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Primarias: Tres izquierdas y un solo país
Agencia Uno

Primarias: Tres izquierdas y un solo país

Por: Marcelo Espinoza | 22.06.2025
El único camino viable para las transformaciones sociales en un contexto democrático es la unidad y la conformación de amplias mayorías, en la sociedad y en el parlamento. Por ello, no es el momento de disputas menores, las que pueden hacer mucho daño. Hay que poner el acento en las similitudes y diferenciarse en las propuestas y no en los vacíos y culpas anteriores de cada uno.

Podemos sostener con seguridad que las primarias oficialistas constituyen un logro político mayor. La acumulación de recelos y distancias mutuas entre izquierdas y centro izquierdas solo podían aminorarse con un terremoto. Ese terremoto fue el estallido social del 2019, un movimiento desde las entrañas de la sociedad que interpeló a toda la elite política.

Así se abrió la oportunidad de la Convención Constitucional, inimaginable sin estallido social, oportunidad que se fue al tacho de la basura porque no hubo dirección política y si hubo inoperancia de actores políticos que no estuvieron a la altura del desafío histórico que enfrentaban. Sin embargo, la puerta quedó entreabierta, y más tarde los votos de izquierda y centro izquierda en conjunto, lograron instalar el gobierno del presidente Boric.

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A pesar de todos los ripios, de todas las diferencias, de todas las desconfianzas y de todos los esfuerzos en contrario de la derecha para hundir al gobierno, esta unidad no se quebró. Ahora se ha dado un paso más para continuar en unidad, por eso las primarias son un logro político mayor y que hay que cuidar.

Tenemos tres referentes distintos en esta confluencia: La centro izquierda (PS, PPD, PR, PL), la izquierda PC y la izquierda Frente Amplio. Alguna reflexión sobre cada uno.

Centro izquierda

Es el bloque que gobernó durante veinte años, sin interrupciones (1990 – 2010). Tuvo grandes logros: la estabilización democrática, crecimiento económico, rotunda disminución de la pobreza, entre muchos otros. Junto con ello, nunca cuestionó el poder oligárquico instalado por la dictadura. Su referente principal, el Partido Socialista, después de una rotunda y valerosa autocrítica sobre su papel durante la Unidad Popular, en vez de continuar su reflexión, se detuvo.

Pudo elaborar un proyecto de izquierda transformador y democrático, pero no lo hizo. Se acomodó a las nuevas posiciones de poder, los intelectuales callaron o desaparecieron, y así fue derivando a posiciones de centro. Sufrió un proceso de inmovilidad ideológica y dejó de interpelar el poder establecido. Sus mártires quedaron relegados al olvido, incluyendo el más grande de todos.

Hoy toda la centro izquierda se siente social demócrata. Pero no hay tal, porque de ser así habría interpelado y combatido la mercantilización de la educación, la previsión y la salud. Esto es esencial en la social democracia, pero nunca ocurrió. Sus políticas más bien pueden asimilarse a la llamada Tercera Vía de Tony Blair en Gran Bretaña. Una política más de centro que de centroizquierda. Recordemos a Margaret Thatcher y su afirmación en cuanto a que su mejor herencia fue Tony Blair. Nada más que decir.

Durante el primer proceso constitucional, la derecha en su afán de provocar quiebres al interior de la Convención utilizó su formidable aparato comunicacional para denominarlos “socialismo democrático”. No había dirigente de derecha que no se refiriera todos los días al “socialismo democrático”, para diferenciarlos de la otra izquierda abominable. Desde allí la centro izquierda se ve a sí misma como socialismo democrático. Este episodio no es una simple anécdota.

La centro izquierda dejó de lado el pensamiento crítico, el pensamiento estratégico y carece de un proyecto político con horizonte.

Partido Comunista

Representa a la izquierda histórica tradicional. Su proyecto político es el socialismo, sin que defina de qué socialismo se trata. Esta indefinición, en un mundo en que el socialismo real se derrumbó estrepitosamente en 1989 (caída del Muro de Berlín), no es gratuita y tiene sus costos. Es una reflexión necesaria en que hacen falta los intelectuales. Hay una insuficiencia de pensamiento estratégico, con el agravante que han transcurrido 36 años desde 1989. Nunca hemos visto una visión crítica de aquellas experiencias.

En su declaración de principios se define como un partido democrático: “Está comprometido con el fortalecimiento de la democracia y el respeto, garantía y promoción de los derechos humanos asegurados en la Constitución, en los tratados internacionales ratificados y vigentes”. Así ha sido el Partido Comunista históricamente en Chile.

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Pero arrastra una pesada mochila en su relación con los socialismos que conocimos en el siglo XX y sus herederos, personificados en Corea del Norte, Venezuela, Nicaragua y Cuba. Adolece de una falta de conciencia crítica respecto a cómo debería ser un horizonte socialista. En el siglo XXI dicha situación representa un problema mayor frente a una humanidad en que las libertades democráticas han pasado a ser una bandera universal.

En este sentido, representa a una izquierda nostálgica. Carece también de un proyecto político histórico con horizonte.

Frente Amplio

El Frente Amplio surge como consecuencia de las limitaciones de los gobiernos de centro izquierda y de la mochila ideológica que carga el Partido Comunista. Si la Concertación hubiera sido realmente socialdemócrata, y si el Partido Comunista hubiera desarrollado una visión crítica de los autoritarismos de izquierda, no existiría el Frente Amplio. Su aparición se genera en medio de ambos vacíos históricos y esa es su importancia. Su origen está en las revueltas estudiantiles de 2010, cuando han transcurrido 20 años de gobiernos de centro izquierda y 21 años desde la Caída del Muro.

Diversas agrupaciones juveniles de entonces se constituyen como Frente Amplio en el 2017. Llegan así tempranamente al parlamento (fin del sistema binominal de por medio), sin tener un horizonte político, un proyecto histórico que proponer. Sus herramientas son la interpelación al poder, las consignas, pero no las propuestas. En el parlamento son una oposición sin timón, intransigente, presentando acusaciones constitucionales sin ton ni son.

Su desarrollo es vertiginoso y llegan tempranamente al gobierno (estallido social de por medio). Por primera vez preparan un programa de gobierno y logran triunfar en la elección presidencial. En la sociedad hay vientos de cambio. Pero la realidad y la inexperiencia los golpean desde el primer día (conflicto mapuche, indultos desprolijos, etc.).

La derrota del 4 de septiembre de 2022 los deja en la intemperie y se arriman a la experiencia y peso político del PS y PPD, logrando sostener los andamios. En paralelo se inicia la recuperación de la derecha. La inesperada corrupción les toca la puerta en el caso Fundaciones; el golpe es fuerte y bajo el vientre. Los deja heridos y desprestigiados. Cuando las convicciones son débiles la corrupción está al acecho.

Aprendieron en el rigor del ejercicio de gobierno. Logran mantenerse en pie y hoy son un proyecto más maduro, más experimentado. A la vez, con serias limitaciones ideológicas y deficiencias orgánicas importantes para un partido que pretenda liderar. Todavía sin proyecto político, que antes no estaban en condiciones de desarrollar y tal vez ahora sí. Elaborar un proyecto político histórico con horizontes, sería el camino lógico considerando sus orígenes. Es la hora de los intelectuales.

Quien quiera sea el vencedor de la Primaria, deberá gobernar con los demás. El único camino viable para las transformaciones sociales en un contexto democrático es la unidad y la conformación de amplias mayorías, en la sociedad y en el parlamento. Por ello, no es el momento de disputas menores, las que pueden hacer mucho daño. Hay que poner el acento en las similitudes y diferenciarse en las propuestas y no en los vacíos y culpas anteriores de cada uno.

Ninguno de estos referentes es inmaculado. Nadie lo es, como en la vida misma.

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