
Se enciende disputa por el centro: Trivelli entra en la pelea por llegar a La Moneda "abierto a conversaciones con partidos"
Marcelo Trivelli, exintendente de la Región Metropolitana y exmilitante de la DC, encabeza un proyecto para estar en la papeleta de la elección presidencial a fin de año, que enfrenta tras la primaria del progresismo del 29 de junio, que terminó con Jeannette Jara (PC), imponiéndose holgadamente a la carta del Socialismo Democrático, Carolina Tohá (PPD), Gonzalo Winter (FA) y Jaime Mulet (FRVS).
Zanjada esta definición, las derechas llegan a la papeleta de estos comicios con Johannes Kaiser, presidenciable del Partido Nacional Libertario (PNL), el abanderado del Partido Republicano, José Antonio Kast, y la apuesta de Chile Vamos, Evelyn Matthei (UDI).
Cuatro opciones entre las que irrumpe Trivelli, quien en entrevista con El Desconcierto, nos comenta acerca de su proyecto.
-¿En qué estatus te encuentras?, ¿de precandidato presidencial?
Soy precandidato presidencial. Estamos recogiendo firmas hasta el 31 de julio y también abiertos a conversaciones con partidos.
Esta decisión la tomamos en febrero, cuando vimos que Matthei iba a ir perdiendo fuerza y que Tohá no iba a ser la carta del oficialismo. Si eso se daba, como efectivamente pasó, sabíamos que se abría un espacio en el centro ciudadano.
Ese espacio no es político: es una mayoría ciudadana que no se siente parte de los extremos. Y para representarla, nos preparamos con anticipación: tenemos contenidos trabajados, equipo armado y la campaña ya partió.
Chile está "atrapado entre dos polos"
-Y ahora empiezas a juntar firmas en un escenario que uno podría decir, a priori bastante favorable para ti, porque estamos bien polarizados. Hoy estamos entre José Antonio Kast, que es republicano, y Jeannette Jara, del Partido Comunista…
Sí, este era el escenario que anticipamos: un país atrapado entre dos polos —un proyecto de derecha dura y otro del Partido Comunista—, sin una alternativa que convoque a la mayoría que quiere avanzar con sentido común.
Por eso hablamos de un centro ciudadano. No es una mezcla entre la antigua centroizquierda y la centroderecha, es otra cosa: es gente transversal, que quiere soluciones reales, sin pelearse todo el día ni repetir viejas recetas. A esa mayoría queremos representar.
-Esta elección se va a realizar con el regreso del voto obligatorio, lo cual implica prácticamente una duplicación del universo electoral, ¿cómo se captura ese sufragio de un votante que no sabemos cómo es?
El votante que participó de la primaria es uno altamente politizado, por eso ganó la candidata comunista. El que votará en primera vuelta fue el mismo electorado que rechazó ambos procesos constitucionales y que está en su pega, en su casa, tratando de que las cosas funcionen. No milita, no comenta política en redes, pero sí se pregunta por qué lo obvio que hay que abordar no se resuelve.
Está cansado de discursos de futuro que nunca llegan, busca certezas sobre su vida cotidiana. Que lo que se dice se cumpla. Que si algo se compromete, se haga. Y eso es justamente lo que queremos ofrecer: una forma de gobernar más directa, más clara, más responsable.
“Cumplir la palabra, es parte de mi esencia”
-¿Y cómo conversa este escenario con tu proyecto?
Este no es un proyecto improvisado ni testimonial. Es una forma de gobernar que ya probamos y que funcionó.
Cuando fui intendente, rompimos varios esquemas: fijamos fechas y las cumplimos, bajamos la delincuencia en el centro de Santiago, abrimos los cargos a concurso público, enfrentamos con decisión problemas complejos como el caso de las micros amarillas usando ley de Seguridad del Estado.
¿Qué hicimos distinto? Dar la cara, cumplir la palabra y no esconderse detrás de excusas. Esa forma de gobernar es la que hoy queremos llevar a todo Chile.
-Y en este centro es donde tú te situarías, porque tú no eres ni extrema derecha ni de izquierda radical, sector donde andan pululando algunos candidatos, como Harold Mayne Nicholls…
Los candidatos actuales quieren ocupar el centro político. Nosotros queremos trabajar con el centro ciudadano. Por eso proponemos una forma de gobernar sin complejos y sin ataduras.
En educación tenemos un problema que arrastramos hace décadas: la mayoría de los estudiantes egresan sin entender lo que leen. ¿Y qué ha hecho la política? Agregar más materia a un currículum que ningún profesor puede cumplir.
La solución es clara: simplificar, enfocar en lo esencial, reducir el currículum, confiar en los equipos educativos y sacar los tapones gremiales e ideológicos que impiden cambiar lo que no funciona.
Eso es lo que ofrecemos: gobernar sin miedo a incomodar, sean gremios de profesores o empresarios, para que las cosas importantes empiecen —por fin— a avanzar.
"No soy de la política del pituto ni del favor"
- ¿Cómo se dialoga con los partidos sin caer en las malas prácticas?
No ser militante de partido ayuda, pero más importante es tener una forma de hacer política distinta. Yo aprendí mucho trabajando con el presidente Aylwin.
Él no operaba desde la trinchera ni desde el cálculo chico. Tenía una libreta con los nombres de toda una vida: llamaba a líderes empresariales, sindicales, políticos, y tejía acuerdos desde la confianza. Sin intermediarios, sin operadores.
Eso es lo que hoy falta. Diálogo directo, respeto por el otro y foco en las soluciones, no en el gallito. Y eso es justamente lo que yo quiero recuperar: una política que no se arrodilla frente a los partidos, pero que tampoco los desconoce. Que conversa, persuade y construye.
-¿Cómo se ve la política desde afuera?
Siempre tuvimos una mirada crítica de cómo funciona la política. No por rabia, sino por experiencia: cuando fui intendente, los partidos me cerraron la puerta por hacer algo tan básico como llamar a concurso para los cargos de confianza.
No soy de la política del pituto ni del favor. Y claro, eso tiene costos. Pero también tiene un valor: nos permite ver con más claridad lo que hay que cambiar.
Desde afuera se ve el desorden, los cálculos chicos, las defensas corporativas. Pero también se ve algo más importante: la enorme cantidad de gente que quiere que esto funcione de una vez por todas. A esa mayoría queremos representar.
¿Hay que abrir conversaciones con los partidos?
- Comentas esto, justo en un momento en que la Democracia Cristiana (DC) está huérfana de candidato porque su presidente Alberto Undurraga dijo que ellos no podían apoyar a Jeannette Jara. Y ya incluso te mencionó...
Me parece bien que la DC abra ese espacio. Yo no soy antipartido, al contrario: creo en la institucionalidad, pero también en una forma distinta de relacionarse.
Si quieren conversar, yo también. Pero no desde la lógica de “súmense a lo que hay”, sino para ver si somos capaces de construir algo nuevo, que interprete a una mayoría ciudadana y que no dependa de pactos entre cúpulas.
Lo que necesitamos no es solo un nombre, es una forma distinta de gobernar. Y ahí, si hay voluntad política, claro que se puede articular.
-Y en tu mismo sector, disputando este mismo electorado, que es un electorado considerable, robusto, que puede decidir una elección, está Harold Mayne y Nicholls, ¿cómo ves su candidatura?
Tengo respeto por su trayectoria y lo que hizo en el fútbol. Pero gobernar un país es otra cosa.
Nuestra candidatura no es antipartido. Es independiente, sí, pero con voluntad de diálogo y con equipos que ya están pensando cómo resolver los problemas concretos del país.
El centro ciudadano no está buscando un símbolo, está buscando una salida. Y eso implica gobernabilidad, certezas y coraje político. Eso es lo que representamos
"Estamos paralizados"
Siguiendo con su análisis, Trivelli transparenta su inquietud respecto del devenir del país, planteando que nadie está pensando en pedirle a los grupos que defienden sus privilegios, con qué van a aportar a Chile.
-¿Y tú dices que eso es algo que está ocurriendo, que se ha instalado en Chile?
Absolutamente. Hoy cada grupo defiende lo suyo, y nadie se pregunta con qué van a aportar al país.
Hay gremios que bloquean reformas, empresas que se protegen con monopolios, instituciones que actúan como si el Estado estuviera a su servicio. Y eso cruza todo el espectro: desde el Colegio de Profesores hasta grandes grupos empresariales.
No se trata de negar que esos intereses existan. Se trata de exigir que, en tiempos difíciles, cada uno diga con claridad: “esto es lo que puedo aportar para que Chile funcione mejor”. Esa es la conversación que hoy nadie está impulsando. Y alguien tiene que hacerlo.
-¿Sientes que ninguna de las candidaturas que hay sobre la mesa están pensando en eso honestamente?
Hasta hoy, ninguna candidatura está pensando en exigirle a quienes defienden sus privilegios que también hagan su aporte al país.
Estamos atrapados en una política ideológica de silencios y acomodos. Nadie se atreve a incomodar a los suyos. Y por eso el país está paralizado: lleno de tensiones no resueltas y de temas que todos ven, pero que nadie enfrenta.
Nosotros queremos hacer justamente lo contrario: destrabar esas tensiones, sacar los tapones y dar certezas. Porque esto no da para más, y alguien tiene que decirlo en serio.
-Y en este escenario político polarizado, la tensión se intensifica…
Sí, la tensión se intensifica. Y en vez de buscar acuerdos, lo que aparece es el populismo: unos prometiendo rebajas de impuestos sin decir cómo se financian, y otros eliminando el IVA como si el Estado no necesitara ingresos para funcionar.
Regalar plata ajena es re’ fácil. Lo difícil —y lo serio— es decir la verdad. Y la verdad es que el país necesita certezas, no experimentos. Por eso decimos: no más reformas tributarias por cuatro años.
Pero también se necesita algo más: que los grupos privilegiados digan con qué se van a poner. No puede ser que los que más tienen se sigan escondiendo detrás de su lobby o su gremio. Si siguen aferrados a sus privilegios, estamos jodidos. Y alguien tiene que decirlo en voz alta.
"Las juventudes están decepcionadas"
Respecto de la juventud, Trivelli tiene un claro diagnóstico que, de llegar a La Moneda, busca enfrentar. "Nelson Mandela decía que todo parece imposible hasta que se hace. Y eso es lo que necesitamos hoy: recuperar la capacidad de soñar en grande y hacerlo realidad", asegura el exintendente.
"Las juventudes no están apáticas, están decepcionadas. Y con razón. Si no les damos espacios reales de crecimiento, si no les ofrecemos oportunidades concretas que mejoran sus vidas, no podemos pedirles que se entusiasmen", recalca a renglón seguido.
En nuestro programa, agrega, "la educación y las juventudes están en el centro. Hay que cambiar el currículum, claro. Pero también hay que cambiar la experiencia escolar: más proyectos, más creatividad, menos pupitre y menos clases eternas. Si queremos una sociedad más conectada y más justa, tenemos que partir por ahí.
-En esta época vamos a escuchar harto ofertón, hemos escuchado por ahí de que van a traer a Joseph Guardiola a la Selección, hay otro señor hablando de las contribuciones. ¿Qué piensas del ofertazo electoral?, ¿qué pueden ofrecer ustedes responsablemente?
En tiempos de desconfianza, ofrecer más cosas no es lo responsable. Lo responsable es decir la verdad y comprometerse con lo que sí se puede hacer.
Nosotros no prometemos milagros. Lo que ofrecemos es liberar el potencial de Chile sacando los tapones que frenan todo: los intereses corporativos, el miedo a incomodar, el cortoplacismo político.
Y sí, también hacemos un llamado al país: como decía Churchill, no hay progreso sin sacrificio. Este no es el tiempo del “¿qué gano yo?”, sino del “¿con qué me pongo yo para que esto funcione?”.
Si ese espíritu prende, Chile va a volver a creer que las cosas importantes sí se pueden hacer, y se pueden hacer bien.
"Estamos viviendo una guerra con armas nuevas"
Paralelamente, Trivelli aborda el contexto internacional, lo que demanda poner a Chile por delante.
"Poco se dice, pero estamos viviendo una guerra con armas nuevas: crimen organizado, migración descontrolada, infiltración digital. No es una guerra declarada, pero es una guerra real", plantea.
Y en su análisis, comenta que "Venezuela ha usado el crimen transnacional como herramienta de desestabilización. El caso Ojeda lo mostró con crudeza. Y mientras tanto, hay sectores políticos que siguen justificando al régimen de Maduro como si nada pasara".
"En esta guerra, no basta con carabineros o tecnología. Se necesita unidad. Se necesita una sociedad que entienda que defender la democracia requiere sacrificios: ceder privilegios, desactivar intereses corporativos y trabajar juntos por el bien común", dice.
Aunque no lo queramos ver, sostiene luego, "estamos en guerra. Y solo la vamos a ganar si ponemos a Chile por delante de todo lo demás".
"Chile necesita recomponer su tejido social"
Por último, Trivelli habla de la génesis de su intención de llegar a La Moneda. "Nuestro proyecto parte de una convicción: Chile necesita recomponer su tejido social. Por ejemplo, la seguridad no se resuelve solo desde arriba; también se construye desde los barrios. Por eso proponemos transformar la Subsecretaría de Prevención del Delito en una subsecretaría de seguridad comunitaria", asegura.
"¿Qué haría? Organizar una gran red de comités de seguridad barrial, donde los vecinos definan su diagnóstico y sus acciones", agrega.
Porque cuando el Estado está ausente, dice, "la gente igual sabe: sabe quién vende, quién trafica, quién amenaza. Lo que falta es el respaldo para actuar juntos".
"Este es un proyecto con mirada de futuro, pero con los pies en la tierra. Creemos que el centro ciudadano es moderado, pero no pasivo. Tiene propuestas, tiene coraje, y está listo para volver a poner el bien común en el centro", concluye.