Las enfermedades físicas y mentales que puedes evitar durmiendo entre 7 a 9 horas: Cómo trabaja el organismo en la noche
Nuevas investigaciones vuelven a poner en primer plano la importancia del descanso nocturno como herramienta clave para preservar el bienestar físico, emocional y cognitivo.
Aunque dormir sigue siendo percibido por muchos como un acto automático, científicos y especialistas coinciden en que su calidad puede determinar la salud a corto y largo plazo.
A pesar de ello, los datos muestran una realidad preocupante: el 95% de los adultos reconoce que no duerme lo suficiente al menos tres veces por semana, según cifras de Health Intelligence Solutions (HIS).
Esta carencia de descanso no solo perjudica la toma de decisiones o la memoria, sino que también debilita la regulación emocional y la capacidad de afrontar el estrés. A largo plazo, puede contribuir al desarrollo de inflamación crónica y afecciones metabólicas.
¿Por qué es importante dormir de 7 a 9 horas?
Los expertos subrayan que las horas de sueño no son un simple reposo. Mientras dormimos, el organismo regula hormonas esenciales, consolida recuerdos, refuerza el sistema inmune y depura residuos metabólicos del cerebro.
El National Institutes of Health advierte que mantener entre 7 y 9 horas de sueño puede reducir la probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares y mejorar el equilibrio metabólico.
En este escenario, la psicóloga y especialista en higiene del sueño de Emma Colchón, Theresa Schnorbach, recuerda que dormir bien es una forma efectiva de cuidar la salud antes de que aparezcan los problemas.
“Cuando dormimos bien, el cuerpo realiza procesos esenciales de reparación y orden interno. Descansar es una inversión concreta en salud presente y futura”, explica.
¿Cómo impacta la falta de sueño en la salud mental?
Quienes mantienen una rutina nocturna adecuada suelen presentar menor irritabilidad, un estado de ánimo más estable y una mayor tolerancia al estrés, factores que repercuten tanto en la vida cotidiana como en el entorno laboral.
Schnorbach sostiene que la calidad del descanso depende en gran medida de la constancia y de ciertos hábitos diarios.
“El buen dormir no se improvisa: requiere hábitos, consistencia y un entorno adecuado. Cuando la noche se vuelve aliada, la salud entera responde mejor”, concluye.
En ese sentido, recomienda respetar horarios regulares y evitar el uso de pantallas al menos una hora antes de ir a la cama, medidas que ayudan al cuerpo a sintonizar con sus ritmos naturales y mejorar progresivamente la higiene del sueño.