
La apuesta de Tohá: ¿Un nuevo horizonte para el progresismo?
El anuncio de la candidatura presidencial de Carolina Tohá es uno de los más relevantes de cara a las elecciones de noviembre. Hasta ahora, los sectores progresistas y socialdemócratas carecían de una figura de liderazgo fuerte, contrastando con las múltiples opciones que ha presentado la oposición.
Tohá, con su experiencia, capacidad negociadora y estilo de liderazgo que ha servido como puente entre distintas generaciones del progresismo, emerge como una alternativa atractiva. Su red de apoyos abarca desde la centroizquierda más tradicional hasta sectores del Frente Amplio y el Partido Comunista, consolidándose como uno de los pilares del gobierno de Gabriel Boric.
Sin embargo, su camino hacia La Moneda está plagado de obstáculos que podrían reducir significativamente sus oportunidades, convirtiendo su candidatura en una apuesta arriesgada.
Al pensar en los aspectos más positivos de Tohá como candidata, destacan tres elementos clave. En primer lugar, su extensa trayectoria política: ha sido diputada, vocera de gobierno, alcaldesa de Santiago y, más recientemente, ministra del Interior. Pocos candidatos cuentan con un currículum tan robusto, que refleja años de aprendizaje y gestión en cargos de alto desgaste. En segundo lugar, su habilidad para negociar y tender puentes entre sectores diversos.
Esto se ha evidenciado tanto en su manejo de la agenda de seguridad, donde ha logrado avances legislativos y la creación del Ministerio de Seguridad, como en su rol articulador entre el Socialismo Democrático y el Frente Amplio, mediando entre dos generaciones progresistas. Finalmente, su aporte a la reflexión política, con un discurso estructurado que combina la coyuntura inmediata con una visión estratégica de largo plazo, resulta valioso en un escenario de alta polarización.
Pese a estas fortalezas, la carrera presidencial se presenta cuesta arriba para Tohá. La seguridad pública, principal preocupación ciudadana en Chile, ha sido su área de gestión más visible y controvertida. Aunque su trabajo ha tenido luces y sombras, predomina una sensación negativa generalizada.
Episodios como el caso del exsubsecretario Monsalve, el asesinato de tres carabineros en Cañete y el aumento del crimen organizado han impactado fuertemente su imagen. Las encuestas reflejan altos niveles de rechazo hacia su figura, lo que dificulta su proyección como candidata. En un contexto donde la seguridad es un tema de alto impacto electoral, Tohá carga con el lastre de ser la cara visible de una gestión que no ha logrado tranquilizar a la ciudadanía.
Otro desafío importante es su asociación con el gobierno actual. Al ser uno de los rostros más destacados de la administración de Boric, es difícil que no sea percibida como una opción de continuidad. En América Latina y Chile, los últimos ciclos electorales han estado marcados por el voto de castigo a los gobiernos en ejercicio. Incluso si logra revertir la percepción negativa en seguridad, Tohá deberá lidiar con el desgaste inherente a su rol en el gobierno.
Su renuncia al gabinete era un paso necesario para marcar distancia, pero enfrentará la tensión de una candidatura continuista: tendrá que diferenciarse de los puntos débiles de la administración sin ser excesivamente crítica, manteniendo el apoyo de la base oficialista y proyectando un mensaje de cambio dentro de la continuidad.
Una opción para ello es articular un discurso que haga énfasis en los puntos negativos del gobierno. Una cosa es reconocer la realidad, pues ayuda a tomar medidas para mejorarla. Otra distinta es quedarse estancado en lo negativo. En su justa medida, la autocrítica ayuda a crecer, pero en exceso pone en duda las propias capacidades.
Un mensaje de campaña centrado en los errores que se cometieron en el gobierno dejan una imagen negativa en el público y señalar que no se volverán a cometer en una futura gestión es pedirles que realicen un salto de fe. Por consiguiente, su equipo de campaña tendrá el reto de construir un relato novedoso que proyecte una visión de futuro y credibilidad sobre sus posibilidades.
Además, Tohá deberá consolidar su liderazgo dentro del oficialismo, una tarea nada sencilla. Aunque es una figura atractiva para el ala más centrista de la coalición, el flanco izquierdo se muestra reticente. El Frente Amplio y el Partido Comunista presentarán sus propias candidaturas pronto, lo que obligaría a Tohá a competir en primarias.
Para triunfar necesitará demostrar que es la opción capaz de mantener la unidad de la coalición y, al mismo tiempo, ganar en la elección general. Esto implica no solo asegurar el apoyo de la centroizquierda, sino también conectar con el electorado de izquierda, cuyo respaldo será imprescindible en una eventual primera vuelta.
Al respecto, lograr un apoyo de Bachelet podría ser útil para la candidata, pero no sería suficiente para capturar al sector independiente que no se identifica con el oficialismo ni la oposición, lo que constituye el gran enigma de estas elecciones.
En definitiva, la candidatura de Tohá es la opción más sólida de la centroizquierda hasta el momento y es una oportunidad para revitalizar el proyecto progresista manteniendo un diálogo entre las dos almas del oficialismo, pero su éxito dependerá de su capacidad para superar los obstáculos, conectar con las demandas ciudadanas y presentarse como una alternativa creíble y transformadora en un contexto marcado por el descontento y la incertidumbre.
Sus opciones, a día de hoy, parecen muy reducidas. Pero las últimas elecciones presidenciales nos han enseñado a esperar lo inesperado, por lo que la evolución de la carrera de 2025 debe mirarse con atención.