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La desconexión que cobra factura
Foto: Agencia Uno

La desconexión que cobra factura

Por: María Paz Rojas Orrego | 10.07.2025
No creo que el socialismo democrático haya perdido el rumbo: sabemos cuál es nuestro proyecto. Lo que nos falta es estructura, trabajo sostenido y conexión real. En los próximos cuatro años, si queremos que Chile vuelva al centro político, tendremos que hacer una tarea profunda y de reconstrucción, la cual es muy simple, e implica volver a conectarnos y trabajar con los territorios.

El pasado 29 de junio se realizaron las primarias presidenciales del oficialismo. Cuatro candidaturas se enfrentaron: Carolina Tohá, eterna promesa del socialismo democrático; Gonzalo Winter, siguiendo la huella de Boric sin mucho éxito; Jeannette Jara, la tía buena onda, con discurso sencillo; y, bueno... Jaime Mulet.

Desde el inicio pensábamos que esto sería un mero trámite para Carolina Tohá y así consolidarse como la abanderada natural. Sin embargo, en las últimas semanas se complicó: Jeannette Jara comenzó a ganar cancha, pese a tener en contra varios factores, desde su origen popular, pasando por una campaña sin muchos recursos, hasta el mítico discurso anticomunista.

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¿Qué hizo Jara para ganar protagonismo? Nada tan complicado, ni que las élites políticas no puedan entender: hablar claro, sin eufemismos, conectar con las necesidades básicas de la gente. Jara no habló de manera rimbombante, solo leyó mejor que nadie el malestar del Chile cotidiano y lo dijo sin filtro. Eso conecta, porque la gente está cansada. Hay inflación, hay inseguridad, hay rabia.

Sin embargo, el análisis no debe detenerse ahí. Si comparamos los votos de Jara (aprox 826.000) con los más de 2,4 millones que sumaron los partidos del socialismo democrático en las municipales de 2024, la verdadera pregunta es: ¿por qué Tohá no logró movilizar ese electorado?.

Jeannette Jara no creció de manera descomunal en comparación a los resultados obtenidos por los concejales del Partido Comunista y Acción Humanista que sumaron cerca de 699.300 votos. En cambio, Carolina Tohá, no alcanzó ni el 20% de los concejales de su colectividad obtuvieron. El problema de esa gran diferencia, no es solo que Jara haya movilizado una gran ola comunista, es que la candidata del socialismo democrático no logró llegar a la fibra de sus militantes y mover su músculo político.

La mayoría de los análisis que hemos visto plantean que el Socialismo Democrático no cuenta con un proyecto político. Algo con lo que no estoy completamente de acuerdo, de lo contrario ¿cómo se explica que el socialismo democrático cuente con más de 5 gobernadores regionales, 80 alcaldes y 700 concejales? Aunque suene duro, creo que el problema no es la ausencia de un proyecto, sino que las cúpulas de los partidos, no supieron elegir a quién mejor representa y trabaja con las bases.

Y eso tiene causas profundas. Una de ellas es la falta de compromiso de parte de la militancia, que en parte se explica por cómo las cúpulas se han ido alejando, dando cabida a “independientes” para sobrevivir. De ahí que en las elecciones comunales nos sigamos manteniendo, porque son las bases quienes conforman y trabajan por un proyecto colectivo.

Tal vez los resultados del 29 de junio, reflejan otra falencia que se debe enfrentar con urgencia: la oligarquía partidaria. Los partidos siguen creyendo que los cargos deben recaer en quienes ya pertenecen a esa élite, sin abrir verdaderos espacios a nuevos liderazgos, porque esto implica tener el compromiso de formar y acompañar con el fin de construir un proyecto más sólido.

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Ahora bien, el triunfo de Jeannette Jara nos obliga a mirar con atención el escenario que viene. Aunque las últimas encuestas le han sido favorables, es evidente que enfrentarse a José Antonio Kast será una tarea difícil. No solo por las diferencias ideológicas profundas, sino por algo más simple: en 2021 la ciudadanía ya vivió una elección presidencial polarizada. En ese momento, el electorado prefirió elegir la opción que se encontraba más a la izquierda. Hoy, después de cuatro años, hay mucha gente que se siente defraudada.

Eso nos hace pensar que en esta elección la ciudadanía probará con el extremo que representa Kast. Un claro ejemplo de comportamiento electoral son las elecciones de Convencionales Constituyentes en donde primaron las ideas de la extrema izquierda, y posteriormente en el Consejo Constitucional, fueron favorables para la extrema derecha.

Este posible resultado es preocupante, no tan solo para nuestro mundo, ya que las consecuencias serían generalizadas, porque sabemos que un gobierno de ultraderecha significa retrocesos, estigmatización, debilitamiento del Estado, exclusión.

Pero esta experiencia también debe servirnos. No creo que el socialismo democrático haya perdido el rumbo: sabemos cuál es nuestro proyecto. Lo que nos falta es estructura, trabajo sostenido y conexión real. En los próximos cuatro años, si queremos que Chile vuelva al centro político, tendremos que hacer una tarea profunda y de reconstrucción, la cual es muy simple, e implica volver a conectarnos y trabajar con los territorios.

Puede que esta elección se sienta como una derrota. Pero también puede ser el punto de partida para reconstruir un trabajo más sólido. Lo urgente es asumir lo que pasó, corregir los errores y volver a levantar una centroizquierda que no solo se preocupe por los problema que enfrentamos los chilenos, sino que también seamos capaces de ocuparnos.

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