El parcial y atento retorno de la Autarquía

El parcial y atento retorno de la Autarquía

Por: Lucio Cañete | 16.07.2024
Ciertamente la pretensión de que Chile sea un país autárquico es algo sin respaldo científico, pero sí nuestro país debe avanzar en preparar recursos humanos y materiales para responder de manera ágil ante algún futuro corte de suministros vitales desde el exterior.

Hace algunos días el Ministerio de Energía de nuestro país autorizó el envío de gas hacia Argentina, que por contraste, hizo recordar el cierre unilateral de la llave de suministro que los trasandinos realizaron a comienzos del presente siglo, cortando el flujo de dicho hidrocarburo y con ello provocando una serie de trastornos en los procesos productivos aquí en Chile.

[Te puede interesar] Guerra ya suma casi 40 mil decesos: Reportan decenas de muertos en dos bombardeos de Israel en Gaza

En aquel entonces varios chilenos plantearon la necesidad de desconfiar respecto a la continuidad de materia y energía desde proveedores externos, planteando la urgencia de crear alguna capacidad local de auto-suministro de bienes imprescindibles para la población.

Desde la ciencia económica lo que en esa época se postuló y de cierta manera aún se viene de manera esporádica discutiendo con baja intensidad, es el concepto de Autarquía. Se trata de la política que establece que las sociedades deben proveerse de los bienes que ellas demandan sin importarlos. Actualmente esta postura suele ser menospreciada en todo el mundo debido a las ventajas del libre comercio y a la especialización.

En efecto, las evidencias demuestran que las sociedades deben especializarse en producir los bienes donde poseen ventajas comparativas respecto de otras y adquirir desde el exterior aquellos donde no tienen tales ventajas.

Esto explica por ejemplo, por qué los plátanos son vendidos a Chile desde Ecuador y por qué desde diferentes partes del mundo se compran cerezas producidas en nuestro territorio. Tal como un productor manufacturero chileno no tiene mejores capacidades naturales y culturales de producir relojes aquí, tampoco la tiene un agroindustrial escandinavo para producir vino allá.

Esto hace que los chilenos compren relojes chinos y celulares finlandeses, mientras ellos compran nuestros exquisitos vinos. Esto no significa que en el centro de Asia ni en el norte de Europa no se puedan producir buenos vinos, tan solo que generar allá las condiciones para ello resultaría muy costoso, siendo aconsejable para todos que dicha bebida se importe desde climas mediterráneos producidos por culturas que ya poseen una tradición de excelencia en su elaboración.

Por el contrario, los partidarios de la Autarquía defienden la prescindencia del exterior dando como uno de los principales argumentos la independencia del comportamiento de las economías que están fuera de las fronteras.

En efecto, ante un mundo fuertemente vinculado por redes de transporte y con reducidas barreras al comercio internacional entre diversas regiones, el motivo para que un país actualmente sea autárquico es no quedar a merced de lo adverso que pueda ocurrir en el resto del planeta.

En tal contexto se entiende la jactancia que hoy hace Corea del Norte y que en su mejor momento hizo la Alemania Nazi sobre las potentes capacidades de auto-proveerse frente a un entorno hostil.

[Te puede interesar] VIDEO|Descarnado desahogo de Copano contra Claudio Reyes: “¿Quién quería ser amigo de esa...?

A las ya mencionadas excepciones contemporáneas que adhieren al pensamiento autárquico, hay que sumar desde un pasado distante a un par de famosos filósofos. Se trata de Platón y Aristóteles que durante sus años de gloria concibieron a la Autarquía como una muestra de perfección.

Ambos valoraban la capacidad de bastarse por sí mismos. Ellos y otros pensadores de la Antigua Grecia establecían que el bienestar debía encontrarse en uno mismo, sin depender de lo que ocurra en el exterior. De hecho en estricto rigor la etimología griega de la palabra Autarquía en Chile puede ser entendida coloquialmente como “rascarse con las propias uñas”.

Pese al escepticismo sobre la eficiencia de la Autarquía, algunos acontecimientos de génesis natural o gatillados por los propios seres humanos suelen en ocasiones revitalizar componentes de este concepto tal como, por ejemplo, en estos tres episodios.

El primero fue el año pasado cuando Chile lanzó su Estrategia Nacional de Soberanía para la Seguridad Alimentaria en cuya primera oración del documento oficial el Ministro de Agricultura nítidamente afirmó: “Enfrentamos un momento crucial en nuestra historia, el complejo escenario político y económico a escala global, la creciente dependencia de alimentos importados…”.

Un poco antes, algo de Autarquía emergió con impotencia y nostalgia durante la pandemia del COVID-19, añorando la pérdida capacidad de Chile de producir sus propias vacunas. Para muchos economistas y biólogos, nunca debió cerrarse el Departamento de Producción de Vacunas del Instituto de Salud Pública, heredero del Instituto de Vacuna Animal y luego el Instituto Bacteriológico, centros de excelencia que por más de un siglo proveyeron vacunas hasta el año 2002.

El tercer ejemplo se remonta cuando Chile sufrió una situación delicada durante la segunda mitad de la década de los 70 del siglo pasado. En esa época Estados Unidos para presionar a la dictadura de Pinochet y sus secuaces prohibió la venta de armamento a nuestro país, haciendo que las Fuerzas Armadas chilenas casi se convirtieran en fuerzas desarmadas.

Gracias a la habilidad de algunos entes estatales y a la inteligencia de privados, Chile reaccionó a tiempo fortaleciendo parte de su industria de defensa y así logró el poder disuasivo que impidió la inminente guerra.

Ciertamente la pretensión de que Chile sea un país autárquico es algo sin respaldo científico, pero sí nuestro país debe avanzar en preparar recursos humanos y materiales para responder de manera ágil ante algún futuro corte de suministros vitales desde el exterior.

En tal sentido debe continuar con su política de proveerse de energía desde fuentes domésticas, pues ella físicamente entendida como la capacidad de realizar trabajo y de modificar lo existente, es el bien estrella en toda economía.

También Chile debe acondicionar la industria manufacturera nacional para reaccionar ante un súbito corte desde el exterior. Este es un desafío mayor considerando que bienes tan simples como un martillo son importados y que la mayoría de los chilenos ocupa en su cotidianidad más del 90% de manufacturas elaboradas fuera del país.

[Te puede interesar] Alcalde de Chillán ordena cierre de colegio por patente municipal impaga: Corte lo rechazó

Sí, aunque herramientas, aparatos de telecomunicación y vestimenta entre otros productos sean importados; Chile puede apelar a la capacidad de su gente, la misma que hasta hace algunas décadas produjo por ejemplo calzados de prestigio mundial.

Crédito de la foto: Lucio Cañete (con IA)