Nuevos gobiernos en las universidades del Estado: El largo tránsito a la democratización
Agencia Uno

Nuevos gobiernos en las universidades del Estado: El largo tránsito a la democratización

Por: Takuri Tapia Muñoz | 19.10.2024
Los Nuevos Estatutos son una ventana de oportunidades, veremos si en estos próximos años significará más un avance democratizador, con un claro beneficio para la sociedad y las futuras generaciones, o sólo quedará cerrada a las discusiones bizantinas entre “grupos de intereses universitarios”.

Como un gran avance se ha visto la entrada en vigencia de los nuevos Estatutos Orgánicos de las Universidades del Estado de Chile, en donde desde la firma del Presidente Gabriel Boric, el 27 de diciembre del 2023, las 15 Universidades que tenían sus estatutos en Contraloría en espera de la Toma de Razón, han visto como se ha hecho efectiva su aprobación y su pronta entrada en vigencia.

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Instalar la democratización en las universidades puede sonar algo superfluo en el actual contexto, que no transciende en la opinión pública en general, sin embargo, en instituciones centenarias como las Universidades este tema ha trascendido históricamente, tanto en los momentos de la industrialización del país, en los procesos de Reforma Universitaria en los 60', durante la lucha de la recuperación de la democracia, y hasta la fecha.

La Universidad, tal como hoy la conocemos, surgió en la Baja Edad Media, como resultado del largo proceso de reorganización social y cultural de la Europa Medieval y que se puede sintetizar en lo siguiente (ANUIES, 2000):

“Las universidades, como las catedrales y los parlamentos, dice Charles Homer Haskins, son un producto de la Edad Media europea Los griegos y los romanos, aunque parezca extraño, no tuvieron universidades en el sentido en el cual la palabra ha sido usada en los últimos siete u ocho siglos Ellos tuvieron educación superior, pero los términos no son sinónimos.

Mucha de su instrucción en leyes, retórica y filosofía sería difícil de superar, pero no estuvo organizada en instituciones permanentes de enseñanza. Un gran maestro como Sócrates no otorgaba diplomas, si un estudiante moderno se sentara a sus pies por tres meses seguramente le demandaría un certificado”

Respecto a las características internas de las universidades, la configuración del gobierno universitario público está en gran parte supeditada a lo que Clark denomina “autoridad política estatal”.

El autor señala que, desde sus inicios en Bolonia y París, la educación superior organizada:

“Se ha enfrentado al problema de su relación con el control estatal y eclesiástico. Con el progresivo fortalecimiento del estado nación, este tipo de control pasó a ser el marco predominante, y actualmente en casi todo el mundo la educación superior es fundamentalmente una pieza organizacional de los gobiernos nacionales condicionada por la naturaleza del aparato estatal y por el modo en que se ejerce la autoridad política estatal”.

Asimismo, debemos ver los modernos paradigmas y la también moderna administración que ha permeado a las instituciones públicas. Nos quieren obligar a pensar que el mercado es la panacea para todos los problemas, que la eficacia y eficiencia en el manejo empresarial se pueden trasladar íntegramente a cualquier actividad humana.

La total libertad de cada universidad para determinar su forma de gobierno haría innecesaria la existencia de un marco regulatorio, salvo en el caso que determinara esa absoluta libertad.

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No debemos olvidar que la universidad es una institución social; su existencia sólo tiene sentido dentro de una sociedad organizada, y las atribuciones y privilegios de que goza son concesiones de la sociedad organizada para que pueda cumplir mejor sus funciones.

En tal sentido, la necesidad de determinar, aunque sea de manera general, su forma de gobierno, es un derecho de la Sociedad Organizada, vale decir del Estado.

Es por ello, y trayéndolo al presente, que el avance de una reforma a las Universidades del Estado, desde las luchas en las comunidades y la promulgación de la Ley 21.094 que determina orientaciones básicas para las Universidades, es un puntapié inicial para determinar la Universidad del Chile actual, un país marcado por problemas sociales sin resolver, y que debe ponerse de acuerdo en cómo convertirse en una sociedad que los enfrente con políticas públicas de mediano y largo plazo.

Además, La Universidad de estos tiempos debe hacer frente a cambios debido al envejecimiento de la población, enfrentarse a una menor matrícula en el pregrado y en donde el avance del Postgrado y la Educación Continua llegaron para quedarse. Afrontar procesos de acreditación y el control de lo interno es más que importante, para que los proyectos universitarios se sostengan en el tiempo.

En cuanto a las problemáticas laborales, bajo la perspectiva de trabajadoras y trabajadores, debemos avanzar en lograr una articulación real a nivel nacional, negociación multinivel y avance de mejores condiciones para todos los actores.

Los nuevos estatutos nos abren posibilidades, que van junto con la disposición e instalación de espacios y mesas de trabajo que se han abierto desde el ejecutivo, y que han ido pavimentando lo que ocurre hoy. Universidades Estatales sin la herencia de la Dictadura.

Como sociedad, pero también como actores de las comunidades universitarias, si realmente queremos tener universidades capaces de adecuarse a los requerimientos del entorno en constante cambio, si se desea que responda a los intereses del país, se debe empezar por redefinir qué son y qué persiguen.

En esa línea, es necesario recuperar su carácter público vinculado directamente con la sociedad y las políticas públicas, sin claudicar a la privatización de su proyecto y de su gestión.

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Los Nuevos Estatutos son una ventana de oportunidades, veremos si en estos próximos años significará más un avance democratizador, con un claro beneficio para la sociedad y las futuras generaciones, o sólo quedará cerrada a las discusiones bizantinas entre “grupos de intereses universitarios”. Tenemos la convicción de que será lo primero.