Fauna silvestre y las ciudades: ¿Cómo coexistir sin perjudicar a ambas partes?
En los últimos años los encuentros entre humanos y fauna silvestre en ciudades chilenas se han vuelto más frecuentes. Zorros, pumas y cóndores, antes habitantes exclusivos de bosques y montañas, ahora comparten nuestros entornos urbanos. Esta nueva realidad plantea un desafío: ¿cómo coexistir con la naturaleza sin perjudicar a ambas partes?
La fauna silvestre siempre ha estado presente. Durante la cuarentena por Covid-19 en 2020 y 2021, esto se evidenció cuando pumas y zorros exploraron las tranquilas avenidas de Santiago, un fenómeno observado también en otras ciudades del mundo.
La sorpresa que genera el avistamiento de animales nativos en la periferia refleja nuestra desconexión con la naturaleza. Solemos centrarnos en el interior de la ciudad, ignorando la biodiversidad que nos rodea. Esta ignorancia, lamentablemente, fomenta los conflictos.
En las últimas décadas Santiago ha crecido significativamente. La expansión urbana, junto con la fragmentación de hábitats y la pérdida de biodiversidad, ha obligado a la fauna nativa a buscar nuevos espacios para sobrevivir. Aunque los animales suelen evitar interactuar con humanos, esta convivencia no siempre es pacífica. A medida que la ciudad avanza hacia la cordillera, los conflictos entre humanos y fauna silvestre serán cada vez más comunes.
¿Por qué ocurren estos encuentros? Principalmente, por la pérdida y fragmentación de hábitats naturales. Al ocupar los últimos reductos de la región, estamos desplazando a los animales, quienes buscan alimento y refugio en áreas urbanas. Además, la disponibilidad de recursos dentro de las ciudades atrae a estas especies.
¿Qué podemos hacer?
Una planificación urbana sostenible es urgente. Es fundamental integrar la conservación de la biodiversidad en los planes de desarrollo urbano, incluyendo la creación de corredores biológicos que conecten los espacios verdes y permitan el movimiento de la fauna.
La educación ambiental también es esencial para fomentar una cultura de respeto hacia la naturaleza. Debemos enseñar a las personas cómo convivir con la fauna silvestre, reconocer señales de peligro y actuar de manera responsable. A medida que la ciudad se expande hacia áreas cordilleranas, es crucial implementar medidas como cercos eléctricos y la eliminación de fuentes de alimento atractivas para los animales.
La participación ciudadana es clave. La comunidad debe involucrarse en la conservación, colaborando en programas de monitoreo, rescate y rehabilitación de fauna silvestre.
La coexistencia entre humanos y fauna nativa es posible, pero requiere un cambio de mentalidad y acciones concretas. Es necesario dejar de percibir a los animales silvestres como una amenaza y valorarlos como parte esencial de nuestros ecosistemas. Al proteger la biodiversidad, estamos asegurando nuestro propio futuro.