
Castigo social: Una niñez sobreviviente del "sacrificio maternal"
¿Somos protagonistas, o testigos, del caos y desprotección que ofrece la modernidad en términos de crianza?, ante una sociedad que no cede, que no deja de castigar, y principalmente que perjudica cada área del desarrollo integral que debiesen tener los niños/as en nuestro país.
Las cifras en Chile son totalmente conmovedoras, según el Primer Informe Nacional de Bienestar de la Niñez y Adolescencia, se visualiza: insatisfacción, incumplimiento, desprotección, escaso acceso, en temáticas relacionadas con las áreas de la salud, salud mental, educación, pobreza, y un aumento gradual de desigualdad hacia mujeres.
Al parecer alcanzar la dignidad, parece ser un lujo, y de difícil alcance. ¿Se está cumpliendo realmente con una crianza adecuada? ¿estamos las mujeres cubiertas y protegidas por la estructura social y laboral? ¿contamos con redes de apoyo ante cuidados, protección y monitoreo del crecimiento y educación diaria que requieren nuestros/as niños/as?
Y además hay que elegir entre pagar el techo para vivir o la alimentación de los niños/as, ¿Siempre tendremos que elegir?. ¿Se encuentran las políticas públicas respondiendo como quisiéramos a las necesidades de las mujeres que realizan labores formales e informales?
Claramente debemos identificar el modo de responsabilizarnos como sociedad ante el aumento de mujeres trabajadoras y cuidadoras de los niños. Igualmente, no existe actualmente un espacio que grafique la codependencia, sobrecarga y desgaste de los cuidados, por lo tanto, todo aquello es visto como algo natural, “correr con el coche al jardín, para después ir al trabajo”, y presentarse ante una total violencia estructural, como lo llama Johan Galtung.
Como sociedad y porque no decirlo, desde el Estado, contamos con un sistema carente de política pública, que logre responder a la realidad y aborde o contemple el estudiar cifras respecto a cuidados compartidos, impacto y percepción en la crianza de cuidadores/as, disposición de horarios laborales flexibles y negociable ante situaciones de emergencias personales y/o relacionadas con afectaciones en la condición de salud del niño/a, no solo moderadas o graves.
Cabe preguntarse entonces, ¿qué forma adquiere el sacrificio “maternal” en la sociedad? Pareciera que se engloba desde la feminización y desgaste de los cuidados. Además la violencia estructural desde la perspectiva de género, en la cual aún estamos al debe, es fundamental comprenderla integralmente, para abordarla de manera sigilosa, con todo aquello que se encuentra o no a la vista.
La violenta exigencia estructural adquiere forma de depresión, ansiedad y otras comorbilidades, que impactan e influyen a toda la población, incluimos a las mujeres, niños, niñas y adolescentes.
¿Nos conmueve la nueva crisis en las niñeces? ¿De qué forma podría aportar en un país en mejora? ¿cómo podemos detener la discriminación interseccional, aquella que no se identifica con nuestro ethos cultural? Estas son algunas de las interrogantes que comienzan a hacernos ruido cuando analizamos cual o cuales serían los nuevos fenómenos que nos encontramos en la incidencia de la crianza y especialmente en la feminización de los cuidados.
¿Están protegidos y protegidas los/as niños/as de mujeres migrantes?, ¿los y las niñas chilenas y población migrante, disponen de las mismas oportunidades educacionales, de seguridad, de alimentación y de cuidados?
La esperanza que nos puede provocar el promover y trabajar hacia la protección de las niñeces, se deposita cuando observamos como sociedad niños al alero de una estructura que a veces se encuentra por debajo del promedio del bienestar.
¿Qué necesitamos para conmovernos?, claramente reflexiones enlazadas al área formativa, que nos permitan como país enfocarnos en diálogos casi estandarizados, donde debemos pretender llegar a un punto que abarque un foco teórico, pero también práctico e inclusivo; es hora de visualizar el contexto y aceptarlo, sin discriminaciones, en sintonía con el multinivel de gobernanza, y en enlace exclusivo de políticas públicas capaz de integrar y regular aquellas crisis.
La oportunidad se encuentra en la educación y análisis de los cuidados, la consideración de la división de roles, la protección del Estado, y el circuito virtuoso que debiese fomentar la igualdad, y el acceso universal a apoyos desde la primera infancia, infancia media y posterior adolescencia.