
Jeannette para las transformaciones pendientes
El triunfo de Jeannette Jara abre un escenario político interesante e inédito. Su empatía y perseverancia realizadora como ministra la ayudaron a ganar la primaria de la centroizquierda. Al mismo tiempo, su militancia comunista no le ha restado autonomía para disentir de Lautaro Carmona, como, por ejemplo, en su postura de defensa de las dictaduras de Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Jeannette atrajo a un electorado no solo de PC, sino de las bases del Socialismo Democrático (SD) y del Frente Amplio (FA), de otro modo no se explica su triunfo. Se identificaron con ella por ser “hija de la educación pública, formada en una escuela con número, jefa de hogar, proveniente de una familia de esfuerzo y eficaz en la gestión pública” (R. Carrasco, Le Monde Diplomatique, 30-06-2025).
Su cercanía con el mundo popular le significó el apoyo explícito del alcalde de Puente Alto, Matías Toledo y el reconocimiento del gobernador de Valparaíso, Rodrigo Mundaca.
Aunque tuvo la oposición del poder empresarial y de sectores de derecha, la perseverancia y capacidad negociadora de la ministra le permitieron al gobierno materializar el aumento del salario mínimo, que alcanzará a 539 mil pesos en enero 2026; la reducción del tiempo de trabajo a 40 horas; la ley Karin, de respeto laboral; y, el mejoramiento de las pensiones. Se trata de logros valorados por la opinión pública y muy sentidos por jubilados y trabajadores.
Carolina Tohá era buena candidata, pero se equivocó al retomar las banderas de la Concertación y mostrar con orgullo a sus viejas figuras; no le dio resultados, lo que arrastró al SD a un estrepitoso fracaso. También hay que valorar los esfuerzos de Jaime Mulet, quien insistió, y con mucha razón, en el papel de las regiones para el progreso social y económico del país.
Por su parte, la elocuencia de Gonzalo Winter fue insuficiente para recuperar la relación con el mundo popular que el FA ha perdido, al priorizar una política parlamentaria que sólo alcanza a las elites y a las capas medias; al mismo tiempo, la corruptela de los Convenios, aunque bastante reducida en comparación a la derecha, ha resultado muy negativa, tanto para el gobierno como para el candidato y, por supuesto, agitada hasta el cansancio por los medios tradicionales.
Alfredo Joignant ha dicho, con acierto “Si el Frente Amplio acaba de sufrir una grave derrota, el socialismo democrático está agonizando. Es un episodio más de la larga agonía de la socialdemocracia en todas partes” (diario El País de España, 30-06-2025).
La agonía del socialismo democrático en Chile y de la socialdemocracia en el mundo es una realidad que debiera tener presente Jeannette Jara. Es el fracaso del centro político, el que ya no defiende el Estado de bienestar en Europa, y que renunció a la industria y a las políticas sociales universales en Chile y algunos otros países de América latina. Es que se plegó al neoliberalismo y a una globalización excluyente.
En consecuencia, Jeannette Jara tiene la difícil responsabilidad de cumplir con la tarea que se propuso Boric y que fue bloqueada por una derecha que le negó la sal y el agua. Junto con proteger la democracia, el programa de la candidata no puede renunciar a las transformaciones que necesita nuestro país para garantizar la tranquilidad social, construir una economía desarrollada y mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos.
Ello significa convencer al conjunto de la sociedad, que las propuestas de transformación son beneficiosas para todas las familias chilenas e indispensables para el desarrollo del país. En el mundo actual, también en Chile, cuando las contradicciones sociales se han exacerbado, y el centro socialdemócrata opta por el neoliberalismo, las demandas ciudadanas insatisfechas explotan de forma espontánea.
Y, cuando el centro no es capaz de entregar respuestas esas demandas, emerge el peligroso populismo radical de derecha que quiere terminar con los avances sociales y culturales conquistados por las luchas populares y por aquellos sectores históricamente marginados a lo largo de la historia del capitalismo. En el caso de Chile, esta nueva derecha se encuentra representada por Kast y Kaiser y por la misma Matthei.
Así las cosas, el centro no sólo está agotado, sino resulta una simplificación peligrosa frente a la polarización que vivimos en la sociedad. Le teme a la movilización social de los oprimidos y no entiende que la rabia y el resentimiento nacen de las desigualdades e injusticias. Así fue en Chile con la rebeldía del 18-0, que la derecha y el centro político estigmatizan hoy día como acciones delincuenciales.
Por tanto, una propuesta de izquierda no puede morigerar las ideas transformadoras, sino que debe mostrar que su programa es capaz de atender las demandas urgentes de nuestra sociedad y, por tanto, dar tranquilidad y progreso social a todos los segmentos de la ciudadanía.
En el caso de nuestro país, la necesidad de transformaciones es ineludible, con una economía agotada, productividad estancada, empleo precario y creciente informalidad, concentración inédita de la riqueza, un sistema de salud incapaz de atender a los sectores más vulnerables, delincuencia inédita, con desigualdades sociales y territoriales.
Esperemos que se pueda frenar el delirio anticomunista para que Jeannette Jara triunfe en noviembre e impulse las transformaciones pendientes y que exige la sociedad chilena.