Súmate a nuestro canal en: WhatsApp
Cosechar con robots, no con “perdonazos” inmigratorios
Foto: Agencia Uno

Cosechar con robots, no con “perdonazos” inmigratorios

Por: Lucio Cañete | 08.10.2025
Si Chile desea mantener su liderazgo exportador en varios de sus productos agrícolas, debe apostar por un modelo que combine tecnología y soberanía. La robotización chilena de la cosecha no es un sueño, sino una necesidad estratégica que permitirá al país asegurar competitividad internacional sin deteriorar la cohesión nacional.

En una entrevista con El Mercurio, el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) planteó la necesidad de regularizar a inmigrantes para cubrir la escasez de mano de obra en su rubro. Esta propuesta, aunque conveniente para la industria agrícola, genera efectos negativos en otros ámbitos de la sociedad.

En efecto, consecuente con la doctrina liberal que impera en el país, la SNA como gremio vela por su propio interés sin considerar los daños que tal regularización pudiera provocar en otros quehaceres nacionales. En este contexto, el Presidente de la República como estadista en pro del bien común, le contestó al líder de los agricultores que Chile no está en condiciones de recibir más inmigración irregular.

[Te puede interesar] Depresión afecta a un 13,7% de chilenos: Quiénes son los más afectados y qué factores perpetúan el fenómeno

Ciertamente, ante el déficit de trabajadores en actividades agrícolas concentrado durante la cosecha, la solución más corta y tal vez más barata para el empresariado de dicho rubro es la contratación de inmigrantes, fuente de mano de obra atractiva debido a que no requiere intensa capacitación ni demanda altos salarios. Sin embargo, cualquier regularización de una persona que ingresó al país sin respetar la legislación vigente constituye un “perdonazo”, de esos que en Chile se suelen hacer a favor de ciertos poderes.

Esta regularización, aparte de constituir una mala señal para la ciudadanía consciente que reclama un trato igualitario ante la ley, supera la capacidad de carga del país. En términos simples, la cantidad de personas del extranjero que ha venido a establecerse de manera clandestina al territorio nacional ha sobrepasado el umbral que Chile tiene para funcionar sin trastornos de manera sostenible. Es evidente que un inmigrante al que se le van a “arreglar los papeles” requiere de cierta atención tanto durante dicho trámite como una vez regularizado, especial dedicación que ni la SNA ni el Estado están en condiciones de brindar.

Por lo tanto, la vía más rentable socialmente es automatizar las tareas agrícolas. Es decir, disponer de artefactos que, actuando por sí solos, realicen el trabajo más demandante de mano de obra. Específicamente se trata de ocupar robots, los cuales según su definición estandarizada, son justamente aquellos autómatas destinados a reemplazar al ser humano en actividades tan agobiantes y monótonas como por ejemplo, la cosecha de cerezas que tan altos ingresos reporta a los exportadores chilenos.

Pero, aquí aparecen los desafíos. Este robot, cualquiera que sea su tipo, debe tener ciertas cualidades que lo hagan laboralmente más atractivo que una persona. Para el caso de las cerezas, por ejemplo, a través de sus sensores tendría que “ver” los frutos escondidos entre las hojas, identificando cuáles están maduros y cuáles aún no.

Luego, por medio de sus efectores tendría que desprender las cerezas sin dañarlas conservando sus pedúnculos (ramita desde donde cuelga la baya), para finalmente depositarlas en un recipiente del cual tendría que contabilizar su contenido en tiempo real. Todo esto mientras se desplaza por sí solo entre los árboles usando ruedas o patas mecánicas y cuidando de no gastar más energía de la necesaria.

La eficiente integración espacio-temporal de sus sensores y efectores debe estar a cargo de un centro de rápido procesamiento con avanzados algoritmos de inteligencia artificial. En otras palabras, se trataría de un trabajador incansable, con buena vista, manos suaves, andar armónico y con la capacidad de decidir sin depender de un capataz. Difícil, sí; pero no imposible.

[Te puede interesar] Revolución en el diagnóstico temprano: La IA chilena que detecta riesgo de Alzheimer antes de los síntomas

Concretar un robot así requiere de inversión en investigación y desarrollo que una sola empresa agrícola chilena no podría financiar. Sin embargo, gremialmente podrían hacer un aporte pecuniario para lograr conjuntamente, al menos un robot cuyo prototipo tenga un rendimiento aceptable y que podría mejorarse según los intereses y financiamiento de cada empresa en particular. Es más, tal investigación y desarrollo pueden acelerarse si se recurre al apoyo estatal a través de los subsidios de CORFO.

Aunque Chile no cuente con suficiente cantidad de mano de obra para las cosechas, sí cuenta con la calidad intelectual de personas para asumir este y otros desafíos tecnológicos. De hecho, científicos e ingenieros locales gozan de excelente reputación a nivel mundial. Prueba de ello es que, históricamente frente a situaciones apremiantes que ha enfrentado el país -ya sea de génesis natural o antrópica-, chilenos y chilenas han desarrollado satisfactorias soluciones tecnológicas.

Hoy, al igual que antes, persisten otras amenazas que a veces tienden a ser más severas. Por una parte, la industria agrícola corre el riesgo de perder su competitividad ante la escasez de mano de obra; por otra, el reclutamiento de inmigrantes regularizados pone en peligro el soporte de servicios sociales al resto de la población. Entonces, la mirada debe volcarse a la mayor riqueza que tiene el país: su gente con su inteligencia.

Esta robotización agrícola no solo aportaría a la cosecha de cerezas, sino que estimularía innovaciones en otras industrias a través de la sinergia entre electrónica, mecánica e informática. El país puede pasar de ser un simple productor primario a ser un generador de tecnología aplicada a la fruticultura, posicionándose a la vanguardia de un sector que en el mundo requiere de alta tecnología. Y en un futuro cercano, un brazo robótico Made in Chile puede ser tan valorado en los mercados internacionales como una caja de sus cerezas.

En definitiva, si Chile desea mantener su liderazgo exportador en varios de sus productos agrícolas, debe apostar por un modelo que combine tecnología y soberanía. La robotización chilena de la cosecha no es un sueño, sino una necesidad estratégica que permitirá al país asegurar competitividad internacional sin deteriorar la cohesión nacional.

[Te puede interesar] Revertir la deforestación en la Amazonía: Agricultores brasileños revitalizan suelos produciendo cacao y especies nativas