercado se basa en la apropiación del trabajo de los y las trabajadoras, principalmente de las mujeres, transgrediendo todos los límites de los ciclos vitales.
La tarea es recuperar lo históricamente arrebatado a los y las trabajadoras, para construir horizontes del buen vivir.