A 100 años de la muerte de Luis Emilio Recabarren: Escritura crítica al necropoder
Me detendré en una presentación de este conocido político chileno bajo la consideración de su aporte como ensayista, es decir, como un escritor e intelectual. Sin duda, esta denominación por sí sola sería incompleta, e incluso quizá no es la más importante de las descripciones de su personalidad, sobre todo si consideramos la relevancia de su activismo y la significación histórica de su función política.
Esta visión sobre Recabarren como un importante activista y militante es bastante compartida en lo que queda de su recuerdo que, bien estudiado, deja ver que sus ideas transitan entre las de un demócrata, un socialista y un comunista, distante del anarquismo.
Diría que, como Bilbao, supo enfrentar desde la producción escrita la nefasta influencia de la iglesia católica en el pueblo, su conocimiento de Marx, Engels, Darwin, Spencer, Renán, etc, le produjeron motivación filosófica para sustentar el materialismo, como bien lo ha demostrado Luis Vitale cuando recuerda el opúsculo titulado “La materia eterna e inteligente” (1917) en donde Recabarren apunta:
“Todo es materia en perpetua transformación (…) el movimiento, la ley eterna universal, no desvirtúa ni aminora la existencia eterna de la materia (…) el materialismo conduce al mundo hacia la unidad (…) el sentimiento espiritual no existiría sin cerebro. Nada puede existir sin la materia” (2007, 231).
Podemos decir que el ser humano es histórico, pero tiene como condición ser naturaleza, así se expresa sobre nuestra condición natural.
Sus ideas, como suele ser en los pensadores genuinos, no se mantienen fijas, hay un constante y legítimo ánimo cuestionador que puede ser pertinente como vía de escape a las doctrinas que buscan instalar una verdad de carácter dogmático.
Hay un consenso actual, parece extendido entre los historiadores del marxismo chileno, sobre una suerte de “evolución” en sus ideas. Una proposición que surge sería situar las ideas de Recabarren desde un punto de vista que permita comprenderlo como un marxista herético, éste tipo de marxismo es a la vez útil para establecer trayectos propios del “marxismo latinoamericano”.
Encontramos un diagnóstico claro en relación al necro-poder en el conocido ensayo “Ricos y pobres”, uno de los textos más rescatados habitualmente cuando se estudia la obra escrita de este autor. En el inicio del texto declara la intención de mostrar, a partir del recurso de la expresión del lenguaje, una vía de exposición para el pensamiento como modo de acción responsable para revelar la verdad, comprometiéndose así con una de las más nobles tareas que puede asumir un intelectual.
Ese tipo de intelectual que toma conciencia de ser un testigo de su tiempo presente, sin desconocer el pasado y sin renunciar a un porvenir, es decir un intelectual que desarrolla una escritura como herramienta de colaboración, en donde pulsa el deseo a favor de la transformación política, social y cultural a favor de los más excluidos.
En el caso particular de esta conferencia-ensayo de 1910, la revelación de la verdad se dará como una crítica a la República, dada la traición al imperativo revolucionario que pretende instalar un orden político de representación soberana y popular. Es la “república” traidora la que consolidó un Estado-Nación como institución que organiza y administra el necro poder fundado en el mito de la idea de “progreso”, ésta idea una de las más nefastas al posibilitar una ilusión engañosa, disfrazando la instalación de ese sistema de dominación que garantiza las ventajas exclusivas para la clase privilegiada o dominadora.
Considero que la lectura intelectual de los escritos de Recabarren no sólo permiten una importante lectura marxista, sino que también puede ser revisitado desde distintas vías de acceso interpretativo, con categorías de análisis propuestas por la filosofía contemporánea y que son aceptadas como fundamentales para la reflexión en torno a lo político.
Siguiendo un planteamiento de Juan Carlos Gómez-Leyton que nos pregunta “¿Por qué fracasa la revolución?”, añadiendo incluso “¿por qué hoy la vemos más lejana?”, difíciles las respuestas a éstas preguntas, de ahí la necesidad de volver a relevar un debate de izquierda, que permita fortalecer un ethos revolucionario popular que pueda hacerse central en nuestro sentido común para enfrentar el declive político, social y cultural en el que nos encontramos en este momento presente de nuestra historia.