Un hito en la barbarie humana: "Gaza en el corazón"
En los próximos futuros, si es que los dueños del mundo dejan algo en pie, Gaza debería ser recordada como un hito en la barbarie humana. Pero eso no va suceder porque la masacre, ahora tecnificada y digitalizada, no se detiene y Gaza nos muestra, otra vez, que las “soluciones finales” persisten en la historia y las víctimas de ayer pueden ser los victimarios de hoy.
No hay progreso ético en la historia del mundo. Mundo e inmundicia tienen la misma etimología. Ni el Gulag, ni Auschwitz, ni Guernica, ni Hiroshima, ni Villa Grimaldi, ni La Escuela de Mecánica de la Armada, ni Sabra y Chatila, ni… por citar sólo unos pocos casos en una cronología de las matanzas recientes, fueron el final de un período negro. No fueron excepciones en la larga marcha de la humanidad desde un pasado malo hacia un futuro bueno.
La historia está sembrada de cadáveres de optimistas y buenistas que creyeron en eso. Otra vez, como siempre, "cae ceniza, cae hierro y piedra y muerte y llanto y llamas", escribía Pablo Neruda en su “España en el Corazón”, señalando la llegada de la bestia fascista.
Gaza es lo que nadie ve después de tanto mirarlo. El mal se hace transparente e inocuo en las pantallas mediáticas del totum revolutum y en el simulacro del espectáculo. Todo vale porque nada vale y viceversa. La sangre no se huele en las pantallas de la estupidez informatizada, ni se oyen los gritos de una amputación sin anestesia en un hospital bombardeado.
Mientras tanto los escombros, los heridos y muertos se acumulan en las calles de Gaza, la cárcel masiva que su verdugo, después de la limpieza étnica, después de los colonos, después del apartheid, después de las detenciones administrativas, después de las retóricas “condenas internacionales”, ha destruido a vista y paciencia de todos. "Y una mañana todo estaba ardiendo y una mañana las hogueras salían de la tierra, devorando seres y desde entonces fuego, pólvora desde entonces y desde entonces sangre. Venid a ver la sangre por las calles, venid a ver la sangre por las calles".
La razón de Estado, esta vez teocrático, militarizado y falsamente democrático, triunfa sobre la misericordia, la conmiseración y la bondad. Todo es crueldad revestida de destino manifiesto, de libros sagrados y argumentos arcaicos, de delirios y fantasías mesiánicas por parte de aquellos "seres del exterminio, los devoradores, que llegaron a tu arena terrenal".
El horror en Gaza y en toda Palestina no empezó con la reciente ofensiva, inútil y asimétrica, de Hamás. Comenzó mucho antes, comenzó con la idea falsa de un pueblo sin territorio que llegaba a un territorio sin pueblo, comenzó con la destrucción de aldeas, con el esfuerzo sistemático de borrar una cultura, con las deportaciones, con la construcción de “la cárcel más grande de la Tierra”, hechos que tan detalladamente han documentado historiadores israelíes valientes como Ilan Pape. Comenzó con la idea de superioridad, punto de partida de cualquier genocidio.
Vemos ahora Gaza como veían los ciudadanos alemanes pasar los trenes repletos de prisioneros hacia los campos de exterminio, es decir, sin hacer nada. Ni el humo de las chimeneas ni el olor de cuerpos quemados hizo que la cotidianeidad de entonces cambiara su curso. Lo mismo sucede ahora. El sadismo mecanizado de entonces es el mismo sadismo digitalizado de estos días.
La normalización del horror y la amnesia colectiva son unas de las mayores enfermedades éticas de la especie humana. En los bares de Tel Aviv y en los bares de todo el mundo se bebe y se festeja la llegada del nuevo año mientras las bombas no dejan de caer sobre la infancia aterrada.
Gaza la visible, Gaza la invisible, Gaza palestina, Gaza universal, Gaza sacrificada, Gaza heroica donde de cada niño muerto sale un fusil con ojos. ¿Se puede no sufrir por Gaza? ¿Se puede no sufrir con Gaza? "Yo no me olvido de vuestras desgracias, conozco vuestros hijos, y si estoy orgulloso de sus muertes, estoy también orgulloso de sus vidas". El "galope de bestias" continua entre "tanta tumba y tanto martirio". Y nuestra palabra, sobre las ruinas de Gaza, se hace impotente y, a la vez, necesaria.
*Las frases en cursiva corresponden a fragmentos del libro “España en el Corazón” de Pablo Neruda (1938)