A pasos del Congreso en Valparaíso ocurrió una manifestación de pescadores artesanales de San Antonio y de la caleta Portales , que terminó con barricadas y represión policial. Las razones detrás del enojo esconden una disputa ambiental y productiva entre la pesca artesanal y la industrial.

Los pescadores artesanales de la caleta Portales abastecen a una de las zonas más pobladas del país, con una ubicación privilegiada entre Valparaíso y Viña del Mar. Pero en los últimos años han vivido problemas que también se replican en otras caletas a lo largo de Chile.

Uno de ellos es la situación de la merluza común, que lleva once años sobreexplotada y en algunos años agotada. La merluza común es el emblema de la caleta portales, donde 80% de los pescadores dependían de ese recurso. Pero donde antes había abundancia de pescado cerca de la costa, relatan que ya casi no se encuentra.

“Tu ves que salimos a pescar y a veces no pescamos nada. Antes sacábamos hartos botes y llegaba gente de los cerros de Viña y Valparaíso a abastecerse. Ahora eso no se ve porque llegamos con pescado y es carísimo, porque está lejos y se gasta mucho en bencina” comenta el pescador de caleta Portales Alexis Medina, en un documental de la fundación Océana.

Efectivamente, pescadores relatan que deben navegar más de 30 kilómetros mar adentro para encontrarse con el recurso, y esta distancia aumenta cada año lo que hace más costosa la operación.

La situación de la merluza se ha mantenido en crisis a pesar de la veda impuesta cada año para dejar que se recupere el recurso. Los pescadores y especialistas apuntan a la pesca de arrastre realizada por el sector industrial como el principal problema para la falta de esta pesquería.

Pesca de arrastre

Según explica otro pescador artesanal en el documental, mientras que actualmente los barcos artesanales logran llegar a juntar 60 cajas de merluza, “un barco industrial te saca 800 cajas de un solo paraguazo”, compara.

Ante esta situación, especialistas de la organización Oceana declaran que la principal medida es regular la pesca de arrastre de fondo. Esta práctica, utilizada por el sector industrial, consiste en arrastrar grandes redes a ras del fondo marino, arrastrando a su paso todo lo que se encuentra allí.

Específicamente, se plantea una medida que se ha tomado en países como Nueva Zelanda, que es “congelar” la huella del arrastre, lo que significa que no se permita expandir este tipo de práctica hacia nuevas áreas.

Entre las principales demandas de los pescadores movilizados en Valparaíso, se pide justamente “impedir que la industria retorne con el depredador arrastre en el mar chileno”, sobre todo para la pesca de jibia.

Esto además de protestar por el retraso en la tramitación de la ley de fraccionamiento pesquero, donde se busca aumentar las cuotas para pesca artesanal de pesquerías como la merluza, la jibia y el jurel.

La pesca de arrastre no solo perjudica la sostenibilidad de la actividad pesquera artesanal, que por su escala tiene un menor impacto ambiental, sino que la práctica en sí es perjudicial para los ecosistemas marinos, ya que barre con especies protegidas, praderas submarinas y otros organismos que además capturan carbono de la atmósfera, por lo que la práctica también acrecienta el calentamiento global.