Los "idus de marzo" en el Chile de hoy
Lo que se conoce como los idus de marzo no es solo una fecha en el calendario romano, sino la señal de un inminente asesinato. A pesar de la advertencia, el emperador romano Julio César la ignoró, y un grupo de senadores, que se oponían a su creciente poder, aprovechó la oportunidad para matarlo.
Hoy, al igual que en el pasado, existen sectores sociales que avalan y glorifican lo que fue el asesinato de nuestra democracia durante la dictadura. No solo lo justifican, sino que incluso la idealizan, poniendo en riesgo los avances democráticos que tanto nos costó conquistar. Su lema es que un gobierno al "que no le tiemble la mano" será la solución a los problemas de seguridad del país.
Buscan inspirarse en figuras como Bukele, a pesar de que él mismo ha dejado claro que su experiencia no debe ser un modelo para otros países. Además, omiten el hecho de que fue un gobierno de su propia coalición, encabezado por Sebastián Piñera, quien otorgó visas a los principales cabecillas del Tren de Aragua.
¿Cuál es el riego?
Es cierto que, en principio, seguimos gozando de un sistema democrático, con elecciones periódicas y un Servel que vela por la equidad en la participación política. Sin embargo, no podemos pasar por alto ciertos indicios que están marcando el rumbo de nuestra democracia.
Cuando los ex candidatos de la derecha se agrupan en torno a Kast o a posturas que cuestionan principios fundamentales como los derechos humanos y las libertades civiles, se hace necesario interpelar a los demócratas e informar a la ciudadanía sobre una candidatura que está dispuesta a sacrificar estos valores esenciales de nuestra democracia.
¿Lecciones aprendidas?
La historia nos ofrece lecciones valiosas. Un ejemplo es la Ley de Habilitación de 1933, aprobada en la Alemania de entonces. En medio de una crisis económica y política, el Partido Centro (el partido más fuerte en esos años) apoyó esta ley que otorgaba a Hitler plenos poderes para gobernar, argumentando que era necesaria para restaurar el orden y la estabilidad.
Sin embargo, lo que parecía una medida temporal para enfrentar la crisis resultó ser el mecanismo de instalación de una de las dictaduras más brutales de la historia. Este episodio nos recuerda cómo las decisiones tomadas en momentos de inseguridad ciudadana pueden tener consecuencias mucho más profundas y duraderas de lo que imaginamos.
Ya lo experimentamos durante la dictadura, con consecuencias trágicas incluso para aquellos que inicialmente se aliaron al régimen. Posteriormente, muchos de ellos, arrepentidos, pagaron con sus vidas por haberse opuesto al terror desatado por Pinochet.
Los derechos humanos y el pasado reciente
La Comisión Chilena de Derechos Humanos ha advertido sobre el resurgimiento de discursos que minimizan el sufrimiento vivido durante la dictadura. En este contexto, las discusiones sobre indultar a personas condenadas por violaciones a los derechos humanos, tanto durante la dictadura como en el estallido social, constituyen el negacionismo de los crímenes de lesa humanidad.
No puede ser aceptable que los responsables de crímenes tan atroces como la desaparición forzada, las torturas y los fusilamientos reciban beneficios de excarcelación, especialmente cuando no muestran arrepentimiento alguno ni colaboran en la clarificación del destino de las personas desaparecidas. Este tipo de medidas no solo vulnera los derechos de las víctimas, sino que también debilita los principios fundamentales de la justicia internacional y socava las bases de nuestra democracia.
La disyuntiva
Hoy existe una coalición amplia que abarca desde el Partido Comunista, pasando por los socialistas democráticos y el Frente Amplio, hasta la Democracia Cristiana e independientes. Esta coalición asegura una expansión de la democracia, bajo un Estado comprometido con la seguridad, la justicia social y el cuidado del medio ambiente.
Frente a esta visión, algunos sectores democráticos parecen dispuestos a apoyar a un candidato de extrema derecha. Esta candidatura encarna un neoliberalismo autoritario que, al desregular aún más el mercado, pone en riesgo el bien común.
Su negacionismo no solo se extiende a los derechos humanos, sino también al medio ambiente, al rechazar la realidad del cambio climático. Esta postura no solo amenaza la paz social, sino que también profundiza la desigualdad, afectando especialmente a quienes ya sufren las consecuencias más graves de las amenazas ambientales.
En este contexto, surge una pregunta que parafrasea a Cristián Warnken en su entrevista con El Mercurio (9.11.2025): ¿se convertirán los demócratas y los "amarillos" en el “vagón de cola” de las tendencias neoliberales autoritarias?
El oligopolio mediático y sus riesgos
Lamentablemente, sus seguidores carecen de acceso a una información plural y veraz. El oligopolio de los medios de comunicación, combinado con la manipulación en redes sociales, crea un discurso distorsionado que altera la percepción de la realidad.
Los esfuerzos por ofrecer información basada en hechos son insuficientes, lo que pone en riesgo nuestras libertades al manipular la opinión pública sin respeto por la equidad informativa. Un voto basado en la desinformación amenaza directamente la libertad de elección.
Reflexión final
La democracia, aunque imperfecta, es el mejor sistema para garantizar nuestros derechos y libertades. La historia nos muestra los peligros de debilitar las instituciones democráticas, y es nuestra responsabilidad protegerlas.
El paralelo con la Ley de Habilitación de 1933 debe servir como una advertencia: en tiempos de inseguridad ciudadana, soluciones de la ultraderecha pueden tener consecuencias duraderas y peligrosas. Defendamos los avances de nuestra democracia para seguir construyendo un país libre y justo para todos.