¡Nunca más! General Carlos Parera: Un 19 de septiembre que despreció la voluntad popular
Parque O’Higgins, media tarde del miércoles 19 de septiembre de 1990. El brigadier general, Carlos Rafael Parera Silva, jefe de la guarnición militar de la Región Metropolitana, y encargado de las fuerzas que participan en la parada militar en honor a las Glorias del Ejército, luce chaqueta blanca con una banda roja cruzada, pantalones y casco grises, guantes blancos y botas negras.
Con decisión baja del jeep verde oscuro, detenido frente a la tribuna presidencial en la que, entre otros, atentamente observan Patricio Aylwin Azócar, presidente de la República, con la cinta presidencial y la piocha de O’Higgins, máximo símbolo del poder, y Augusto Pinochet, comandante en jefe.
Parera se cuadra, mueve los labios simulando pedir autorización para comenzar el desfile, pero ni una palabra se oye, da media vuelta, choca con fuerza sus talones, y se dirige al todoterreno.
El Mandatario contempla estoico la escena sin hacer gesto alguno, Pinochet muestra una leve sonrisa de aprobación a lo obrado que es el desprecio a la autoridad elegida por el Pueblo, y la “familia militar”, que copa la tribuna, aplaude rabiosamente el hecho. El vehículo se dirige a su posición. Inmediatamente una voz clama: “¡Atención: desfile!”, y el tambor mayor de la Escuela Militar inicia su marcha.
La primera parada militar luego de 17 años de dictadura cívico-castrense comienza sin la autorización presidencial, marcando el hecho más vergonzoso de la historia de esa revista, en la que el comandante de las fuerzas de presentación se niega a pedir el permiso requerido al presidente de la República.
Pero, el desprecio del general Carlos Parera no fue el único agravio de esa tarde contra el presidente democrático y la ciudadanía que lo había elegido, porque al arribar a la elipse del parque en el Ford presidencial, Patricio Aylwin fue pifiado e insultado por la “familia militar” convertida en barra brava pinochetista.
La historia del 19 de septiembre
En 1819, 171 años antes de ese hecho, meses después de conseguida la Independencia nacional, comenzaron a realizarse ejercicios militares que contemplaban simulacros de guerra y desfile de las fuerzas. Estos se llamaban “despejes” y eran encabezados por el jefe de Estado y otras autoridades de a caballo. Se hacían en el Llano de Portales (hoy Barrio Yungay). Con el paso del tiempo estas maniobras se convirtieron en una gran fiesta popular en la que se tomaba aguardientes y vinos en grandes cantidades.
Posteriormente, en 1832, bajo la presidencia de José Joaquín Prieto, en momentos que el Ejército había sido descabezado y se había creado una guardia de civiles armados para controlarlo, se dictó un decreto para que el 18 de septiembre se realizará la primera parada en La Pampilla, ubicada en el mismo lugar donde hoy está el Parque O’Higgins, que fue presidida por el ministro Diego Portales.
El momento cúlmine del desfile era el paso de los regimientos de caballería, que lo hacían a galope tendido con los sables desenvainados y las lanzas en ristre.
Más adelante, hacia fines de la Guerra del Pacífico, Chile tenía un ejército de 24 mil hombres con experiencia combativa, estructurado según el modelo francés de 1871. Pese a la victoria en ese conflicto bélico, el gobierno decidió modernizarlo reemplazando la matriz francesa por la prusiana.
Para eso, desde 1885, contrataron decenas de oficiales de Prusia encabezados por el entonces capitán, Emilio Körner, que llegó a ser Inspector General del Ejército entre 1900 y 1910. En el marco de la llamada “prusianización” de las tropas terrestres, en 1896 se realizó un desfile parecido al de nuestros días en el Parque Cousiño; dos años después, se adoptó oficialmente el paso regular prusiano (Stechschritt o paso del ganso) para la marcha de la fuerza.
Más adelante, en 1915 bajo el gobierno de Ramón Barros Luco, mediante decreto supremo se declara feriado legal el 19 de septiembre de todos los años, para celebrar el “Día de las Glorias del Ejército”, y realizar una gran revista en su honor en el Parque Cousiño.
De esa forma, casi cien años después de haberse efectuado la primera parada militar en la historia chilena, se oficializa ese día para que se realice la celebración. Desde ese año, el gran desfile militar tiene más o menos las mismas características del actual.
En el siglo XX y en lo que va del XXI, presidentes de ideologías diferentes han presidido el evento sin inconvenientes, como señal del respeto, que antes de que Augusto Pinochet asumiera como comandante en jefe, sentía el Ejército por quienes la ciudadanía había elegido sus mandatarios.
Esto queda en evidencia en una foto del 19 de septiembre de 1971. En la instantánea se ve al socialista, Salvador Allende, con la banda presidencial y la piocha de O’Higgins, con un cacho de chicha en la mano haciendo el tradicional brindis, al lado de Alejandro Ríos Valdivia, ministro de Defensa, Carlos Prats, comandante en jefe del Ejército, Raúl Montero, comandante en jefe de la Armada. Esos jefes militares respetaban totalmente las autoridades elegidas por los chilenos.
Tres décadas después de aquel día, en 2006, ya recuperada la democracia, por primera vez una presidenta mujer y socialista, Michelle Bachelet, junto a Vivianne Blanlot, ministra de Defensa, preside la Parada Militar en la que se destaca a las mujeres como parte importante de las instituciones armadas.
Y esta tarde, dos siglos y cinco años después, nuevamente se realizará la revista que recuerda las Glorias del Ejército. Esta vez será presidida por el presidente de centro izquierda, Gabriel Boric Font, en compañía de Maya Fernández, nieta de Salvador Allende, como ministra de Defensa, y dirigirá la fuerza de presentación el general de división, Alejandro Ciuffardi.
Como gran diferencia con el desfile de 1990, se espera que la actitud del general Ciuffardi y los demás participantes esté en la línea de respeto a las autoridades elegidas popularmente de los generales René Schneider y Carlos Prats, y no en la de Augusto Pinochet.
Para que así sea, los conductores del Ejército de Chile deben asumir permanentemente que son las autoridades electas por la ciudadanía a quienes deben obedecer y respetar y, que, nunca más, pueden tener conductas que desprecien la voluntad popular, como la que tuvo el brigadier general, Carlos Parera, el miércoles 19 de septiembre, hace 24 años.