Científicos llaman a conservar corredores de vegetación nativa en viñedos de Chile central
Las áreas protegidas no bastan para proteger la naturaleza. La existencia de corredores biológicos que conecten estas áreas naturales y permitan a las especies moverse y adaptarse, es igual de importante. Los corredores de vegetación nativa remanente en viñedos de la zona central de Chile son un ejemplo de cómo el paisaje productivo puede convivir y beneficiarse de dejar corredores de vegetación nativa a lo largo de los cursos de agua para conectar los distintos núcleos naturales protegidos.
Esta es una de las implicancias de un estudio hecho por múltiples centros y universidades en 22 viñedos de la zona central de Chile. El trabajo, publicado en la revista Diversity, encontró que estos remanentes de vegetación nativa en los viñedos funcionan como corredor biológico para distintas especies, muchas de ellas endémicas de la zona. Además de contribuir a la conservación de especies, estos corredores entregan servicios ecosistémicos que potencian la calidad de la producción agrícola.
Estos corredores sirven como hábitat y lugar de paso para aves que pueden ser importantes en el control de plagas, así como de carnívoros que son muy efectivos controladores de conejos; animales que presentan una fuerte amenaza en las viñas. La vegetación nativa contribuye al ciclo hidrológico y a la humedad del suelo, que lo hace menos propenso a incendios. “Varios estudios ya han constatado que incluso se puede perder superficie agrícola en reemplazo de estas áreas naturales, y se compensa totalmente la producción por los servicios ecosistémicos de la biodiversidad que se conserva”, acota Juan Luis Celis, investigador del Instituto de Ecología Biológica (IEB) y uno de los autores del estudio.
“Estos remanentes de vegetación nativa en viñedos tienen un tremendo potencial. Pero hoy en día su conservación depende de la intención de cada predio. El desafío que tenemos por delante es mantenerlos y restaurarlos con un plan de ordenamiento territorial y de paisaje que promueva corredores en las zonas productivas entre las distintas áreas naturales. Así se podrá sustentar más biodiversidad, se mejorará la producción con servicios ecosistémicos y tendremos paisajes más diversos y por ende más resilientes frente al cambio climático. La existencia del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) que hoy se discute en el congreso, podría ser un primer paso para este tipo de planificación”, resume el investigador.
Viñedos y conservación
El ecosistema mediterráneo de Chile entre los ríos Choapa y Biobío alberga muchas especies que solo existen en ese lugar del mundo. También es un sector que ha sufrido grandes modificaciones de su paisaje natural y pérdida de biodiversidad. Los corredores de vegetación nativa estudiados sirven como hábitat para especies del bosque esclerófilo como peumo, boldo o litre, y de distintas aves. Algunas de ellas, como la turca, el churrín o el tapaculo, son muy buscadas por avistadores de aves que viajan desde todas partes del mundo para conocer estas especies.
Estas franjas de vegetación nativa, además de depender únicamente de la intención de cada viñatero, son zonas no tan valorizadas, por lo que no suelen tener planes de control de incendios. El uso de agua para riego y la instalación de ganado también se presentan como amenazas para estos corredores. “Hay muchas de estas franjas vegetales que están degradadas. Para conservar los beneficios que estas entregan, los productores deben pensar su restauración, lo que implica reforestar y sacar el ganado de estos sectores”, recomienda Juan Luis Celis.
Además existen otros incentivos posibles de aplicar para que los productores en viñedos y otros predios elijan conservar estos ecosistemas. “En Sudáfrica los seguros agrícolas son más baratos para los productores que conservan áreas naturales alrededor de sus campos, porque los hace menos propensos a incendios”, ejemplifica el investigador. Según el investigador, los viñateros consultados en el estudio conservaban estas franjas de vegetación en los viñedos para obtener certificaciones ambientales que les permiten exportar a otros lugares.
“Todavía no se pone en valor el beneficio de estos ecosistemas para la calidad de la producción. Hoy en día la mejor forma de producir agricultura a largo plazo y con buenos rendimientos es siendo conservacionista. Es parte de un nuevo paradigma de intensificación ecológica. Cuando uno degrada los ecosistemas, necesita suplementar ese desbalance con herramientas artificiales como pesticidas o pozos profundos para sacar agua. Al restaurar los ecosistemas, los servicios que estos prestan incluso pueden lograr que en ciertos predios ya no sea necesario utilizar estos suplementos”, explica.