Por la razón y la fuerza del diálogo
Las sociedades modernas necesitan de la diversidad para avanzar. En las divergencias están las reflexiones que permiten analizar con perspectivas nuevas y mejoradas de la realidad que parece obvia, consolidadas y carentes de discusión.
Las descalificaciones que se ven en los debates de los candidatos y candidatas a la presidencia demuestran que la lucha por la imposición de ideas supera a la confrontación rigurosa, urgente en la búsqueda de soluciones reales para problemas urgentes.
Desde este lugar extremadamente polarizado, donde los monólogos triunfan sobre las mesas de conversación y diálogo, seducir al otro en el reconocimiento de la posición ajena válida y lograr acuerdos, es una proeza. Pocas personas logran esto con visión de Estado y del bien general. Esto es lo que ha conseguido la candidata a la presidencia de Chile Jeannette Jara, haciendo gala de una empatía indiscutible.
Desde su activa militancia política en la juventudes comunistas, Jara creció en una sociedad donde los movimientos y agrupaciones de personas con menos recursos, sufrieron la violencia física y administrativa de forma bastante impune.
Es un hecho que la utilización de la violencia como herramienta de control de la población le corresponde al Estado. Este poder se ejerció de forma inequívoca contra las clases disconformes con la historia del país durante el Estallido social de 2019, un fenómeno que demostró de forma contundente la ruptura del Acuerdo Social de inspiración roussoniana. Dicha fractura fue tan severa que obligó al poder vigente representado por el presidente Piñera a declarar: "estamos en guerra", una afirmación considerada ampliamente como ridícula.
Esta situación dejó en evidencia que el poder se reserva ese uso legítimo de la violencia, exigiendo al pueblo sumisión y obediencia que a su vez valida ese ejercicio de esa violencia.
La fuerza expuesta en el Estallido y su represión material no consiguió el cambio ideológico y sistémico que se le suponía. Pero la experiencia obtenida por las clases desfavorecidas involucradas la podemos resumir en que “la solución de sus problemas tiene que pasar obligatoriamente por el diálogo y los acuerdos”. Las revoluciones están pasadas de moda.
En ese sentido, el actual comportamiento político institucional de Jara resignifica el lema del escudo nacional que versa “Por la razón o la Fuerza”. Ella opta directamente por la razón, porque la fuerza ejercida en la dictadura y de manera silenciosa desde las administraciones, así como la expresada por el mentado octubrismo, no han generado los cambios de sistema que son necesarios en nuestro país.
Y según lo visto en cada uno de los debates, Jara representa una posición de fuerza dialogante cuya perspectiva son las personas de la calle. Que pese a que los datos macroeconómicos de Chile sean mejores que los países vecinos, esa riqueza sigue estando concentrada en pocas manos, donde pocos tienen mucho y muchos tienen poco.
El principal activo de Jeannette Jara como candidata a la presidencia de Chile, es que como Ministra del Trabajo y Previsión Social, lideró la ley de reducción de la jornada laboral a 40 horas, el aumento del sueldo mínimo y la reforma de pensiones. Su relevancia radica en la dificultad que existió en coordinar a los parlamentarios de todo orden político y en esto la candidata de la izquierda mostró un liderazgo basado en su capacidad irrefutable de diálogo.
Tras conocer la sociedad y sus movimientos y agrupaciones la violencia física y administrativa sobre las personas con menos recursos, quedó claro que la solución de sus problemas como miembros de zonas desfavorecidas, tenía obligatoriamente que pasar por el diálogo y los acuerdos, es decir, las urnas. Este proceso culminó con el estallido social de 2019, donde la violencia cambió de bando y enfrentó e a la violencia financiera y explotación.
Como muchos de los movimientos populares mayormente espontáneos, el estallido provocó una gran alarma social, por la supuesta gratuidad y la poca reflexión explosiva, definidas por el presidente Piñera con su tristemente famoso: “estamos en guerra”. Jara sabe perfectamente que el fracaso del octubrismo, y la violencia que se le asume, señala que el camino para la victoria jamás será la violencia.
El lema del escudo nacional que versa “Por la razón o la fuerza”, que leído por el comportamiento político de Jara, opta por la razón, porque la fuerza que ejerció la dictadura y la que se ejerce de manera silenciosa desde las administraciones, , así como la fuerza social del octubrismo, no ha generado los cambios de sistema que son necesarios en nuestro país.