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¿Cómo evitar el naufragio financiero? A 10 años de la Estrategia de Educación Financiera
Foto: Agencia Uno

¿Cómo evitar el naufragio financiero? A 10 años de la Estrategia de Educación Financiera

Por: Jaime Ruiz-Tagle y José Joaquín Fernández | 24.10.2025
A diez años de la primera Estrategia Nacional de Educación Financiera, y a uno de su actualización (Ministerio de Hacienda, 2024), el desafío es claro: pasar del discurso a la implementación efectiva, con programas masivos, medibles y articulados entre Estado, academia e industria.

Octubre es el mes de la Educación Financiera a nivel mundial. Pero si uno ve la televisión, revisa las redes o escucha la radio, pareciera que nadie se enteró. ¿Será que manejar las finanzas personales sigue sin ser un tema de interés? ¿Qué saber cómo cotizar un crédito es sólo pertinente para algunos? ¿Qué entender como llegar a fin de mes no es un tema en Chile? 

La evidencia dice otra cosa, y es inquietante. El reciente estudio Radiografía a la Educación e Inclusión Financiera en Chile (Centro de Políticas Públicas UC, 2025) revela que los niveles de educación financiera entre adultos continúan alarmantemente bajos, con una puntuación promedio de 35 sobre 100.

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Chile está muy por debajo de los estándares de la OCDE (2024) y las brechas internas son abismales: mujeres (28,9 puntos) frente a hombres (43,4), adultos mayores (30,9) frente a jóvenes (39,1), y por nivel socioeconómico, con sectores de menores ingreso (26 puntos) frente a los de nivel alto (54,9).

El panorama no es sólo desigual, sino estructural. Persisten roles de género que excluyen a las mujeres de decisiones financieras, falta de confianza en los propios conocimientos y una débil inclusión financiera. El resultado es concreto: aunque el 71% declara llevar un presupuesto mensual, solo un 31% lo cumple, y en las mujeres esa cifra cae al 21%.

Desde hace décadas, economistas como Annamaria Lusardi han demostrado que comprender nociones básicas -inflación, interés compuesto, diversificación- puede marcar la diferencia entre la estabilidad y la fragilidad económica. En uno de sus estudios más recientes, quienes respondían correctamente a esas tres preguntas eran 6,3% menos propensos a la vulnerabilidad financiera y 3,8% menos propensos al sobreendeudamiento. 

Por eso resulta esperanzador que el Ministerio de Educación haya decidido incorporar contenidos financieros desde segundo básico. No es un capricho curricular, es una estrategia de país. Si queremos ciudadanos más autónomos, informados y capaces de decidir responsablemente, la alfabetización financiera no puede esperar a la adultez.

Ahora bien, la experiencia internacional enseña que el cambio curricular, por sí solo, no basta. Se requiere formación docente, materiales pertinentes y una cultura escolar que valore el tema. Ningún profesor puede enseñar interés compuesto si nunca lo aplicó en su propia vida.

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En Mi Barrio Financiero lo sabemos. Por eso acompañamos a los docentes con un curso de didáctica en educación financiera, con talleres, recursos para el aula y la Feria de Experiencias Educativas que realizamos cada octubre en la FEN-UChile. Allí, docentes y estudiantes presentan proyectos, juegos, investigaciones y emprendimientos que muestran que la educación financiera no solo se enseña: se vive.

Pero el gran dilema sigue siendo qué hacemos con el “stock”, con los millones de adultos que hoy ya están fuera del sistema escolar y que muestran las cifras más críticas. Las nuevas generaciones tendrán la oportunidad de aprender sobre planificación, ahorro o medios de pago digitales. Pero los adultos -quienes ya toman decisiones financieras todos los días-siguen sin brújula.

A diez años de la primera Estrategia Nacional de Educación Financiera, y a uno de su actualización (Ministerio de Hacienda, 2024), el desafío es claro: pasar del discurso a la implementación efectiva, con programas masivos, medibles y articulados entre Estado, academia e industria.

En esa tarea, experiencias colaborativas como Mi Barrio Financiero, que unen al mundo financiero, la universidad y la comunidad, no son anecdóticas, son una hoja de ruta. Si no ampliamos y replicamos este tipo de iniciativas, corremos el riesgo de que, en 2035, al revisar los nuevos resultados de pruebas PISA o PIACC, tengamos que volver a sonrojarnos.

La educación financiera no es un lujo ni una moda. Es el salvavidas que necesitamos antes de que el barco vuelva a hundirse.

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