Este viernes 10 de enero, a las 13:00 horas de Chile, estaba previsto que Nicolás Maduro asumiera un nuevo período al frente de Venezuela, donde debiera permanecer seis años más como presidente.

Sin embargo, el país caribeño atraviesa por una crisis de envergadura que mantiene al régimen chavista en una situación de creciente cuestionamiento que, incluso, ha alertado a la comunidad internacional.

Porque a la compleja y apremiante ola migratoria que ha generado este país, se suma la apremiante situación derivada de los resultados de la elección del 28 de julio último, que enfrentaron al mandatario al opositor Edmundo González, quien desde el frente que busca derrotar al chavismo, se habría impuesto en una contundente victoria avalada hasta por el prestigioso Centro Carter.

Este triunfo no asumido por Maduro, quien se autoproclamó vencedor insistiendo en que la voluntad popular se mantiene de su lado, ha hecho escalar la tensión en Venezuela.

Porque pese a su postura de mantenerse en el poder tras los comicios, cuyos resultados oficiales entregados por el régimen han sido cuestionados en diversos países donde hasta se habla de fraude electoral, la realidad apunta a su marginación desde la comunidad internacional.

Oposición no cede

De esta manera, quien fuera conductor de autobús en el Metro de Caracas, además de dirigente sindical, para luego llegar a poder tras asumir la vicepresidencia el 2012, cuando el presidente Hugo Chávez ya había sido diagnosticado con cáncer, ha consolidado un estilo que lo ha ido alejando del pueblo venezolano.

Pese a ser ahijado del extinto presidente fallecido el 2013, lo que dejó a Maduro como interino, y quien a través de distintas elecciones se ha mantenido en el poder, este 2025 asume un nuevo mandato con una oposición robustecida que busca conformar un gobierno paralelo en Venezuela.

Todo esto, mientras la comunidad internacional estrecha el cerco sobre él a través de cuestionamientos que escalan en medio de la frágil situación del país caribeño.

De hecho, en este el descontento cuidadano se expresa en sendas protestas en las calles, que incluso han trascendido a permanentes y masivas manifestaciones en diversos países del mundo.

Chile y su despliegue

Un contexto al que Chile no se mantiene ajeno. De hecho, en el centro de Santiago, Parque Almagro se ha transformado en el lugar de reunión de la cuantiosa comunidad venezolana residente.

Tanto así que este jueves, a horas de que asumiera Maduro, miles de venezolanos se congregaron en este sector, exigiendo la caída del régimen. Inesperadamente, la actividad estuvo marcada por la detención de María Corina Machado, referente de la oposición desaparecida durante un par de horas de máxima tensión.

Paralelamente, en medio de sus actividades en Concepción, el Presidente Gabriel Boric arremetía nuevamente contra el mandatario. “En Venezuela hoy se está persiguiendo a quienes se oponen al gobierno”, dijo.

“Y el gobierno de Nicolás Maduro se ha convertido en una dictadura, en una dictadura que además se robó las últimas elecciones. Y en Venezuela hoy día no hay libertad. Y tengo que decirlo de manera muy clara, muy explícita, que no quepa ninguna duda”, agregó endureciendo todavía más el tono contra el heredero de Hugo Chávez.

Declaraciones que llegaron luego de que a comienzos de semana, el gobierno notificara el término de la misión de su embajador ante Venezuela, Jaime Gazmuri.

Trump reconoció a González

La actitud de Chile ante Venezuela, se ha replicado alrededor del mundo. De hecho, tras un largo silencio, este jueves el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, abandonó su ostracismo frente al tema, para respaldar a la oposición y reconocer a González como su nuevo presidente.

“La activista por la democracia venezolana María Corina Machado, y el presidente electo González están expresando pacíficamente las voces y la voluntad del pueblo venezolano con cientos de miles de personas manifestándose contra el régimen”, sostuvo.

Adicionalmente, aseguró que “la gran comunidad venezolana americana en los Estados Unidos apoya abrumadoramente una Venezuela libre”.

Por otra parte, durante las últimas horas, desde territorio caribeño anunciaron el cierre de su frontera terrestre con Colombia, además de la suspensión de vuelos con este país.

Según información de EFE, “el gobernador del estado venezolano de Táchira, el chavista Freddy Bernal, anunció este viernes el cierre de la frontera con Colombia ante informaciones -dijo- de una supuesta ‘conspiración internacional’, previo a la toma de posesión de la Presidencia”.

"Tenemos la información de una conspiración internacional para perturbar la paz de los venezolanos y, en especial, de esta frontera", dijo el gobernador en un video publicado en Instagram sobre la medida vigente hasta el 13 de enero.

Mínima presencia internacional

Todo esto, mientras de la ceremonia de toma de poder de Maduro, es poco lo que se ha informado, más allá de los reportes que apuntan a una precaria presencia internacional, que se ha reducido al envío de acotadas representaciones de otros países. Incluso desde territorios históricamente aliados de Venezuela.

Es el caso del gobierno colombiano liderado por Gustavo Petro, administración que no avala los resultados oficiales que notificaron la victoria de Maduro, y desde donde se envió a los actos de investidura al embajador en Caracas, Milton Rengifo.

Por otra parte, y pese a la excelente relación que mantiene con Venezuela, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, se restó de la investidura en la que, sin embargo, estaría representado por una delegación de ministros y diputados.

Luis Arce, presidente de Bolivia, también se marginó de la ceremonia, acusando problemas de agenda y asuntos internos que no le permiten estar junto a Maduro. Y Xiomara Castro, presidenta de Honduras y una de las aliadas del régimen chavista, quien incluso reconoció su supuesto triunfo, tampoco llegó a Caracas.

A estas ausencias, se suma la del presidente de Brasil, Lula da Silva, quien en el último tiempo ha tomado distancia del mandatario venezolano, tras no reconocer su victoria. En estas circunstancias, planeaba enviar a su embajadora en Caracas, Glivânia Maria de Oliveira, a la investidura presidencial.

Cuba consolida hermandad con Venezuela

Claudia Sheinbaum, presidenta de México y quien no reconoció abiertamente la elección de Maduro, tampoco es parte de la ceremonia. “Nos vamos a mantener imparciales ante esto”, decía en octubre post elecciones. En diciembre aseguró no haber recibido invitación para asistir a la ceremonia, y hace un par de días confirmó el envío de una delegación.

Cerrando el listado de ausentes de la región, el Presidente Boric tampoco viajó, lo que consolida su conocido distanciamiento con Maduro.

Cuba rompe esta tendencia, y como se esperaba de un país históricamente aliado, su presidente, Miguel Díaz-Canel, llegó este viernes a Venezuela para asistir al acto de investidura de la Presidencia.

Con su presencia, se consolida un vínculo que los hermana en el tiempo en medio de cuestionamientos de la comunidad internacional a ambos regímenes.

Ceremonia

Aislado, y frente a una oposición que trasciende alrededor del mundo, más allá del referente liderado por María Corina Machado, Maduro llegó este viernes a la sede de la Asamblea Nacional (AN, Parlamento), controlada por el chavismo, para jurar en cargo de presidente para el período 2025-2031.

El autoproclamado mandatario, llegó a la sede del Legislativo, en Caracas, acompañado de la primera dama, Cilia Flores, la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, y el presidente de la AN, el chavista Jorge Rodríguez.

Al ingreso al Parlamento, cadetes de la Academia Militar le rindieron homenaje a Maduro y sus acompañantes. Minutos más tarde, este asumía un nuevo período al frente de Venezuela, dando paso a un extenso discurso.

Mientras, la oposición se mantiene en alerta intensificando su despliegue para consolidar su propio gobierno, liderado por Urrutia.

Tanto así que este jueves, previo a anunciarse su liberación luego un hecho que incluso fue calificado de secuestro, Machado, quien permaneció 133 días en la clandestinidad resguardando su seguridad mientras Maduro estrechaba el cerco contra la oposición, reaparecía en Chacao, una emblemática zona de Caracas.

“Esto se acabó, Venezuela será libre”, aseguraba mientras irrumpía en una multitudinaria manifestación que terminó con ella desaparecida unas horas, marcando la previa de un día que seguramente los venezolanos no olvidarán.