Súmate a nuestro canal en: WhatsApp
Que Rusia pague por su guerra contra Ucrania
Foto: Agencia Uno

Que Rusia pague por su guerra contra Ucrania

Por: Joseph Stiglitz y Andrew Kosenko | 06.12.2025
Rusia es culpable de la devastación que causó en Ucrania. Un préstamo de reparación aportaría un mínimo de justicia, aunque la cantidad represente sólo una pequeña fracción del daño a la infraestructura física causado por Rusia, por no hablar del daño causado a millones de ucranianos. Toda una generación cargará el trauma mientras viva.

Ya cerca del cuarto aniversario de la invasión rusa de Ucrania, la Unión Europea todavía no tomó una de las medidas con mayor poder para cambiar la situación en el terreno: usar los activos rusos congelados para ayudar a Ucrania a luchar contra el ejército ruso. Esa medida haría un gran aporte al futuro de Ucrania (y el de Europa).

Esta semana el presidente francés, Emmanuel Macron, confirmó que en los próximos días, los países de la UE acordarán una solución para dar apoyo financiero a Ucrania. Dicho apoyo es cada vez más necesario, conforme Rusia sigue destruyendo infraestructuras civiles ucranianas: viviendas y sistemas de generación y distribución de energía, calefacción y provisión de agua.

[Te puede interesar] Los riesgos de una invasión estadounidense en Venezuela según expertos de Flacso: "Esto no es el Panamá de Noriega"

Incluso si la guerra termina en 2026, y sin tener en cuenta los enormes costos de la reconstrucción (mucho más de 500.000 millones de dólares), Ucrania necesitará en los próximos dos años unos 140.000 millones de dólares (entre otros fondos) como resultado de los efectos de la guerra en su economía.

Ucrania sigue oponiendo una valiente resistencia que ha logrado en la práctica detener el avance de un invasor mucho más grande que ella. Las bajas rusas (entre muertos y heridos) superan el millón; sin embargo, lo que ganó Rusia con semejante pérdida de vidas es relativamente poco: territorios y poblaciones devastados, tierras arrasadas por algunos de los combates más encarnizados desde la Segunda Guerra Mundial y ahora sembradas de minas. Rusia no logró ninguno de los objetivos estratégicos originales para los que inició la guerra.

En febrero de 2022, poco después de la invasión rusa a gran escala, las instituciones financieras occidentales inmovilizaron 300.000 millones de dólares en activos del banco central ruso (en su mayoría títulos con pago de intereses).

En octubre de 2024, los países del G7 establecieron un programa de Aceleración de Ingresos Extraordinarios (ERA por la sigla en inglés) para la provisión a Ucrania de préstamos financiados con los intereses de esos activos rusos congelados. En el marco de ese programa se han desembolsado hasta ahora unos 30.900 millones de euros (35.700 millones de dólares) de un total previsto de 45.000 millones de euros.

¿Y qué hay de los activos subyacentes inmovilizados en jurisdicciones europeas? Muchos ya vencieron y se convirtieron en efectivo, que Euroclear (la institución financiera belga tenedora de la mayor parte) ha ido colocando en una cuenta del Banco Central Europeo que devenga muy pocos intereses.

En una reunión reciente del Consejo de la UE se debatió el uso de esos activos para dar a Ucrania un «préstamo de reparación» por valor de 210.000 millones de euros, que sólo debería devolver si Rusia compensa a Ucrania por la destrucción que le causó. En la práctica, la única diferencia sería que Euroclear invertiría el efectivo en bonos de la Comisión con calificación AAA en vez de depósitos del BCE con calificación AAA. En principio, Rusia podría reclamar la titularidad de esos activos tras pagarle a Ucrania, de modo que el préstamo de reparación sería temporal y reversible.

Como ya hemos explicado, no hay riesgo de que esto se interprete como una «confiscación». Ninguno de los efectos adversos predichos por los críticos de la inmovilización de activos y del programa ERA se materializó. El euro sigue siendo la segunda moneda más importante después del dólar, y las instituciones financieras europeas son un refugio seguro para inversores de todo el mundo.

Rusia creó la crisis de seguridad más grave en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pisoteando el derecho y las normas internacionales, mientras que sus activos todavía gozan de la protección de las instituciones europeas. Si alguna justicia existe en el mundo, esta combinación es incompatible.

No se puede atacar a Europa con interferencias al GPS, incendios provocados, sabotajes, ciberguerra y campañas de desinformación (todo eso orquestado por la inteligencia militar rusa) y al mismo tiempo disfrutar de la protección de las instituciones financieras y jurídicas europeas.

[Te puede interesar] Subsecretario de DDHH de Milei renuncia tras semanas cuestionado por negar cifra de 30.000 desaparecidos en Argentina

Si existió alguna vez un buen momento para presionar a Rusia, es este. Ya experimenta una enorme pérdida de ingresos gaspetroleros, que le dificulta cada vez más financiar su agotadora guerra. En tanto, los gastos de defensa aumentan y la alta inflación provoca grandes perjuicios a los consumidores rusos.

Como consecuencia de las sanciones secundarias estadounidenses, el mayor conglomerado empresarial de la India dejó de importar petróleo ruso. Cuatro grandes petroleras estatales chinas también dijeron que harán lo mismo en lo inmediato. China y la India representan en conjunto alrededor del 85% de la venta rusa de petróleo, y la pérdida de estos mercados es un gran golpe para el esfuerzo bélico ruso. No sorprende que Rusia esté tan apurada por forzar un final de la guerra en condiciones favorables.

Para compartir el riesgo residual del préstamo de reparación, el primer ministro belga Bart de Wever exigió a los otros miembros de la UE garantías de que Bélgica no será responsable ante la Federación Rusa si esta ganara futuras demandas judiciales. La idea es que cada Estado miembro garantice una parte del préstamo (en forma proporcional a su renta nacional bruta).

Pero las preocupaciones de De Wever son infundadas. Dadas las graves violaciones de la Carta de las Naciones Unidas y la magnitud de los crímenes de guerra rusos, no existe ninguna posibilidad de que Bélgica tenga que pagar por un arbitraje o laudo favorable a Rusia. La inmovilización de los fondos se produjo en virtud de la legislación de la UE, y el Consejo Europeo ya limitó el cumplimiento de cualquier posible laudo en 2014, en respuesta a la primera invasión rusa de Ucrania, cuando Rusia se anexionó ilegalmente Crimea.

Pero si el requisito para salvar este escollo es que los Estados miembros de la UE ofrezcan garantías, deben ofrecerlas hasta donde sea necesario. Puesto que Bélgica no corre ningún riesgo, tampoco existe riesgo para los garantes. Además, los países europeos deben rescindir sus tratados de inversión bilaterales con Rusia (algo que deberían haber hecho hace tiempo). Rusia ya lo hizo en la práctica expropiando numerosas empresas europeas.

Como reconocen muchos dirigentes europeos, Europa (incluidos el Reino Unido y Noruega) debe tener capacidad para defenderse. Conceder un préstamo de reparación a Ucrania es un importante paso en esa dirección, y los europeos pueden ponerlo en práctica sin participación estadounidense.

No usar esta opción sería inmoral. Rusia es culpable de la devastación que causó en Ucrania. Un préstamo de reparación aportaría un mínimo de justicia, aunque la cantidad represente sólo una pequeña fracción del daño a la infraestructura física causado por Rusia, por no hablar del daño causado a millones de ucranianos. Toda una generación cargará el trauma mientras viva.

El préstamo de reparación no es sólo una cuestión de justicia. Es una cuestión de supervivencia. Defender a Ucrania es defender a Europa. Si Europa quiere ser capaz de resistir la amenaza clara, inmediata y letal procedente de Moscú, tiene que superar el miedo a ejercer su poder.

Esta columna es parte del Project Syndicate, 2025 (Copyright).
www.project-syndicate.org

[Te puede interesar] María Corina Machado pide a venezolanos por el mundo realizar una marcha: “Cada antorcha, cada vela va a ser un grito por la paz”