Violencia contra la mujer: Te sigo creyendo
Hace unos días, la exministra de la Mujer, Isabel Plá, señaló que la violencia contra la mujer no puede usarse como un “arma política de apropiación monopólica” y acusó que el Frente Amplio la utiliza como “botín”. Primero, sería bueno recordarle a la ex ministra que la historia del feminismo, en el mundo y nuestro país, es de larga data, mucho antes que la configuración de nuestro partido.
Como parlamentarias frenteamplistas respetamos el trabajo de tantas feministas que nos antecedieron, y tratamos de continuar ese legado impulsando políticas públicas como la ‘Ley de pago efectivo de pensiones alimenticias’, la inclusión al GES de las prestaciones requeridas tras abusos sexuales o la reciente ‘Ley integral en contra de la violencia hacia las mujeres’.
La exministra también indicó en su cuenta “X” que “rajaron el Estado de Derecho y la presunción de inocencia. Ahora la pedirán a gritos”, ante la denuncia contra el Presidente Boric. Ello, con el objeto de cuestionar los lemas como el “amiga, yo te creo”, el mismo “Me too”, o la performance cultural de ‘Las Tesis’. Lo que pareciera desconocer la ex ministra es que dichas frases y expresiones culturales buscan justamente avanzar en equidad de género y hacer visible inequidades históricas.
De hecho, dichos lemas lo que han buscado es emparejar la cancha entre hombres y mujeres ante denuncias, la cual históricamente ha estado dispareja en desmedro de las denunciantes. Cuando una mujer denuncia usualmente se iniciaba un escrutinio público a su vestimenta, su historia, sus ex parejas, en vez de tomarse en serio la denuncia, hacer investigaciones serias, transparentes y sin revictimización.
Basta recordar el caso de Nabila Rifo, en el que se le llegó a responsabilizar a ella por “elegir mal” a su pareja y se publicó en un matinal los detalles de un peritaje de carácter sexual, o el caso de Antonia Barra, en el que se le culpaba de su violación por haber ingerido alcohol.
El "yo te creo” no es una consigna literal, ni tampoco lo hemos intentado legislar para los juicios penales. No es un cheque en blanco, ni significa que todas las denuncias son ciertas, y que por tanto todos los hombres son culpables. Tampoco busca asumir que las mujeres sean siempre inocentes e incapaces de mentir.
Se trata, por el contrario, de cambiar la mirada y el foco, y no asumir que cuando una mujer denuncia lo hace con intenciones ocultas, o que es responsable de su propio abuso. Y acá queremos ser claras: la presunción de inocencia NO es contraria a la perspectiva de género. Por el contrario, ambas garantías forman parte de los derechos humanos, cuyo respeto y defensa forman parte del corazón del feminismo.
Al parecer, lo que está detrás es extrapolar los lemas y expresiones culturales feministas al espacio judicial, hasta llevarlos a la ridiculez, sumándose así a las olas extremas que nos quieren hacer retroceder.
Sería bueno entonces recordarle a la ex ministra el resultado del segundo plebiscito constitucional y cómo les va cuando intentan hacernos retroceder. La erradicación de la violencia contra la mujer menos mal no es el botín monopólico de un partido político, sino que debe ser un principio rector de toda la institucionalidad que conforma nuestro país.