Súmate a nuestro canal en: WhatsApp
La obscena xenofobia de cada día
Foto: Agencia Uno

La obscena xenofobia de cada día

Por: Adolfo Estrella | 09.12.2025
La xenofobia institucionalizada es un retroceso civilizatorio. Aunque las teorías progresistas han destacado la dimensión estructural del racismo y la xenofobia estos saberes y posiciones no son asumidos por los partidos y movimientos que las representan. Esto deja un vacío social, político y ético que la ultraderecha llena con sus pasiones tristes.

La expresión "la obscena xenofobia" quiere denunciar que la manifestación colectiva de la intolerancia hacia quienes se han definido como distintos e inferiores ya no es una pulsión social latente, tímida o encubierta, sino que se ha convertido en un fenómeno explícito, desvergonzado, grosero y ofensivo que desborda los límites del pudor y la decencia. 

En todo el mundo, la obscena xenofobia es otra más de las manifestaciones del odio y la crueldad desatada hacia los más débiles por líderes oportunistas, medios de comunicación banales y opinólogos de toda calaña -locuaces, pero perversos- que han encontrado aquí un rico filón económico y electoralista. 

[Te puede interesar] Kast llega al último debate con críticas a indefinición en migración y flanco abierto por posibles indultos a pedófilos

La obscena xenofobia se muestra cotidianamente en discursos, prácticas y políticas, y en comportamientos sociales cotidianos que revisten una crudeza y una agresividad inaceptables. Inaceptables, pero aceptadas, promovidas y esgrimidas por los intolerantes de siempre, ahora envalentonados porque hay una masa social al mismo tiempo receptora y productora -en las redes sociales- de los discursos de odio.   

¿Cómo pasamos del ingenuo, pero hospitalario e identitario -«y verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero»- al brutal y cruel: «Quedan 128 días, que tomen sus bienes, vendan sus enseres, tengan dinero en efectivo y váyanse. Si no lo hacen y los detenemos, se van con lo puesto»? ¿Por qué la identidad nacional quedó en manos de un político ultraderechista, hijo de un militar nazi prófugo que ingresó al país con documentación falsa? ¿Por qué se han normalizado delirios paranoicos como la «invasión por la frontera norte»? ¿Por qué se han normalizado discursos de expulsión de seres humanos?

¿Por qué aceptamos que personajes oscuros, astutos, pero poco ilustrados, determinen nuestra racionalidad y nuestros afectos hacia nuestros semejantes provenientes de otros países? ¿Algunos de nuestros políticos liberales, progresistas, de izquierda, de centroizquierda o como quieran denominarse, han levantado una voz ética, potente, rotunda e inclaudicable frente a la barbarie contenida en esta y otras afirmaciones parecidas pronunciadas por la totalidad de los candidatos de la extrema derecha en Chile?

La utilización electoralista de la xenofobia es una estrategia política primitiva que busca capitalizar el miedo social para obtener poder. Los mercaderes del miedo, siguiendo modelos como el de Trump en Estados Unidos y replicado por caudillos como Abascal en España, promueven la polarización a través de inventar la amenaza de los inmigrantes, vinculándolos con la inseguridad, la crisis económica, la pérdida del orden social y la necesidad de recuperar un pasado glorioso. El guion es el mismo en todas partes; las ideas propias brillan por su ausencia.

Según un estudio realizado por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y la Universidad Carlos III de Madrid, el 57,7 por ciento de las publicaciones en redes sociales originadas en Chile transmiten una percepción negativa sobre las personas extranjeras, mientras que solo un 4 por ciento reflejan sentimientos positivos sobre ellas. Es decir, hay una producción mediática burda de xenofobia

Además del monitoreo de redes, la investigación incluyó una encuesta a cerca de 1.700 personas residentes en Chile, de las cuales el 91 por ciento cree que la llegada de personas refugiadas o migrantes ha contribuido al aumento de la criminalidad. Estos estudios ponen números a lo que vemos y oímos por todas partes.

[Te puede interesar] Datos climáticos de UE indican que 2025 se perfila entre los años más calurosos jamás registrados

La xenofobia hace ya tiempo que se ha hecho parte de lo naturalizado en las sociedades contemporáneas en general, y en Chile en particular. Hace ya tiempo que forma parte de las dos grandes mentiras sobre las cuales las extremas derechas en todo el mundo han construido monótonamente su ofensiva reaccionaria: la crisis económica y la crisis de seguridad.

El recurso comunicacional, burdo pero exitoso, consiste en mezclar inmigración con inmigración irregular y delincuencia. Es decir, confundir la migración irregular -que es una violación administrativa o legal relacionada con el ingreso o permanencia en un país sin cumplir las normas migratorias- con la delincuencia, que implica la comisión de actos ilegales que afectan el orden público y la seguridad. 

Pero esto no importa para el discurso y las prácticas autoritarias que no muestran ningún interés por la verdad o la contundencia de la observación de la realidad. Lo suyo es la verdad de la retórica, de la repetición de falsedades, de la insistencia en la manipulación de los datos. Por eso no se les puede enfrentar con verdades empíricas porque rebotan en su chata carcasa ideológica. 

El sentido común del país es ya abiertamente xenófobo y desembozado, y la historia nos ha demostrado de manera abundante lo que sucede cuando se combina la xenofobia tribal con la xenofobia instrumentalizada de los caudillos políticos inmorales.

La xenofobia institucionalizada es un retroceso civilizatorio. Aunque las teorías progresistas han destacado la dimensión estructural del racismo y la xenofobia estos saberes y posiciones no son asumidos por los partidos y movimientos que las representan. Esto deja un vacío social, político y ético que la ultraderecha llena con sus pasiones tristes.

Las izquierdas, hegemónicas o no, también electoralistas y cortoplacistas, no logran articular respuestas valientes y narrativas anti-populistas que combinen la crítica al sistema económico neoliberal con la construcción de identidades plurales y la defensa de los derechos de todos.

[Te puede interesar] La toma de San Antonio habría sido inducida por los dueños del terreno