El año de los “prisioneros”
Se va el 2024 y resulta necesario el ejercicio evaluativo. En términos políticos, el año ha estado marcado por escenas fuertes y de enorme repercusión: la muerte de Sebastián Piñera en un accidente aéreo, el asesinato brutal de tres carabineros en Cañete, el mega incendio de la región de Valparaíso, el cierre de Huachipato, por dar algunos ejemplos.
Pero no nos cabe duda de que las postales más características del año son las del desfile de políticos y personajes de alta relevancia pública ante tribunales y recintos penitenciarios.
Hagamos un recuento. En enero, la ex alcaldesa de Maipú, Cathy Barriga, es formalizada por un fraude de más de 30 mil millones de pesos. Meses después, se decreta su prisión preventiva.
En marzo, el entonces director de la PDI, Sergio Muñez, renuncia a su cargo al verse implicado en el caso audios. A los pocos días, se determina que deberá mantenerse en prisión preventiva mientras dure la investigación.
En julio, Eduardo Macaya, padre del entonces presidente de la UDI, es declarado culpable de abuso sexual infantil, y tras varios intentos de evitarlo, hoy se encuentra preso en Rancagua.
En agosto, Luis Hermosilla, el poderoso abogado de políticos y empresarios, e influyente operador del poder judicial, es formalizado y enviado a Capitán Yáber.
En octubre, los ex directores generales de Carabineros, Ricardo Yáñez y Mario Rozas son formalizados por el delito de omisión frente a apremios ilegítimos durante el estallido social.
Ese mismo mes, quien fuera el flamante subsecretario de Interior, Manuel Monsalve, pieza clave en el combate a la delincuencia, es denunciado por violación por una de sus subalternas. Hoy se encuentra en prisión preventiva. También en octubre, el ex seleccionado nacional, Jorge Valdivia, es acusado de violación y enviado a prisión preventiva.
No es exagerado afirmar que este ha sido el año de los prisioneros poderosos. Casos ejemplares de abusos, de trenzas opacas entre poder y dinero, de gente que se siente intocable, que hace del Estado un botín y de otras personas sus víctimas. Casos que, por la reacción social que han provocado, muestran también que una fracción mayoritaria del país no tiene tolerancia alguna con este tipo de situaciones, y exige que la justicia haga su trabajo sin miramientos y sin privilegios.
Pero estos connotados personajes no han sido los únicos prisioneros del año. Desde otro ángulo, el 2024 hemos vuelto a encontrarnos con una de las formas de cautiverio más brutales del neoliberalismo chileno: el cautiverio de todas y todos los trabajadores del país, obligados a entregar sus ahorros previsionales a empresas administradoras que han lucrado de manera exorbitante ofreciendo en cambio pensiones que no pueden sino ser calificadas como miserables. Cotizantes cautivos, sin libertad de elegir. Empresas con ganancias siderales aseguradas y trabajadores con, también aseguradas, pensiones que los convertirán en pobres.
El giro que ha tomado el debate previsional puede ser planteado en estos términos: un grupo de empresas, icónicas del modelo neoliberal chileno asentado en áreas críticas de la vida como la salud, la educación y las pensiones, se resisten a reformas que apunten en una dirección de seguridad social.
El 2025 sabremos si la política, y en particular los sectores que se han constituído a partir de la lucha por los derechos sociales, como el Frente Amplio, podrán agrietar este cautiverio y sentar las bases para un sistema de verdadera seguridad social.
Por último, y dando otra vuelta de tuerca en este recorrido, no quisiéramos olvidar que este también ha sido el año en que una de las voces más representativas de la cultura popular chilena, ha recibido un especial reconocimiento y cariño.
Este 2024, Jorge González, vocalista de Los prisioneros y uno de los músicos más originales que ha nacido en nuestro país, cumplió 60 años. “Necesito poder respirar”, el podcast de Nicolás Alonso que relata su vida, nos muestra la profunda sensibilidad de este artista que quiso ser la voz de una generación y de un pueblo cuyas experiencias, dolores y deseos eran invisibles para las élites de la política y de la cultura.
Conociendo más de la vida de Jorge Gonzalez, leyendo sus letras, escuchando sus composiciones, creemos que no es descabellado pensar que la política de izquierda debiera lograr eso que él ha logrado con su música, y que solo los verdaderos artistas alcanzan.