
La oportunidad democristiana de salvar el partido: Ser coherente
Es necesario para la Falange, no sólo en términos electorales, sino que también en términos sociológicos -para superar su actual irrelevancia y futura extinción-, el corresponder a su propia finalidad fundante, y aprovechar el momento post-liberal, donde una militante del partido de Gladys Marin, se hace una candidata viable en ruptura de los dictados de la Guerra Fría, para sumarse a las fuerzas democráticas sin desdibujarse y aportar los valores humanizantes del personalismo y el comunitarismo que fundaron su vocación política.
En vez de mimetizarse entre las fuerzas socio-liberales y socialdemócratas que representan al oficialismo en todos sus colores, los democratacristianos pueden tener la alternativa hoy de sumarse a la campaña de Jeannette Jara aportando sus propuestas humanistas cristianas.
Esto, respetando los valores católicos y cristianos en general -como ya lo esta haciendo Jaime Mulet en relación al desarrollo comunitario, con su posición sobre el aborto o la descentralización-, para darle una voz a ese tercio del país que hoy se encuentra infra-representado y victima de tener que elegir entre la derecha hipócrita, que dice defender la vida pero solo defiende el nacimiento, o la izquierda ateizante o laicisante, que sigue en el marco del liberalismo individualista y el subjetivismo.
En estos momentos post-liberales, al re-encontrarse al sujeto político por la ex ministra Jara, es momento de volver a pensar el país ante la decadencia política, jurídica y económica del liberalismo, en donde hay un rol que jugar por esa fuerza cristiana en política. Ejemplificador han sido los nuevos actores de la política Occidental que han vuelto a tener de forma viable alternativas más allá del establishment del Fin de la Historia de la caída del muro.
Las políticas de la antigua socialdemocracia han aparecido -aunque en actores que los medios desean ubicar en la extrema izquierda-, las fuerzas nacionalistas emergen en todos lados más allá del chovinismo xenofobia, sino que, como fuerzas industrialistas y desarrollistas de sus Patrias.
Las identidades conservadoras se recomponen más allá de la mentira del ordoliberalismo o los NeoCon -prueba de ello es Tucker Carlson o Candence Owens-, siendo incluso de las pocas voces disidentes en Occidente al imperialismo o incluso al monetarismo capitalista ¿Si ellos han podido, por qué no podría la DC?
Vivimos en una auténtica oportunidad que la Falange puede tomar, la cual dependerá exclusivamente de su coherencia, que inevitable pasa por una alianza en respeto a su propia identidad y diferencias, con la candidata Jeannette Jara. Es momento de volver a rehabilitar una alternativa cristiana que pueda ir y realizar una “vía de desarrollo no capitalista”.
Qué mejor oportunidad que en un proyecto socialdemócrata que auténticamente propone una reforma más allá del monetarismo financierista del capitalismo tardío, poniendo en el centro a la persona común, dando un respiro a la crisis institucional y abre caminos con moderación de cambios prácticos para una sociedad más fraterna, respetuosa y libre.
Con el sujeto político redescubierto, con el totalitarismo liberal en cuestión en todo el mundo, con una profunda crisis de confianza en la institucionalidad -y correlativamente un hambre de cambios concretos gigantesca-, con un gran mundo sociológico que está infrarrepresentado en términos politológicos, es un momento para nuevamente volver a la Nueva Cristiandad en diálogo a las identidades del centro, de la centro izquierda e izquierda chilena.
Opción que ofrece una gobernabilidad transformadora y responsable con la candidata del oficialismo. Esto en claro contraste con el hecho de que no hay alternativas en la derecha chilena, ya que ha sepultado su incipiente social cristianismo en la tecnocracia y dado rienda suelta a los libertarios individualistas.