Ese 4 de septiembre del año 2014, las noticias provenientes desde Argentina impactaron y entristecieron a toda Latinoamérica: Gustavo Cerati, el líder de Soda Stereo y representante del rock trasandino, fallecía tras cuatro largos años de agonía.

Fue en mayo del 2010 que tras dar un show en Venezuela en medio de su gira “Fuerza Natural”, un accidente cerebrovascular lo dejó en un estado de coma del cual nunca pudo recuperarse, en un sueño eterno del cual no despertó.

Gustavo Cerati no fue un simple vocalista de un grupo de rock que en los años 80 alcanzó fama por su música, letra y extravagantes peinados, fue la voz de toda una generación que salía de una cruel dictadura.

Es por eso que el autor de himnos como “La Ciudad de la Furia”, “Prófugos”, “Crimen”, “Puente” y tantas emblemáticas canciones, comenzó a forjar una figura que trascendió la música, pero que con sus creaciones pegó fuerte en muchos países sudamericanos, incluyendo Chile.

A 10 años de su muerte, Cerati sigue siendo parte de esa ciudad furiosa que describió, una Buenos Aires que este miércoles lo homenajeó incluso en sus señaléticas de tránsito.

Su tumba en el Cementerio de Chacarita se llenó con flores, regalos, peluches, mensajes, canciones. Gus, como lo llamaban, fue un compositor, cantante y guitarrista que atravesó a generaciones enteras, allá y acá, en Chile.

Gustavo Cerati falleció a la temprana edad de 55 años y con muchas historias pendientes que contar en sus canciones, esas que siguen sonando tan actuales como hoy y que en este 4 de septiembre sonaron fuerte en muchas radios de nuestro continente.

En redes sociales, su recuerdo también siguió patente. Infinito, Gus, infinito.