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El voto de los hombres jóvenes por la extrema derecha y el miedo a quedarse atrás
Foto: Ideogram.ai

El voto de los hombres jóvenes por la extrema derecha y el miedo a quedarse atrás

Por: Raúl Zarzuri Cortés | 09.12.2025
Votar por la extrema derecha hoy día, no es solo una cuestión política, sino que expresa un síntoma que se relaciona con la crisis de la masculinidad hegemónica vinculada a una serie de inseguridades en las dimensiones emocionales, económicas e identitarias. Es un voto identitario y defensivo y no debe entenderse como un “voto machista” sino que expresa la crisis que viven los jóvenes.

A nivel internacional, se ha comenzado a observar que los hombres jóvenes asumen posturas más radicalizadas con fuerte inclinación hacia proyectos de la derecha extrema. Ejemplo de esto, es lo ocurrido con el triunfo de Trump donde los/as jóvenes (principalmente blancos de clase trabajadora) fueron determinantes en su reelección. Para que decir de Milei en Argentina, donde el voto joven (masculino y de sectores medios empobrecidos) fue clave para que saliera electo presidente.

La hipótesis que voy a sostener, y que algunos estudios europeos sostienen, es que el viraje observado es una reacción de defensa a la pérdida de certezas frente al avance del feminismo y las transformaciones de género que ponen en entredicho el paradigma clásico de masculinidad. Así, lo que se estaría expresando sería una inseguridad identitaria más que una convicción ideológica.

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Habría que señalar que los hombres jóvenes se han quedado sin un paraguas, sin un guion nuevo que les pueda entregar los significados que para esta época significa ser hombre y cómo ejercer la masculinidad y, esto es aprovechado por los sectores más radicales de la derecha.

Junto con esto, habría que señalar, que al parecer los jóvenes ya no votan por proyecto ideológicos en el sentido clásico, sino por ciertas promesas de disrupción y emociones. Evidentemente este es un fenómeno que inquieta y preocupa, y que se expresa en un reacomodo generacional y cultural.

Diversos estudios en Europa muestran que las generaciones Z y Millenials han comenzado a dar su apoyo a sectores de extrema derecha y que esto es más fuerte entre los hombres jóvenes que en las mujeres jóvenes. En el caso de nuestro país, estudios recientes (UConcepción; UDP) muestran una brecha creciente entre los/as jóvenes, donde se observa que las mujeres están en posiciones más liberales y los hombres transitan hacia posiciones más conservadoras. Algunas encuestas, muestran que desde el año 2021, las preferencias del segmento juvenil por Kast se ubicaban en hombres menores de 25 años (Signos; Panel-Ciudadano UDD; PUC) y bordeaban el 24% de promedio.

Las elecciones presidenciales del domingo 16 de noviembre, al parecer ponen en evidencia esto que he señalado más arriba. Así, al parecer, las mujeres jóvenes apoyaron más a Jara y en menor medida a Matthei, pero un porcentaje significativo de los jóvenes hombres expresaron su apoyo a Kast. A mi modo de ver, esto se va a constituir en uno de los factores relevantes para entender lo que se pronostica como victoria de Kast en diciembre: los hombres jóvenes posibilitaron el triunfo de Kast y esto, es una de las cuestiones que hay que poner atención al observar cómo están participando los/as jóvenes en política.

La pregunta que surge es ¿cómo se puede explicar esto? Actualmente, los hombres jóvenes se enfrentan a una situación de desconcierto debido a la interpelación de los discursos feministas relacionados con los privilegios, las prácticas y modos de socialización masculinos. Las críticas, que tienen mucho sentido y son reales, provocan en estos jóvenes una situación de confusión, porque se ven a sí mismos como personas “que ya no son normales socialmente” solo por el hecho de ser hombres.

Se sienten cargando una culpa por estructuras históricas de dominación sobre las mujeres y, al no tener herramientas para enfrentarlas, se sienten desconcertados generando lo que se puede denominar “resentimiento al feminismo y a las políticas de género” ya que consideran que se los discrimina o se les responsabiliza de todos los males sociales. Como señala un joven en una entrevista: “Parece que todo lo que hacemos es de machistas”.

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Junto con esto se observa una precariedad en otras dimensiones de la vida de los jóvenes: trabajo precario, años de estudios que no se corresponden con los discursos de movilidad social y meritocráticos; un horizonte de futuro donde ven lejos el poder formar una familia, acceder a una vivienda, originando un sentimiento de orfandad de sentido. Y es precisamente en esa orfandad, donde los discursos radicales de la extrema derecha aparecen como una oferta simbólica atractiva, con un discurso que apela a la tradición de la familia, del orden y de una masculinidad que se ha perdido.

Se debe entender que este tipo discursos que aparecen con fuerza en movimientos y partidos de extrema derecha, pero también en redes sociales (Tik-Tok e Instagram, por ejemplo), realizan una socialización política, que podríamos llamar 'tóxica', de los jóvenes.

Estos espacios se habilitan también como espacios de apoyo donde pueden desarrollar una forma de defensa identitaria abrazando las posturas de la extrema derecha, que intenta construir políticas masculinas (supremacía y derechos de los hombres) y que intentan re-masculinizar a los hombres jóvenes. Por lo tanto, que este tipo de jóvenes abrace este tipo de discursos, no es solo una cuestión ideológica. Es la búsqueda de un lugar donde puedan estar a gusto, donde no se les critique solo por el hecho de ser hombres.

Votar por la extrema derecha hoy día no es solo una cuestión política, sino que expresa un síntoma que se relaciona con la crisis de la masculinidad hegemónica vinculada a una serie de inseguridades en las dimensiones emocionales, económicas e identitarias.

Es un voto identitario y defensivo y no debe entenderse como un “voto machista” sino que expresa la crisis que viven los jóvenes en el marco de un cambio epocal donde han tenido que ver el derrumbe de los modelos patriarcales tradicionales que ha desestabilizado las formas tradicionales de pertenencia e identidad. Esto ha provocado una situación de fragilidad y de sentirse a la intemperie, porque no ha emergido un nuevo paradigma masculino al cual aferrarse.

Así, lo que se requiere es proponer un nuevo paradigma de masculinidad en una época post-patriarcal para que los jóvenes hombres no se construyan desde masculinidades toxicas, o sea, desde la reacción, sino desde la igualdad y no encuentren en la extrema derecha espacios de sentido y voten por ella.

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