Hamlet, de William Shakespeare, reflexiona dubitativo en el acto tres, escena primera, con su célebre pregunta: “¿Ser o no ser?”. De manera similar, el Ministerio de Salud (Minsal) se enfrentó, comenzando este 2025, al dilema anual: “¿Vacunar o no vacunar de forma obligatoria?” a los grupos de riesgo contra el Covid-19.

Spoiler: este año la vacunación seguirá siendo voluntaria.

Pero he aquí lo interesante de esta decisión. El Comité Asesor en Vacunas y Estrategias de Inmunización (CAVEI), organismo creado el 2009, y que se define como un “consejo consultivo científico-técnico multidisciplinario, deliberativo e independiente, cuyo objetivo es asesorar a la Subsecretaría de Salud Pública en la formulación de políticas, el diseño de programas y la implementación de estrategias y prácticas de inmunización eficientes, seguras y coherentes con las necesidades de la población chilena”, recomendó vacunar a los grupos de riesgo.

Estos grupos de riesgo incluyen a adultos mayores de 65 años, pacientes inmunosuprimidos, personas con enfermedades crónicas, embarazadas y trabajadores de la salud. Pero, ¿por qué tomó el Minsal esta decisión? ¿Por qué no seguir la recomendación del CAVEI, considerando su experiencia técnica?

Según el Minsal, ”la evidencia, el contexto epidemiológico y los últimos antecedentes disponibles, no justifican la obligatoriedad de esta medida”. Una respuesta peculiar, dado que la evidencia científica utilizada debería ser la misma tanto para el Minsal como para el CAVEI.

Reflexionando sobre el motivo de esta decisión, cabe preguntarse: ¿cuándo es obligatoria una vacuna? Las leyes y decisiones judiciales establecen que la vacunación puede ser obligatoria cuando busca proteger el bienestar colectivo. Esto aplica especialmente en casos donde hay un riesgo para la salud pública debido a enfermedades contagiosas.

Además, esta medida debe estar respaldada por pruebas científicas que demuestren la eficacia de la vacuna en la población a la que está dirigida. Por ejemplo, durante brotes de enfermedades como el sarampión, varios gobiernos han implementado políticas de vacunación obligatoria para evitar la propagación y proteger a los más vulnerables.

El Minsal, según sus proyecciones, estima que en 2025 no se registrará un impacto en la salud pública comparable al de los años críticos de la pandemia por SARS-CoV-2 (2020-2023). No obstante, mantiene la alerta sobre los riesgos individuales y continuará promoviendo acciones educativas e informativas dirigidas a reducir el riesgo en la comunidad.

En resumen, la decisión es suya: “Vacunarse o no vacunarse”. Al igual que Hamlet, cabe preguntarse: ¿es más sabio enfrentar (no vacunarse) los riesgos y desafíos de una fortuna incierta, o armarse (vacunarse) contra un mar de adversidades y buscar la protección? Sin duda, una reflexión importante en salud para comenzar este nuevo año con decisiones responsables e informadas.