Un nuevo modelo forestal para enfrentar desastres climáticos
Los efectos del cambio climático se están manifestando de forma más extrema. En diversos lugares del planeta, se han hecho más frecuentes eventos como la escasez de agua, inundaciones, sequías, mega incendios forestales, deshielo de glaciares y elevación del nivel del mar.
Esto está afectando en forma considerable a la biodiversidad. El planeta se encuentra en una situación de riesgo, y Chile ha sido catalogado como un país extremadamente vulnerable a los efectos del cambio climático.
Durante los últimos años, Chile se ha visto afectado por una serie de catástrofes, los que no solo han tenido impactos significativos en el ámbito social y ecológico, sino que también económico.
De acuerdo con los registros de la base de datos internacional sobre catástrofes del Centro de Investigación sobre Epidemiología de las Catástrofes (CRED), los costos monetarios de los desastres naturales asociados al clima en el país en los últimos 54 años (1970 a 2024) alcanzaron los USD 10.947 millones, pero el 28% de esta cifra se concentra en los últimos 4 años, específicamente USD 2.961 millones entre el 2021 y el 2024 (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Informe sobre Desarrollo Humano en Chile 2024. ¿Por qué nos cuesta cambiar?: conducir los cambios para un Desarrollo Humano Sostenible. Santiago de Chile, 2024).
Los efectos del cambio climático están impactando de manera desproporcionadamente alta en las comunidades más vulnerables. Al actuar como un acelerador y amplificador de situaciones de incertidumbre, y combinado con condiciones locales de pobreza y desigualdad, el cambio climático representa uno de los mayores factores de inseguridad humana en el futuro.
Los efectos del cambio climático inciden directamente en la vida humana, afectando a la economía (macro y micro), salud, viviendas e infraestructura y reduciendo la disponibilidad de alimentos, la seguridad y el empleo.
Los ecosistemas forestales en Chile son fundamentales para mitigar efectos del cambio climático, y su gestión a través del manejo forestal sustentable es prioritaria para avanzar hacia la adaptación, especialmente cuando se trata de ecosistemas nativos, los más abundantes en el territorio nacional.
La buena gestión de los ecosistemas forestales (entiéndase como bosques nativos, bosques mixtos, formaciones xerofíticas, plantaciones forestales nativas y exóticas) no solo permite que se produzca un almacenamiento eficiente y duradero del carbono atmosférico, sino que también ayuda a prevenir situaciones de riesgo específicas que pueden afectar a la población en sus territorios.
Es decir, una gestión forestal eficaz fortalece la resiliencia y las capacidades de adaptación ante desastres naturales relacionados con el clima, por lo cual la gestión de los ecosistemas forestales debe estar incorporada en las estrategias nacionales de desarrollo.
El actual modelo forestal no contribuye a enfrentar los problemas generados por el cambio climático a lo largo del territorio nacional, y, de hecho, por su orientación mercantilista y reduccionista provoca el agravamiento de muchos de ellos.
El Nuevo Modelo Forestal apunta a reducir la vulnerabilidad de la sociedad chilena ante los cambios ambientales, buscando promover una planificación estratégica que permita el ordenamiento territorial más adecuado para cada realidad, visibilizando y haciendo partícipes a las comunidades de los territorios, incentivando la conservación y recuperación de los ecosistemas forestales nativos, modernizando la regulación al manejo de plantaciones que realiza la industria forestal, implementando procesos de gobernanza vinculantes y mejorando la educación de actuales y futuros(as) profesionales relacionados al ámbito de las ciencias forestales.
Todo lo señalado se enfoca en el concepto de Seguridad Nacional. No entendida desde la perspectiva geopolítica militar, sino desde lo socioambiental, pues la estabilidad, bienestar y desarrollo futuro del país están fuertemente condicionados por los conflictos sociales y ambientales que ocurran en el territorio.
En un escenario de cambio climático, los incendios forestales, sequías, inundaciones y la desertificación se anteponen como problemas críticos que debiesen adquirir la máxima prioridad para su prevención. Por lo mismo, el Estado debiese tener mayor conciencia de la forma en que se gestionan los ecosistemas forestales a lo largo del territorio nacional, teniendo en cuenta su relación con la población y la vulnerabilidad que genera su destrucción, deterioro o mal manejo.
El país se encuentra en tiempos en que las condiciones ambientales están involucionando a situaciones extremadamente negativas y el panorama que se avizora va mucho más allá de lo controlable y reversible. Es imperativo que prime una visión de desarrollo amplia, focalizada en el bien común en lugar del interés privado.
Se debe avanzar hacia la reorientación del modelo economicista de 'crecimiento a cualquier costo' que rige al país, y que lo conduce a un abismo ambiental y social. Es la única forma de lograr que el país se prepare adecuadamente para prevenir desastres que atentan contra la seguridad de su población.