En una Argentina convulsionada por las gravísimas acusaciones de violencia de género que pesan sobre el expresidente Alberto Fernández, la ultraderecha gobernante busca darle el tiro de gracia al peronismo y de paso poner a la defensiva al feminismo, el movimiento que marcó durante años la agenda política en el país trasandino.

Los canales de TV, radios, y redes sociales son monopolizados casi sin excepción por la situación procesal del exmandatario que el miércoles fue imputado por los delitos de lesiones graves doblemente agravadas por el vínculo, producidas en un contexto de amenazas coactivas en perjuicio de su expareja y exprimera dama, Fabiola Yañez, quien en los últimos días ha entregado detalles de la grave situación que la afectó.

El contexto actual de Fernández se deriva de otra investigación sobre un negocio (aparentemente oscuro) de Seguros que involucra a la histórica secretaria del expresidente María Cantero, y su marido Héctor Martínez Sosa, quienes -de acuerdo a la acusación- aprovecharon la “onda verde” presidencial para potenciar sus negocios con el sector público.

El combo perfecto

Ni el propio Javier Milei, negacionista del cambio climático, de la brecha salarial y del terrorismo de Estado (entre otras cosas), hubiera imaginado hace poco un panorama tan favorable a su pulsión de desprestigiar al progresismo, porque como se dice en esas tierras, a Fernández le están haciendo una operación política, pero con la verdad.

El menú del que Milei dispone sobre su mesa incluye corrupción, un expresidente autoproclamado feminista que golpea a su mujer, un peronismo a la defensiva y sin capacidad de reacción y sobre todo un feminismo que perdió la centralidad de la que disfrutó hasta hace poco en la agenda pública.

Habría que agregar, a modo de paréntesis o como nota al pie, que quizás sí imaginó este escenario después de inyectarle 100 millones de dólares a los Servicios de Inteligencia bajo el formato de “gastos reservados”…pero esto es apenas una especulación.

Lo concreto es que esta suerte de restauración conservadora que se produce allende los Andes, que incluye el cierre del Ministerio de la Mujer y de líneas y programas de ayuda a víctimas de violencia de género, se produce sobre tierra arrasada y con escasas posibilidades de encontrar resistencia colectiva, por ahora.

El feminismo como blanco

En este marco, la patota digital panlibertaria argentina viene imponiendo su narrativa en redes a fuerza de repetir el cliché provocativo #Donde están las feministas, una especie de mantra que regularmente retorna al ciberespacio y a los medios conservadores, cada vez que ocurre un episodio que tiene a una mujer como víctima.

La pregunta, que constituye una clara interpelación, exige que ese movimiento se pronuncie ante cualquier hecho que involucre como víctimas a las mujeres, aunque la situación no guarde relación con la perspectiva feminista, o con la violencia machista. Se trata por lo general de un reclamo enmarcado en una lectura sesgada o errónea que los grupos conservadores hacen de los principios feministas o de la perspectiva de género.

En resumen, invocan la conocida falacia del hombre de paja que consiste en distorsionar deliberadamente el argumento de la contraparte, para refutar luego ese argumento deformado, dejando de lado el original.

Una “ventaja comparativa” de la que gozan las huestes libertarias en este proyecto de deslegitimación es que se produce sobre todo en (X) Twitter, la red social que especialmente desde que fue adquirida por Elon Musk se transformó en un espacio que ya no favorece el debate público y solo propicia la polarización, los ataques, las interpelaciones y las “chicanas” (provocaciones de bajo calibre).

Batalla en redes

El sofisticado equipo que encabeza esta embestida digital logró que durante esta última semana una búsqueda en X con la palabra “feministas” arroje a resultados que en una proporción abrumadoramente mayoritaria remite a ataques a militantes conocidos de ese espacio, periodistas, políticas, etc, por sus supuestas faltas, contradicciones y/o ausencias ahora que “las papas queman”.

En medio del casi centenar de mensajes que Milei postea a diario la exred social del pajarito, no perdió la oportunidad de cargar contra el ahora desaparecido Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, una cartera que a la ultraderecha le provocaba urticaria y cuyo desmantelamiento era parte de las promesas electorales del libertario…y que fue una de las pocas que cumplió en tiempo y forma, nobleza obliga.

Sin embargo, como viene ocurriendo últimamente, la tarea sucia –si es que existe alguna limpia en este tema- quedó delegada al ejército de matones digitales que, según varias fuentes y los principales medios de ese país, tienen su centro operativo en la Casa Rosada.

La conocida periodista y abogada, Julia Mengolini, entre varios otros casos posibles, denunció centenares de ataques en redes sociales a pocas horas de advertir en una editorial radial sobre la importancia de respetar el principio de “presunción de inocencia”.

Poco después, y pese a que lo que planteó la periodista se limitó a consagrar una garantía constitucional elemental, el Presidente catalogó a Mengolini de "mentirosa", y agregó que sus dichos sobre el caso de Fernández dejan bien claro “que la agenda de género del kirchnerismo no difiere de la base zurda que es la de usarla para perseguir opositores”

“Cada día estoy más orgulloso de ser quien cerró los antros de persecución ideológica que eran el Ministerio de la Mujer (cómplice por encubrimiento) y el INADI" dijo el ultraderechista.

Silenciar y disciplinar

Esta especie de reparto indiscriminado de repudios y exigencias a las militantes feministas que malversa el argumento de la sororidad y reclama que los feminismos salgan a hablar por las mujeres, aún si no están de acuerdo, incluso si no se trata de una cuestión de género, constituye un dispositivo de silenciamiento y disciplinamiento.

Según un estudio de la Asociación Civil Comunicar Igualdad sobre el debate entre el activismo feminista y los grupos conservadores en Argentina, Uruguay, Chile y Paraguay, que analizó las características de esa disputa, con especial énfasis en X, es en Argentina donde más aumentó la violencia antigénero, y donde menos debate hubo entre quienes promueven la igualdad de género y quienes están en contra.

La investigación, publicada en el portal LETRAP, registró que el 100% de las referentes feministas entrevistadas fue víctima de violencia en las redes sociales y casi la mitad fue objeto de campañas coordinadas en su contra, en Twitter.

El 46% recibió mensajes intimidatorios personales, 33% sufrió actos de violencia en la vía pública, y 4,2%, en su domicilio.

Como método para proteger su salud mental de las agresiones sin abandonar la red, entre 30% y el 60% de las personas entrevistadas dejó de leer las notificaciones en sus cuentas.

A pesar de sus tropiezos, inconsistencias y/o radicalidades…y también a pesar de la feroz campaña desatada contra ellas, la respuesta acerca de #DóndeEstánLasFeministas, es clara: están en todos lados, trabajando, reconstruyendo sus movimientos y la defensa de los derechos adquiridos, reclamando la despenalización del aborto en el resto del mundo, etc.

Crédito foto: @javiermilei