
El Opus Dei y los 50 años de la visita a Chile de su fundador
El Opus Dei celebra 50 años de la visita a Chile de su fundador – “el padre” – acontecimiento que marco su expansión en nuestro país, y que los miembros de “la Obra” celebraran con una serie de misas de acción de gracias a lo largo de Chile entre los días 28 de junio y 9 de julio.
Opus Dei –Obra de Dios– o la “Prelatura de la Santa Cruz y el Opus Dei”, o “La Obra” para sus miembros, es una de esas instituciones como la masonería –Umberto Eco en “El Cementerio de Praga” dice: 'los jesuitas son masones con sotana', lo que puede aplicarse al Opus Dei, agrupaciones de las que mucho se habla, que son omnipresentes y onmi influyentes, pero de las que en realidad poco o nada sabemos a ciencia cierta.
José María Julián Mariano Escrivá Albás, nace en 1902 en Barbastro, Huesca, España; el agregado del gentilicio “de Balaguer” lo consigue del Ministerio de Justicia español en 1940, y en 1968 la rehabilitación del título de Márquez de Peralta. En 1925 fue ordenado sacerdote y en 1927 funda el Opus Dei, falleciendo en Roma en 1975, para luego ser beatificado en 1992 y canonizado en el 2002.
Más allá de sus excentricidades biográficas, o la espiritualidad que podemos conocer por medio de sus libros, resulta interesante detenerse en su obra, o más bien dicho en esta Obra de Dios. ¿Que sabemos del Opus Dei? Más allá de las fantasías de Dan Brown en el Código Da Vinci, o lo que imaginemos de la vida de la familia Lavín, o de lo cuestionable del uso de cilicios y disciplinas para mortificar el cuerpo y elevar el alma.
De corte neoconservador, fundada en tiempos de la República Española, su fundador vivió los avatares de una época convulsa, su forma de pensar y actuar se ve influenciada por la persecución y el asesinato, por causa de la fe, de un número considerable de católicos; se consolida a partir del triunfo del bando nacionalista y el posterior régimen Franquista.
No es una congregación religiosa, ni un movimiento como los cursillos de cristiandad, otro grupo religioso surgido en la España de postguerra, más bien se trata de un “camino” espiritual que busca la santificación de sus miembros dentro de su estado de vida.
Conformado principalmente por laicos, hombres y mujeres, que pueden ser numerarios, consagrados con votos privados, viven en comunidad, están sujetos a un superior, observan castidad, y ponen sus bienes a disposición de la Obra (el conocido “profe” Silva, Luis Silva Irarrázaval) de entre ellos se eligen a quienes accederán al sacerdocio (vgr.: Juan Ignacio González, obispo de San Bernardo, que fue abogado de Carabineros).
También hay numerarias auxiliares que, observando la misma forma de consagración, se dedican a las labores domésticas de las casas de la obra; y supernumerarios miembros laicos que desarrollan una vida familiar “normal” (Joaquín Lavín), que, aunque no se diga serian una segunda categoría de miembros de la obra, como lo señala el Padre en “Camino”: “El matrimonio es para la clase de tropa y no para el estado mayor de Cristo” (nº28), aunque oficialmente se le dé una interpretación bastante más políticamente correcta.
A 50 años de la visita de “el Padre” ¿dónde radica la importancia y la controvertida influencia del Opus Dei? ¿En personajes como Silva o Lavín? ¿En la impronta neoconservadora que han dado a sus instrucciones educativas como la Universidad de los Andes? ¿En el secretismo que ad extra parece tener la organización?
En el momento de la visita de “el Padre”, el Opus Dei lleva ya un par de décadas en Chile, ya se han acercado a una elite que seguramente rechazo el gobierno de la UP y se situó en apoyo al Régimen Militar, así como en España donde fueron Economistas cercamos a “la Obra” quienes acompañan al franquismo en el establecimiento de un nuevo modelo económico; aunque oficialmente solo se encontró con el Cardenal Raúl Silva Henríquez, seguramente entre quienes acudieron a las conferencias que dicto se encontraban dirigentes del régimen imperante y del empresariado que había retornado a Chile tras la caída de Allende.
Esta visita se da en los primeros años de la dictadura militar, un ambiente muy cercano al vivido en los albores del franquismo. Y como hijo de su tiempo, y víctima de las experiencias vividas, ve cualquier atisbo de cambio o de rebelión frente a los regímenes conservadores, cualquier cercanía al socialismo, como peligrosos para la visión cristiana de la sociedad.
El Opus Dei propone la santificación de cada uno en el propio estado, es decir: el obrero se santifica siendo obrero y realizando su trabajo de la mejor manera posible, y el empresario se santifica en el desarrollo de las labores empresariales de la mejor manera posible (suponemos que compatibilizando las exigencias éticas de la vida cristiana y logrando los mayores beneficios económicos posibles), la mujer casada se santificara en el cumplimiento de las labores propias de su estado y sexo.
Queda por lo tanto descartada cualquier posibilidad de movilidad social, la que iría en contra de la voluntad de Dios, manifestada principalmente en la voluntad del director espiritual, esta forma de pensar es claramente atractiva para los segmentos más conservadores de la sociedad, y no solo para las elites económicas, sino para todas aquellas personas que aparecen temiendo cualquier cambio o progreso que de una u otra forma les suene a falta de orden, a falta de disciplina, o que les pueda llevar a perder las grandes o pequeñas seguridades que han adquirido.
Más allá de personajes conocidos, quienes realizan realmente el trabajo que logra que el Opus Dei tenga una gran influencia en diversos ámbitos de la sociedad, son los cientos de numerarios y supernumerarios anónimos que buscan santificarse en el cumplimiento fiel de sus labores, en el cumplimiento fiel de la voluntad de Dios que se manifiesta por medio del director espiritual.
Son estas personas las que van buscando instaurar en toda la sociedad los valores de un cristianismo conservador o neoconservador, que cree que todo cambio social es potencialmente un peligro para la estabilidad social y para la vida cristiana, de manera que ven como parte de sus obligaciones instaurarlo todo en Cristo, aunque no sabemos cómo Cristo querría que eso ocurra.
Autor de la columna: Jorge Silva F., teólogo, magíster en historia, magíster en estudios de género, miembro de la Iglesia Episcopal Anglicana Chile, y parte del equipo de Ocho Libros Editores.
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