Campaña presidencial e inseguridad ciudadana (Segunda parte)
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Los resultados de la primera vuelta, como suele ocurrir, dejaron certezas e incertidumbres. Entre las certezas está que la candidatura de Jeannette Jara, con toda probabilidad, obtuvo prácticamente los mismos votos que tenía cuando arrancó la campaña; que la candidata Matthei no genera adhesiones masivas y que Kast, prácticamente sin esfuerzo, capitalizó gran parte de los votos de la derecha de Chile.
Y la gran cuestión pendiente es conocer la motivación real que movilizó a un 20% de los votantes a hacerlo por Franco Parisi, una persona desideologizada, con un discurso más bien plano y que, eso sí, comunica con gran claridad, mensajes cortoplacistas.
Si ponemos el foco en el tema de la seguridad ciudadana, veremos que el análisis sobre este supuesto grave problema de inseguridad que vive Chile, era muy semejante en todos los candidatos y candidatas. Es decir, no solo había acuerdo en que el problema existe, sino en que es lo suficientemente grave como para ser una de las grandes preocupaciones de la ciudadanía.
Y, como analizábamos en el artículo citado, la práctica totalidad de estudios e investigaciones sobre seguridad -nacionales e internacionales-, indican que Chile es de los países más seguros del mundo y que la tendencia de los últimos años es a que la violencia delictual y el crimen organizado están en retroceso.
Y, como es conocido, los mismos estudios sobre seguridad, delincuencia, violencia callejera, etc., indican que Chile lidera los países con más alta percepción de inseguridad. Probablemente esta paradoja está detrás de lo que motivó a muchas personas a votar por Parisi, ya que su discurso, además de ser simple -directo y fácil de entender-, se articula a propósito de la idea de venganza, de acción-reacción, lo que es claramente menos justo, pero sí más motivante.
En este sentido, Franco Parisi fue absolutamente claro en los debates de la primera vuelta: “Todos los candidatos coincidimos en el grave problema de seguridad que vive Chile, cuando yo sea presidente sacaremos los militares a la calle en cada municipio que lo solicite.” (ADNChile 11/11/2025).
El mensaje es simple y muy claro: hay que defender a la gente sacando los militares a la calle, porque la gente quiere que quien tiene las armas y sabe usarlas, los defienda. En esta propuesta, que es claramente bien acogida por muchas personas, no hay referencia a la policía que es quien debe ocuparse de la seguridad interior del país, solo se propone utilizar el recurso más represivo, el más duro, lo que no solo ha de resultar disuasorio, sino que aporta la idea de castigo, de justicia inmediata, de venganza. Este mensaje resulta mucho más efectivo que la maraña de propuestas complejas y hasta estrafalarias de José Antonio Kast, por eso la gente de derecha, al menos respecto de esta cuestión, prefirió a Parisi.
Por otra parte, el deseable -aunque muy complicado de plantear- discurso que desmienta que Chile vive una grave situación de inseguridad ciudadana, no fue asumido por la candidata de la izquierda, lo que terminó por afianzar, al menos entre quienes son muy permeables al discurso del miedo, el voto a Parisi.
En síntesis, los datos objetivos indican que la mayoría de la ciudadanía percibe encontrarse en situación de gran inseguridad y que, como es lógico, necesitan una rápida y enérgica respuesta por parte de las autoridades y, evidentemente, esa respuesta rápida y enérgica necesariamente tiene que ser represiva, porque la mejor alternativa que sería la prevención, requiere de explicaciones y, sobre todo, de tiempo.
En segunda vuelta la situación ha cambiado de forma clara. Ahora se trata de elegir entre dos proyectos de país completamente opuestos. En esta segunda vuelta, José Antonio Kast está obligado a presentar un programa que vaya más allá de la crítica al Gobierno actual, lo que, como lema de impacto, resultó eficaz. Y Jeannette Jara, según se ha expuesto, necesita revertir su discurso sobre seguridad, porque sumarse a la creencia de que Chile vive una situación de grave inseguridad es, además de un error de apreciación, contribuir a una suerte de falsa empatía, de paternalismo.
El debate entre los dos candidatos (ARCHI 3/12), al margen de apreciaciones sobre quién ganó, evidenció en ellos dos aspectos negativos notables: la pobreza, prácticamente absoluta, de reflexión por parte de Kast sobre cualquier tema que no fuera criticar al Gobierno y, por otra parte, la falta de discurso de Jara sobre el asunto de la seguridad ciudadana. Kast plagó sus respuestas de “no sé” y, sobre todo, de “depende”; dio la impresión que ante la pregunta más básica, como puede ser qué hará si es elegido presidente, contestaría “no sé” o “depende”.
Pero ante el tema de la inseguridad su consigna es clara, dice que los delincuentes tienen de plazo para ser expulsados los días que faltan para que él sea elegido, con lo que resuelve dos cuestiones importantes: por un lado, que el problema de la delincuencia se resuelve eliminando a quienes cometen delitos -acción/reacción- y, por otro, que quienes lo hacen son extranjeros -el delincuente es fácilmente identificable-.
Todo el mundo sabe que la criminalidad no se acaba eliminando a los criminales, sino buscando las causas que la originan y previniendo su aparición, de la misma manera que todos sabemos que, ni mucho menos, todos los delincuentes son extranjeros (según cifras de fiscalía -2025-, solo el 10,4% de las personas imputadas en Chile son de origen extranjero), pero este tipo de mensaje es tan simplista como directo y fácil de suscribir.
En cambio, la candidata Jara, que puede enarbolar la bandera de la esperanza, porque Chile es un país seguro, no lo dice claramente, no explica que los problemas del crimen organizado son comunes a todos los países del mundo y que, aunque en todo el planeta -Chile no es una excepción- algunos delincuentes hayan adoptado prácticas muy violentas, eso no implica que se esté en permanente riesgo.
Jeannette Jara, debatiendo con José Antonio Kast dio la impresión de ser la maestra que discute con el más flojo de la clase. Pero, al menos en lo que respecta a la seguridad, no se mostró suficientemente pedagógica.
Si, al menos en una buena parte, esta elección presidencial depende de la capacidad de convencimiento de los candidatos sobre cómo se ha de afrontar el problema de la seguridad ciudadana, Jeannette Jara necesita que la gente (indecisos y votantes de Parisi) entiendan que lo que Chile requiere es consolidar la alta seguridad que tiene, fomentar la prevención y huir de soluciones necias y peligrosas como es proponer armar a la población o sacar al ejército a la calle.
En esta recta final de la campaña electoral, la candidata Jara lleva la ventaja de ser más capaz y poder demostrar, con datos, que sabe gobernar, solo necesita pulir el mensaje sobre seguridad.