
Aire acondicionado: Cómo impacta a la mucosa nasal, quiénes son los más afectados y 4 tips para evitar enfermar
En respuesta a las cada vez más intensas olas de calor y fríos extremos, hogares, oficinas y centros de salud en Chile han adoptado el uso constante de aire acondicionado y calefacción artificial.
Si bien estos sistemas aportan confort térmico, también pueden generar efectos no deseados sobre la salud respiratoria, que muchas veces pasan desapercibidos.
De hecho, cifras de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC) revelan que el uso residencial de estos equipos ha crecido más de un 40% en la última década, impulsado por la creciente urbanización y el cambio climático, que ha intensificado tanto los veranos como los inviernos.
Sin embargo, este confort tiene un costo silencioso: la alteración del aire en espacios cerrados puede resecar e irritar las vías respiratorias, debilitando el sistema de defensa natural de nuestro cuerpo.
¿Por qué se producen estos efectos en la salud respiratoria?
“El aire acondicionado y la calefacción cambian la composición del ambiente. Cuando el aire se seca, la mucosa nasal pierde su capacidad de filtrar y humedecer correctamente, lo que facilita la entrada de virus, bacterias y alérgenos”, explica el Dr. Cristóbal Langdon, otorrinolaringólogo y director médico de Speaknosis.
¿Qué tipo de personas son más vulnerables?
La mucosa nasal funciona como la primera barrera protectora del aparato respiratorio. Cuando se reseca o inflama, su capacidad de filtrar partículas disminuye, lo que puede provocar síntomas como congestión nasal, picazón, estornudos o una persistente sensación de nariz tapada.
Esta situación se vuelve especialmente riesgosa para quienes padecen enfermedades como rinitis alérgica, sinusitis o asma, ya que pueden ver agravados sus cuadros.
¿Cómo evitar enfermar por el aire acondicionado?
Para reducir los riesgos derivados del uso excesivo de estos sistemas, los especialistas recomiendan seguir algunas medidas simples, pero efectivas:
Mantener una temperatura interior entre 22°C y 24°C, evitando los cambios térmicos bruscos.
Procurar que la humedad del ambiente se mantenga entre un 40% y un 60%, utilizando humidificadores o colocando recipientes con agua sobre los calefactores.
Ventilar los espacios cerrados al menos 10 minutos al día, incluso en invierno.
Evitar que el aire acondicionado apunte directamente al rostro o a las vías respiratorias.