¿Por qué la derecha se opone a la educación sexual integral?

¿Por qué la derecha se opone a la educación sexual integral?

Por: Leonardo Jofré y Matías Rodríguez | 26.07.2024
Estos casos nos llevan a plantear, nuevamente, la importancia de la Educación en Afectividad y Sexualidad Integral (EASI): esta es una herramienta clave, dentro de otras materias, para poder detectar los abusos.

La semana noticiosa de nuestro país ha estado marcada por la renuncia del senador Javier Macaya a la presidencia de la UDI tras la defensa a su padre, Eduardo Macaya, condenado a 6 años de cárcel por cuatro abusos sexuales en contra de dos menores de edad.

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El senador tempranamente había señalado su confianza en la inocencia de su padre, cuestión que replicó una vez conocida la sentencia, cuestionando así el relato de las víctimas y expresamente la prueba presentada (videos de su actuar delictivo) por haber sido tomada “sin consentimiento” del agresor.

Hace pocos días, además, la Corte de Apelaciones de Temuco ordenó la prisión preventiva para Patrick Casanova, otrora jefe de gabinete del senador Rojo Edwards y ex candidato del Partido Republicano a la alcaldía de Victoria.

Algunas semanas más atrás se conoció públicamente que el ex consejero constituyente del mismo partido por la región de Tarapacá, Sebastián Rodríguez, fue denunciado por al menos dos estudiantes del Colegio Rupanic de Alto Hospicio por el delito de abuso sexual.

Estos casos nos llevan a plantear, nuevamente, la importancia de la Educación en Afectividad y Sexualidad Integral (EASI): esta es una herramienta clave, dentro de otras materias, para poder detectar los abusos, los que muchas veces ocurren desde una posición de poder o aprovechándose de la posición desmejorada que pueda tener familiar, social o culturalmente la víctima.

Y que la EASI es un proceso curricular, de enseñanza y aprendizaje -por cierto que gradual y progresivo- que tiene como fin educar a adolescentes y jóvenes en torno a su salud y bienestar desde los aspectos cognitivos, emocionales, físicos y sociales de la sexualidad, de forma de aportar a la construcción de relaciones sociales, afectivas y sexuales respetuosas.

Siendo ello así, llama la atención la oposición a legislar sobre la materia, como a poder tener educación sexual y afectiva en colegios, ha sido una bandera de lucha histórica de la derecha, la misma que ha salido a la palestra estos días debido a los casos ya referidos. ¿Por qué la derecha se opone a la educación sexual integral?

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Lejos de los mitos o caricaturas al respecto, hay que analizar la dimensión política de su oposición. Y es que la EASI es también una batalla más en el campo de las ideas que enfrenta al conservadurismo característico de las derechas con los progresismos y las izquierdas.

Esta ha tenido un relato coherente, de su parte, en el país: Se opusieron en 1998 a la Ley de terminaba con la clasificación de hijos legítimos e ilegítimos según si nacían dentro o fuera del matrimonio; se opusieron en 1999 a despenalizar la homosexualidad; tras diez años de discusión se opusieron en el 2004 a la Ley que permitía el divorcio en Chile, para luego divorciarse, y así un largo etcétera.

El voto conservador es el voto ideológico de las derechas, que años atrás se anclaba a un fuerte componente religioso, con una Iglesia cuya voz tenía un rol preponderante en la sociedad chilena. Hoy se relaciona más que nada con el mito: la denominada posverdad que, como mentira consciente de sí misma, desvirtúa, tergiversa o lisa y llanamente inventa atrocidades, donde el temor es su herramienta de movilización de masas. Así lo han hecho con la EASI y lo seguirán haciendo.

Esto devela, por lo demás, una contradicción en el propio relato de las derechas, que suelen apropiarse de la idea de “libertad” como un activo de su política. Lo cierto es que la libertad que defienden se reduce a una de mercado, que tiene de forma permanente la interferencia del dinero como herramienta que hace posible esa misma libertad; mientras que la libertad como autodeterminación personal y/o colectiva les es indiferente o indeseable.

Así, no es sólo el cumplimiento o no de los objetivos de la EASI, es la batalla cultural que está detrás: una disputa del sentido común.

El avance de las causas progresistas, si bien no es un elemento estructuralmente decidor, es uno que puede hacer una diferencia electoral importante: por ejemplo, la movilización de voto contra los retrocesos que implica la ultraderecha en el poder. Su implementación es en sí un avance que atenta contra el discurso y relato histórico conservador de la derecha, y por ende un retroceso en la disputa de la hegemonía cultural que como sector político intentarán evitar.

Lo saben. Por eso es importante y necesario poner en contracción sus acciones con el objetivo de la EASI que defendemos y buscamos: materializar un compromiso con los derechos humanos y el bienestar de niños, niñas y adolescentes.

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Es entregar herramientas para la salud física y mental de nuestros menores de edad que el día de mañana serán adultos cuyas acciones también impactarán sobre sí y el resto. Es ser coherentes con entregar herramientas para la autodeterminación de cada cual. Es, también, combatir el delito: porque las agresiones sexuales lo son, y es clave tener elementos para detectarlas y enfrentarlas. Es luchar para que el caso de Macaya y otros tengan un nunca más.

Crédito de la foto: Agencia Uno