Todos los Hermosilla van al cielo
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Todos los Hermosilla van al cielo

Por: Pablo Varas Pérez | 27.08.2024
Ya se acabaron los tiempos cuando se decía que Chile era un oasis en el infierno de la corrupción de todo el continente. La realidad deja y tiene al país como si de un jarrón chino se tratara, pero en el suelo y destrozado. Y los responsables del quiebre se encuentran en el 1% más rico, y sus lacayos.

El estudio jurídico Chadwick-Hermosilla actuaba como el Oráculo de Delfos, algo así como el ojo rector el mundo pero en versión patriota. Podían predecir el futuro en asuntos políticos de manera discreta, silenciosa, amparados por una marcha constante de billetes y facturas falsas como estandartes.

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Pero la caída en desgracia del abogado Hermosilla no le quita el sueño a los que habitan en La Pintana, San Bernardo o Colina. Allí viven buena parte de los desfavorecidos, que son -justamente- víctimas de los grandes empresarios y grupos económicos, esos que eran representados por Hermosilla-Chadwick.

Aquellos que son agredidos y violentados por un salario bajo, un sistema de pensión precario y un modelo de salud que te ofrece más vida, pero pasando primero por la caja registradora.

Varias han sido las redes y los alcances de este caso. Inolvidable y estrepitosa fue la caída del exDirector de la PDI, Sergio Muñoz, por información encontrada en el teléfono de Hermosilla. A partir de ese momento, lentamente, el telón de la miseria humana comenzó a dejar heridos en su escenario, y el miedo inundó a los conspicuos, en su mayoría hijos de la pontificia.

Hermosilla sentado en la plaza pública, como si del templo de Apolo se tratara, escuchaba los pedidos de favores, llamaba, y un nefasto sistema a su servicio echaba a andar los engranajes. Miles de millones de pesos -enardecidos y furibundos- festejaban que un empleado, pagado a bajo costo, les entregara información para obtener más y más dinero.

Andrés Chadwick, inseparable de Piñera, miembro del bastión de la derecha, heredero de la dictadura, declaró que Hermosilla era su amigo de toda la vida, un hermano fundamental. Entre ambos compartían mesa de juegos para salvar a los hermanos Sauer, a Topelberg, quienes hoy día caminan por los pasillos de la prisión. Los cargos no son menores: estafa, infracción a la Ley del Mercado de valores, lavado de activos y delitos tributarios.

El SII acusó a los Sauer de facilitar 9.970 facturas falsas a más de 100 empresas de diferentes rubros, con la friolera numérica de $12.988.219.183.

Mauricio Ojeda, que oficia de diputado -ahora exRepublicano- en una clase magistral de hipocresía en el parlamento pidió que se tomaran las medidas más ejemplares contra los corruptos, pues le hacen daño a la patria y a todos los chilenos. Así la ciudadanía pierde la confianza en sus instituciones. Se pasó algunos pueblos, dijeron sus compañeros de bancada, al exigir se les quite la nacionalidad.

Evelyn en tanto ha sido muy escueta. Le dijeron que diga: caiga quien caiga.

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Ya se acabaron los tiempos cuando se decía que Chile era un oasis en el infierno de la corrupción de todo el continente. La realidad deja y tiene al país como si de un jarrón chino se tratara, pero en el suelo y destrozado. Y los responsables del quiebre se encuentran en el 1% más rico, y sus lacayos.

Cuando octubre se instaló como una piedra en los zapatos del país todos se encontraron. Desde los que clamaban que había que dar hasta que el bolsillo duela, a los que traicionaron las justas y urgentes demandas populares. Se deja constancia que no se ganado nada, pero si salvaron a las Isapres y las AFP gozan de muy buena salud.

Había que salvar al gobierno de Piñera, víctima de ‘un golpe de estado atípico’, empujado por cientos y cientos de venezolanos y cubanos, envalentonados por el hip hop coreano. Para salvar el sistema democrático se unieron los amigos de siempre y alguno que otro invitado de última hora.

Así, nuevamente, Chile volvió a ser el mismo.

Pasó la pandemia que se llevó a miles de chilenos y volvieron a florecer como siempre los mismos, pero esta vez más depredadores, con sus guaripolas Hermosilla-Chadwick. Sucede que el carnaval nunca se fue.

Cuando unos cuantos se dan la tarea de debilitar el Estado -al que le niegan la sal y el agua- usualmente terminan haciendo el mismo recorrido, hasta quedar sentados en alguna mesa, firmando una mentira vestida de proyecto de ley con el fin de “enterrar a la corrupción”, pero no en el mismo ataúd a los corruptos.

Tienen mucha suerte Hermosilla, Chadwick, y aquella larga fila de crápulas, de no estar en la China de los tiempos actuales.

Ahora, cabe recordar que, finalmente, el desprestigio de Delfos fue perdiendo presencia, e inició su recorrido hacia la desaparición. Se espera entonces que las oficinas de Hermosilla-Chadwick le suceda algo parecido. Pero ojo, el país no está salvado del fuego.

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El Poder Judicial debe responder de forma contundente, y el Congreso debe dejar de bailar como si de una usada muñeca de trapo se tratara. Evidentemente los tiempos actuales no son para devaneos.

Crédito de la fotografía: Agencia Uno