Un día sin personas cuidadoras
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Un día sin personas cuidadoras

Por: Herminia Gonzálvez y Ariany da Silva | 06.11.2024
Sin personas cuidadoras el país se paralizaría. Sin cuidadores y cuidadoras la vida no sería posible. Entonces, no descansemos la mirada solamente en lo logrado. Sigamos construyendo un horizonte compartido que contenga todo aquello que falta por alcanzar, y sigamos luchando por ello.

Desde 1994, cada noviembre se celebra el mes de las personas cuidadoras. Son 30 días para recordar algo que no deberíamos olvidar durante todo el año: los trabajos de cuidados son centrales para sostener la vida de todas las personas, así como lo son las personas que los realizan, principalmente mujeres.

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Los trabajos de cuidados son fundamentales los 365 días del año, pero reconocer su imprescindibilidad implica comulgar con una premisa fundamental: la vida social humana es imposible sin cuidados. Sin embargo, el reconocimiento de los cuidados como parte fundamental de la existencia de todas las personas y, en consecuencia, como elemento incuestionable para el diseño de la política pública, lamentablemente, no es parte de un sentir compartido.

Pero ¿qué son los cuidados, que hacen que sin ellos no podamos vivir? Los cuidados, en palabras de la antropóloga feminista Teresa del Valle, son las actividades y relaciones que se desarrollan con el fin de satisfacer las necesidades físicas y emocionales de las personas.

Cuidar es alimentar, vestir, ayudar en la higiene personal, escuchar y consolar, así como también todas las actividades que realizamos para mantener nuestras relaciones interpersonales, como recordar los cumpleaños o llamar a un familiar para saber cómo está. Cuidar es, además, mantener limpios y ordenados los espacios físicos, desarrollar actividades domésticas, entre tantas otras tareas de mantención de la vida cotidiana. Y los cuidados son un trabajo.

Sobre los cuidados hay muchísimas definiciones. Algunas proceden del ámbito de la salud, otras de la economía, también de las ciencias sociales, pero fundamentalmente, desde posicionamientos feministas.

Al tratar de ordenarlas, identificamos aquellas que ponen el acento en las personas en situación de dependencia, o las que señalan que todas las personas necesitamos cuidados a lo largo de nuestras vidas, en diferente grado y forma, ya que todas y todos somos interdependientes. Si bien la última acepción nos habla de una sociedad cuidadora, la primera de ellas debiese ser el piso mínimo para una Política Nacional de Cuidados.

Actualmente, el 70% de las personas que trabajan en los cuidados de personas en situación de dependencia son mujeres, y de ellas 38% son mujeres mayores (Ministerio de Desarrollo Social y Familia, 2023), ejerciendo un trabajo muchas veces invisible y poco valorado.

Pero ¿qué pasaría si nos quedáramos, sólo por un día, sin personas cuidadoras? (tal como sucede en la película “Un día sin mexicanos” cuando mexicanas y mexicanos desaparecen de California). Pensémoslo.

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Si por un día no tuviéramos personas cuidadoras, no se resolverían las casi 6 horas diarias que dedican las mujeres de 15 años y más al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en los hogares (ComunidadMujer, 2019). Además, bebés, niños y niñas no asistirían a los jardines o colegios porque sus madres y abuelas (algunos abuelos también) no podrían llevarlos. Es más, tampoco se podrían quedar en casa, porque no habría una mujer para ejercer su cuidado.

Las personas que cuidan a familiares en situación de dependencia tampoco acudirían a trabajar, y estos quedarían completamente desatendidos. Las mujeres que trabajan remuneradamente fuera del hogar, no lo podrían hacer, porque no llegarían a sus hogares aquellas que realizan el trabajo de cuidado -muchas veces, mujeres migrantes-. Y así, muchos y muchos ejemplos.

Que las sociedades no son cuidadoras, sino que más bien las familias, y en ellas, las mujeres, se puso claramente en evidencia a partir de las múltiples crisis sociosanitarias desencadenadas a nivel mundial debido a la pandemia por Covid-19. Desde entonces, los cuidados han adquirido una renovada visibilidad.

A partir del 2018, hemos visto que en Chile se ha ido posicionando con más fuerza en el discurso público la necesidad urgente por consolidar una política de cuidados de Estado, que entregue respuestas a la demanda nacional en esa materia.

El reconocimiento de los trabajos de cuidados y su sobrecarga en las mujeres se manifestó en el mayo feminista, en las marchas por los cuidados, en la campaña presidencial de Gabriel Boric, cada 8 de marzo, y en el diseño de la fallida nueva Constitución, documento en el que los cuidados tuvieron un gran protagonismo gracias a los esfuerzos de las organizaciones de personas cuidadoras.

Es por ello, y por mucho más que podemos convenir lo fundamental que es que nuestro país tenga un Sistema Nacional de Apoyos y Cuidados que reconozca que los cuidados son un derecho para todas y todos.

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Sin personas cuidadoras el país se paralizaría. Sin cuidadores y cuidadoras la vida no sería posible. Entonces, no descansemos la mirada solamente en lo logrado. Sigamos construyendo un horizonte compartido que contenga todo aquello que falta por alcanzar, y sigamos luchando por ello.

Referencias: