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Un país que cuida: Censo 2024 y el desafío global del envejecimiento
Agencia Uno

Un país que cuida: Censo 2024 y el desafío global del envejecimiento

Por: Alejandro Gómez | 23.04.2025
Para Chile el desafío es serio y para que pueda enfrentarlo, es indispensable mirar con profundidad las experiencias internacionales, identificar las condiciones que las hicieron posibles y adaptarlas a nuestro contexto. La evidencia cuantitativa debe ser brújula, pero no puede reemplazar la escucha activa a los territorios.

Los resultados del Censo 2024 marcan un punto de inflexión para Chile. Hoy, un 14% de la población nacional tiene 65 años o más, el doble que en 1992. Comunas como Camarones (26,5%), El Tabo (26,3%) y El Quisco (25,1%) evidencian un envejecimiento más pronunciado que el promedio nacional.

Regiones como Ñuble y Valparaíso registran los índices de envejecimiento más altos del país, superando los 97 puntos. Estas cifras revelan no solo una transición demográfica, sino también la urgencia de pensar políticas públicas y sanitarias innovadoras, sostenidas en evidencia y ancladas en los territorios.

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El envejecimiento no es una excepción chilena. Es un fenómeno global que diversos países han abordado desde políticas robustas, enfoques intersectoriales y una lectura crítica de la información disponible. Chile puede y debe aprender de estas experiencias para construir un modelo propio, adaptado a su diversidad territorial, cultural y social.

Japón: tecnología, redes y comunidad

Con casi un 30% de su población sobre los 65 años, Japón es uno de los países más envejecidos del mundo. Su respuesta ha sido integral: ha invertido en tecnologías de asistencia, políticas de ciudades amigables con las personas mayores y programas comunitarios que favorecen el envejecimiento activo, la memoria, el propósito y la vida comunitaria y saludable.

A nivel local, han desarrollado redes de apoyo intergeneracionales y sistemas de transporte adaptados. Además, el cuidado domiciliario financiado por el Estado permite que las personas mayores permanezcan en sus hogares con autonomía, reduciendo hospitalizaciones innecesarias.

España: una ley para cuidar la dependencia

Desde 2006, España ha implementado la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia. Esta legislación permite a los ciudadanos acceder a cuidados en el hogar, centros de día, apoyos económicos y profesionales sociosanitarios.

Al año 2022, más de 1,3 millones de personas accedían a prestaciones del sistema. Esta política pública ha sido reconocida por su enfoque integral, basado en derechos, con financiamiento compartido entre el Estado y las comunidades autónomas.

Canadá: salud comunitaria y bienestar rural

En el modelo canadiense, se ha privilegiado el enfoque comunitario como eje del cuidado. Las provincias han integrado programas de bienestar, acompañamiento emocional, prevención de enfermedades crónicas y visitas domiciliarias dentro del sistema de salud pública.

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Destacan los servicios para adultos mayores en comunidades rurales e indígenas, incorporando prácticas culturales en la atención y fortaleciendo la red comunitaria como soporte cotidiano del cuidado.

Chile: entre las cifras y la oportunidad

En el contexto chileno, el Censo 2024 también revela otras transformaciones relevantes: los hogares unipersonales han pasado de representar el 8,3% en 1992 al 21,8% en 2024, y los hogares habitados solo por personas mayores se han casi triplicado. A esto se suma el aumento de la esperanza de vida y la baja tasa de fecundidad, elementos que configuran un nuevo panorama social.

En respuesta, el país ha impulsado avances como la Pensión Garantizada Universal (PGU), que en 2025 alcanza los $224.004, y el Plan Nacional de Salud Integral para Personas Mayores 2020-2030, en el marco de la Estrategia Adulto Mejor. No obstante, aún queda un largo camino para consolidar un sistema de cuidados integral, territorial y con enfoque intersectorial.

Para Chile el desafío es serio y para que pueda enfrentarlo, es indispensable mirar con profundidad las experiencias internacionales, identificar las condiciones que las hicieron posibles y adaptarlas a nuestro contexto. La evidencia cuantitativa debe ser brújula, pero no puede reemplazar la escucha activa a los territorios. Porque en cada comuna, en cada barrio, hay historias que envejecen y que exigen respuestas distintas.

La salud pública y la medicina familiar, con su enfoque integral, son fundamentales para construir este nuevo pacto social del cuidado. La salud no es solo la ausencia de enfermedad, es la posibilidad de envejecer con dignidad, con redes, con pertenencia. Es el derecho a habitar el propio territorio hasta el final.

El país que soñamos se construye escuchando tanto los datos como a las casas. Desde un Estado que mida y que se conmueva. Desde una política que combine ciencia con humanidad. Porque si de futuro hablamos, será desde la sabiduría de nuestros mayores y desde la capacidad del presente para aprender, decidir y cuidar mejor.

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