Cuándo acudir al fonoaudiólogo: Las 3 señales silenciosas que afectan el habla, la deglución y la audición
La fonoaudiología se ha consolidado como una pieza esencial dentro del sistema de salud y educación, gracias a su labor en la evaluación y tratamiento de dificultades comunicativas, auditivas y deglutorias a lo largo de toda la vida.
Desde la estimulación temprana hasta las terapias de rehabilitación tras accidentes cerebrovasculares, su aporte resulta determinante para mejorar la autonomía y el bienestar de miles de personas.
“El fonoaudiólogo no solo trabaja cuando existe una dificultad visible, sino también en la prevención. Nuestro rol es acompañar el desarrollo comunicativo en todas las etapas de la vida, ayudando a las personas a conectarse mejor con su entorno y potenciar sus capacidades”, explica Camila Aguilera, fonoaudióloga y gerente de reclutamiento de BMR Health Services Latam.
¿Cómo saber cuándo acudir al fonoaudiólogo?
1. Problemas en el habla o el lenguaje.
En los niños, la ausencia de balbuceo durante el primer año, dificultades para formar palabras simples o problemas para seguir instrucciones son signos de alerta frecuentes.
En el caso de los adultos, las complicaciones para expresarse o comprender después de un ACV o una lesión neurológica son motivos urgentes de consulta.
2. Trastornos de deglución.
Toser al tragar, sentir que los alimentos quedan atascados o experimentar dolor al ingerir comidas pueden ser indicios de una alteración que requiere evaluación, especialmente si viene acompañado de pérdida de peso sin explicación.
3. Cambios en la voz o en la audición.
La ronquera persistente, la fatiga vocal o la dificultad para proyectar la voz —frecuente en docentes, cantantes y locutores—, junto con la pérdida auditiva progresiva o problemas para seguir conversaciones, también requieren atención profesional.
En todos estos casos, la recomendación es no esperar. “Mientras antes se consulte, mejores son los resultados. Muchas veces se espera que ciertas dificultades se ‘corrijan solas’, pero una evaluación oportuna puede marcar la diferencia en el desarrollo comunicativo o en la recuperación funcional tras una enfermedad”, enfatiza Aguilera.