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A 100 años, La Cisterna: Patrimonio vivo y futuro compartido
Agencia Uno

A 100 años, La Cisterna: Patrimonio vivo y futuro compartido

Por: Lorena Meneses | 29.05.2025
La Cisterna tiene una historia que vale la pena contar, pero también defender y proyectar. A 100 años de su fundación el mejor homenaje que podemos hacerle no es solo recordar el pasado, sino comprometernos con un futuro que reconozca nuestras raíces, valore nuestra identidad y se construya con todas y todos.

La Cisterna cumple 100 años, y no es solo una cifra: es una invitación a detenernos, mirar nuestro territorio con otros ojos y preguntarnos cómo queremos construir el próximo siglo. Porque más allá del crecimiento urbano, esta comuna tiene una historia cargada de sentido, memoria y dignidad popular.

Somos una comuna del sur de Santiago, marcada por una identidad profundamente barrial. Barrios como Lo Ovalle, El Salitre, El Parrón o La Aurora no nacieron por diseño tecnocrático, sino desde el esfuerzo colectivo de familias trabajadoras que levantaron sus hogares con autogestión, solidaridad y organización. Esa forma de habitar -arraigada en la vida comunitaria- es parte de nuestro patrimonio inmaterial.

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Y también lo es nuestro patrimonio material: la ex Casa de la Cultura, antigua construcción palaciega de inicios del siglo XX y que aún muchos esperamos se pueda reconducir como un nuevo espacio comunitario; la iglesia Don Bosco, que ha sido punto de encuentro espiritual y social por décadas; el histórico Cine Moderno que funcionó hasta comienzos de los noventa en el paradero 18 de Gran Avenida y que alguna vez fue referente cultural de la zona sur; o las ferias libres, como la de calle Goycolea, que además de abastecer, tejen vínculos y saberes comunitarios que no caben en ninguna estadística.

Estos lugares cuentan historias. Nos hablan de cómo hemos resistido, creado y soñado como comuna. Pero también nos advierten: cuando el patrimonio se descuida o se entrega al mercado, lo que perdemos no es solo estética o historia, sino cohesión social, pertenencia e identidad.

Como arquitecta, me preocupa profundamente cómo la presión inmobiliaria está borrando esa memoria urbana. Donde antes había casas con patios y vecinos que se conocían, hoy se levantan torres que no dialogan con el entorno ni con la historia. Y muchas veces estas transformaciones se hacen sin participación, sin consulta, sin cuidado. La comuna cambia, pero no siempre para sus habitantes.

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Por eso, este centenario es más que una celebración, es una oportunidad para reactivar la participación ciudadana desde el patrimonio. Para preguntarnos colectivamente: ¿Qué queremos conservar? ¿Qué queremos transformar? ¿Dónde están las memorias que vale la pena proteger y compartir?

El patrimonio no es pasado. Es presente activo y posibilidad de futuro. Es herramienta de lucha contra el olvido, contra el desarraigo y contra la fragmentación social. Apuesto por una comuna que se construya desde sus barrios, que defienda sus espacios históricos y que abra caminos para nuevas formas de habitar, más justas, más cuidadoras y más humanas.

La Cisterna tiene una historia que vale la pena contar, pero también defender y proyectar. A 100 años de su fundación el mejor homenaje que podemos hacerle no es solo recordar el pasado, sino comprometernos con un futuro que reconozca nuestras raíces, valore nuestra identidad y se construya con todas y todos.

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