Crisis carcelaria y la educación: El arma más poderosa
Según cifras de Gendarmería de Chile, nuestro país cuenta con una población penal que asciende a 59.411 personas privadas de libertad, confirmando que el 90% corresponde a hombres. Además nos entrega un dato clarificador en torno a lo que debemos hacer la próxima década como país: el 54% de la población penal, ósea unas 32.082 personas, no terminaron su escolaridad por múltiples factores.
Esta cifra es alarmante cuando vemos que, según datos entregados por el Ministerio de Educación para el año 2022, 44.845 niñas, niños y adolescentes dejaron el sistema escolar, un porcentaje que aumentaó el 2023, llegando a 50.814 alumnos desertores, quebrándose este aumento exponencial el año 2024, donde hace unos días el Ministerio confirmo que los alumnos que dejaron de ver el sistema escolar como opción bajó a 47.509 casos, lo que se traduce en una reducción de 6,5 % (3.308 alumnos menos que el año 2023)
Esta baja en la tendencia, además de ir en el camino correcto, se traduce en una oportunidad que no podemos dejar pasar como sociedad: el sistema escolar tradicional, como lo conocemos, debe transformarse y volver a ser atractivo para el segmento de la población que no lo ve como una opción de futuro.
Es aquí donde no podemos perder tiempo y trazar rápidamente el destino de nuestro país, ejemplo de aquello seria definir líneas de acción para los próximos 10 o 20 años con una inyección presupuestaria que nos permita definir cuáles serán las áreas de desarrollo económico en las que creceremos como nación.
Si esta fuera turismo, para pasar del 3,5% del producto interno bruto con 650.000 empleos promedio a dos dígitos la siguiente década, debiésemos impulsar formación técnica los últimos años de la educación media focalizada en gestión turística, hotelería, idiomas o turismo aventura que permitiera posibilidades reales de desarrollo laboral y económico de nuestros jóvenes en el corto plazo.
Un ejemplo como este perfectamente podría generar, sin mayores inconvenientes, herramientas desde la etapa escolar que estén en línea con la reactivación turística y bajo el alero de una mirada país entorno a un nuevo modelo de desarrollo. Una evolución en lo que se viene haciendo los últimos años que, por cierto, es un impulso absolutamente necesario, que nos permitiera reducir uno de los factores de la deserción escolar y con ello entregar en plazos acotados una formación atractiva y con proyección dentro de la etapa escolar.
Y si bien el ejemplo habla de la industria del turismo, es algo que perfectamente se podría desarrollar en la silvicultura, programación, ciberseguridad, operaciones agrícolas, portuarias o mineras por nombrar algunas aéreas.
Si bien, es de público conocimiento el aumento de la población penal en nuestro país, este fenómeno además -sin duda alguna- encarece los costos de mantención del sistema penitenciario, con un valor por reo al año 2023 de 928.709 pesos mensuales en el sistema penitenciario tradicional y 989.497 pesos mensuales en el sistema penitenciario concesionado, por lo que invertir un 20% de este monto en generar las herramientas que permitan revertir este fatal desenlace es clave, si queremos cambiar Chile.