Gobernaciones regionales y el balotaje político: Las diferentes 'derechas' e 'izquierdas'
Había esperanza de que la primera vuelta coronara más candidaturas de la centro-izquierda, la centro-derecha o de la independencia política en las elecciones a las gobernaciones regionales del país durante el fin de semana pasado.
Sin embargo, en esta oportunidad son 11 regiones (67%) en los que se aplicará el sistema de balotaje, o segunda vuelta, obligando a la ciudadanía a ir nuevamente a las urnas el 24 de noviembre. Ahora, podemos señalar que este porcentaje bajó, dado que en 2021, de 16 regiones trece territorios (81%) fueron a la segunda vuelta.
De acuerdo a los guarismos, sólo en dos regiones se enfrentarán candidatos de un mismo sector (Antofagasta y Los Lagos), generando una definición ‘sui generis’ en política, dado que las ‘oposiciones’ se encuentran en el mismo conglomerado ideológico-político, y la pregunta que subyace es, ¿cuántas derechas e izquierdas existen hoy en Chile?.
Los territorios con más brecha en votación fueron Atacama con un 17,4% (Miguel Vargas, IND-PS y Nicolás Noman, UDI), Valparaíso con un 12,2% (Rodrigo Mundaca, IND-FA y María José Hoffmann, UDI), y RM con un 10,98% donde se enfrentan ‘los Orrego’, Claudio (IND, fuera de pacto) y Francisco (RN).
Las diferencias se ven más cortas en Antofagasta, con un 0,81%, una pelea voto a voto entre Marcela Hernando (PR) y Ricardo Díaz (IND-PPD), en Arica y Parinacota con un 2,63% (Jorge Díaz, DC y Diego Paco, RN) y en Coquimbo con un 4,97% (Javier Vega, PC y Cristóbal Juliá, IND-EVO).
Dado que éste es el super año electoral, vemos también que en las elecciones presidenciales de Uruguay, el Frente Amplio con Yamandu Orsi irá en balotaje en noviembre para la elección del sucesor del actual primer mandatario Luis Lacalle Pou.
En Brasil, el candidato de Bolsonaro, Ricardo Nunes, se vislumbra como favorito en la segunda vuelta de la elección por la alcaldía de Sao Paulo con un 58% de votos. Ambos perfiles se mostraron favoritos en las encuestas.
El balotaje implica una tendencia interesante en política, pues no sólo se trata de que algún candidato no haya obtenido el mínimo exigido para su triunfo total, sino que representa cada vez con más fuerza una fragmentación electoral en nuestras democracias representativas.
La ventaja en la segunda vuelta es que la candidatura más votada tendría más peso legítimo de ejercicio del poder y más capacidad de gobernabilidad, dado que en primera vuelta las preferencias electorales están más fragmentadas. Asimismo, si bien hay más libertad en primera vuelta, un segundo acceso a las urnas implica elegir por las dos opciones más votadas.
La desventaja principal es que empuja al sistema político a tomar acuerdos tácticos entre posturas políticas e ideológicas que no son muy afines, como el caso de las elecciones legislativas en Francia (30/06 y 07/07), o Chile Vamos y Republicanos en nuestro país.
Si analizamos el balotaje como un instrumento para medir afiliaciones políticas entre derecha e izquierda, Verónica Giordano señala que las nuevas derechas son variopintas en la convivencia entre la vieja política, el mundo empresarial, las ONGs y los think tanks liberales. “…, a lo que suman un discurso «postideológico», una estética festiva y un liderazgo propio de un team leader empresarial” (“¿Qué hay de nuevo en las nuevas derechas”, Nueva Sociedad, 2014).
Por su parte, Franz J. Hinkelammert precisa que en realidad las nuevas derechas abrazan la idea de una ‘democracia instrumental’, que tarde o temprano busca un neoliberalismo a ultranza, el control de los medios de comunicación y la cuestión utópica de una ‘democracia dialogante’ a través de grandes acuerdos o consensos (“Democracia y nueva derecha en América Latina, Nueva Sociedad, 1988).
El periodista y escritor argentino Martín Caparrós en el The New York Times (16/09/2016) se refirió al fracaso de la izquierda latinoamericana, pensando en la decadencia de los gobiernos venezolano, argentino y brasileño, y que la política de la región ostentaba llamar ‘la izquierda fuera de la izquierda’. De acuerdo a Caparrós, la hecatombe económica y social del neoliberalismo hizo a muchos líderes autocráticos definirse como adalides de una cierta izquierda.
Desgraciadamente, los balotajes llaman a la dispersión electoral, pues partidos pequeños compiten por una parte del capital electoral y así negocian cuotas de poder (o ‘favores electorales’) con candidaturas del balotaje. Sin duda, la segunda vuelta de gobernadores/as reordenará la cartografía política del país en miras a las presidenciales.