El significado de la primavera y sus alcances en la salud mental
La primavera es un período que a la mayoría de las personas les hace bien en su salud mental, se presenta una oportunidad de vivir, de liberarse, de salir de lo estático. Trae dinamismos, nuevos aires, vida, y si estás triste o el invierno te tenía abrumado, la primavera te remueve positivamente, y te puede sacar de la cama.
La esencia primaveral te invita a vivir. Es un período que estimula los encuentros entre las personas, las familias, las amistades, hay más experiencias de vida y en el ambiente se vive más esperanza, más posibilidades de realizar deportes, participar en eventos, disfrutar parques, realizar hobbies y disfrutar de las ventajas que presenta la explosión de lo vivo.
En general es una estación que promueve salud y vida, sin embargo, el cambio en el ambiente, puede producir inestabilidad en nuestro interior y despertar enfermedades de salud mental en algunas personas.
Las personas habitamos un mundo humano; no sabemos habitar de otra forma, todo lo vivimos con humanidad. Vemos con ojos humanos, escuchamos sonidos humanos, sentimos humanamente, y así, es nuestra propia perspectiva la que convierte a la primavera en lo que finalmente nos parece que es.
Por ende, si bien puede ser muy hermosa para la mayoría, tendiendo a promover mejoras en nuestras vidas, y a un equilibrio productivo y revitalizante, igualmente, dependiendo de la perspectiva personal que se esté viviendo, también puede ser un periodo cruel.
Nosotros vivimos “primaveras humanas”, “primaveras sociales”, “primaveras personales”, con significados, festividades, vivencias cargadas de sentido, y sucesos históricos que forman parte de un “ciclo humano primaveral”, que se entremezcla con el ciclo estacional, y existe una multidiversidad de primaveras, tantas como personas en el mundo.
La celebración de festividades patrias trae consigo significados potentes que nos remueven a cada persona de diferentes formas, y a veces totalmente opuestas. En cualquier caso, cualquiera sea la forma en que nos moviliza, son momentos significativos para la comunidad cargados de intensidad.
En nuestro país llegamos a la primavera con dos eventos muy contrarios: el 11 y el 18 de septiembre, una antesala de la primavera no menor. También está el 18 de octubre, otro acontecimiento significativo de tensión, asociado a unión y esperanza, y a la vez rupturas, violencia y divisiones.
Este acontecimiento fue un “estallido social primaveral”. En el Hemisferio Norte, la independencia de Estados Unidos comenzó en abril, la revolución francesa 5 de mayo, otras revoluciones europeas entre marzo y mayo, la “primavera árabe social” en diciembre del 2011, entrelazada con lo que se conoce como “el surgimiento de las tierras”, cuando el río Nilo baja y crece la vegetación, un símil de lo que entendemos como primavera.
¿Por qué sucede? ¿Hay relación?, llama bastante la atención.
Pareciera estar ligado a sentimientos de renacimiento, cambio, revolución, rebeldía a lo estático, a lo duro, a lo frío, a “lo invernal”. La emergencia del calor, de la intensidad, de la belleza, de lo emocional, de lo creativo, de lo vivo, el amor por sobre la razón, la pasión sobre razón, descontrol sobre control, emergen entrelazados primaveralmente con el ambiente en una sincronía que intento describir.
En la mitología griega, Perséfone (una diosa) emerge del inframundo en donde vive con su esposo Hades quien la raptó y la mantiene capturada la mitad del año.
Desde diferentes culturas, épocas y latitudes la primavera forma parte de un ciclo natural y humano, enmarañándose a través del tiempo y las costumbres, y aunque no lo vivamos conscientemente, lo vivimos, está en nosotros sucediendo de algún modo, y está a la base de lo que nos sucede en estas fechas. Se despiertan aires de libertad y entusiasmo por el cambio.
En síntesis, las personas vivimos primaveras, las sociedades vivimos y hemos vivido primaveras y seguiremos viviendo, y si bien existen períodos en que tradicionalmente emergen, no necesariamente suceden en un mismo momento en cada uno de nosotros, o en una misma intensidad.
Y puede incluso que haya periodos en que no surjan, porque está nuestra experiencia y nuestro mundo humano, que va más allá de un mundo primaveral del que se espera broten nuevas semillas, un mundo humano que se ha desprendido de lo natural pero que en primavera vuelve a entremezclarse con más fuerza, pudiendo aumentar las tensiones entre la pasión y la razón.
Eso sí cabe recalcar que, si se llegan a presentar desequilibrios que nos sobrepasan como personas, siempre será bueno pedir ayuda a otras personas en que podamos confiar, y si es necesario no dudes en solicitar ayuda profesional hasta encontrar la adecuada.