
Vacunación neonatal: Cuidar en un país con cada vez menos nacimientos
Chile se ha posicionado entre los países con menor tasa de mortalidad infantil en América Latina (5,6 por cada 1.000 nacidos vivos), gracias a políticas públicas que aseguran acceso igualitario a prestaciones como el control prenatal, atención profesional del parto y puerperio, y el Programa Nacional de Inmunizaciones (PNI).
Nuestro país también ha asumido compromisos internacionales, como la iniciativa ETMI Plus de la OPS, para eliminar la transmisión materno-infantil de infección por VIH, sífilis, enfermedad de Chagas y hepatitis B. A esto se suma el control de infecciones respiratorias graves como las causadas por el virus respiratorio sincicial (VRS).
En 2024, Chile registró la cifra más baja de nacimientos en su historia (135.539), cercana al número de defunciones anuales (120.369). Esta tendencia obliga a reflexionar sobre la relevancia de proteger a los cada vez menos recién nacidos (RN) chilenos, por medio de acciones como la vacunación.
El PNI ofrece vacunas obligatorias y gratuitas a diversos grupos etarios, incluidos los RN. Estas se administran en maternidades y unidades de neonatología mayoritariamente por matronas y matrones, con el fin de prevenir enfermedades graves y potencialmente mortales.
La vacuna BCG (bacilo de Calmette-Guérin), utilizada en Chile desde 1947, protege contra la tuberculosis y sus formas graves (meningitis tuberculosa y tuberculosis diseminada), cuyo contagio puede ocurrir por vía aérea directa o transplacentaria. Esta vacuna se administra mediante punción intradérmica en el brazo izquierdo formando una pápula pequeña que evolucionará a la típica cicatriz deprimida que tenemos los adultos. Su protección dura entre 10 y 20 años y no se recomienda revacunación.
La hepatitis B es una infección viral que se adquiere por vía vertical o exposición directa a fluidos corporales. Esta infección puede ser crónica si se adquiere tempranamente. La vacuna hepatitis B (VHB) se administra a recién nacidos mayores de 2 kg durante las primeras 24 horas de vida por medio de punción intramuscular en el muslo. Posteriormente, los lactantes reciben refuerzos mediante la vacuna hexavalente.
Respecto al VRS, este virus estacional es altamente peligroso para prematuros, lactantes menores de 6 meses o cardiópatas causando enfermedades respiratorias graves como bronquiolitis y neumonías. En 2024, Chile se convirtió en el primer país de Latinoamérica en incluir en su PNI el anticuerpo monoclonal Nirsevimab, como inmunización pasiva para recién nacidos y lactantes menores a 6 meses. Este medicamento se administra por vía intramuscular en dosis variables, según peso del RN y otorga protección por al menos cinco meses.
Los resultados obtenidos han sido alentadores: una cobertura del 97,9% en RN y del 90,1% en lactantes, reducción del 80% en hospitalizaciones y, lo más importante, ausencia de muertes atribuibles al VRS. Este hito posiciona a Chile como propulsor y referente regional en materia de inmunización neonatal.
Lo anterior demuestra que vacunar no es solo una acción clínica sino más bien un compromiso social, ya que, en una sociedad con baja natalidad, cada recién nacido cobra un valor simbólico y real invaluable.