¿Epidemia de la “obesidad” o de la gordofobia?

¿Epidemia de la “obesidad” o de la gordofobia?

Por: Carolina Melcher | 04.07.2024
El objetivo de las atenciones en salud debiese ser buscar el bienestar físico, mental y emocional de las personas a través de la generación de hábitos y conductas saludables y -en algunos casos- adherencia al tratamiento farmacológico, en lugar de buscar un peso determinado en la balanza, regido por un método que fue creado con otro propósito.

Desde hace décadas diversas instituciones de salud -a nivel nacional y mundial- han implementado variadas políticas públicas y estrategias para combatir la “epidemia del sobrepeso y la obesidad”, pero ¿qué son estos dos términos? Para explicarlo mejor, debemos ponernos en contexto.

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Estas categorizaciones nacen a raíz del Índice de Masa Corporal (IMC), el cual tiene una historia bastante curiosa, carente de ciencia y de estudios médicos. El año 1832, un matemático belga apellidado Quetelet, quería, a través de una fórmula matemática, definir y categorizar las características físicas de un hombre europeo “normal.

Luego de diversos cálculos llegó a la conclusión que la fórmula “ideal” para lograr esto, era calculando el peso de un hombre adulto dividido por su estatura al cuadrado. Este experimento lo hizo con fines personales y jamás pensando que décadas más tarde se utilizaría en el área de la medicina, ya que no hay manera que sólo el peso y la estatura de una persona defina su estado de salud.

En los setenta las compañías de seguros en Estados Unidos comenzaron a masificarse vertiginosamente, por lo que necesitaban categorizar a las personas según el plan de salud que les ofrecían, sobre todo a aquellas consideradas de “mayor riesgo”, ya que esos planes tendrían un mayor valor monetario.

Finalmente, estas aseguradoras llegaron al índice de Quetelet, al cual no solo le cambiaron el nombre a lo que hoy conocemos como IMC, sino que también crearon categorías estandarizadas según el tamaño corporal de las personas. Esta información es esencial ya que desde ese momento se comenzó a exigir el cálculo de IMC a profesionales de salud.

Es por esto que los términos “sobrepeso” y “obesidad” no solo son erróneos, desactualizados y desprovistos de ciencia, sino que también estigmatizantes, pero ¿por qué? Cuando hablamos de “sobrepeso” es sobre el “peso ideal” calculado según el IMC, indicándonos que todas las personas debiésemos aspirar a ese peso y que si nos pasamos de ese parámetro estamos enfermos.

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Por otro lado, el término obesidad deriva del latín que significa “persona gorda por comer de más”, cuando el tamaño corporal de una persona es la consecuencia de cientos de variantes, y no sólo por la cantidad de comida que ingiere. Reducirlo a esto último es incorrecto, vergonzoso y frustrante.

Los factores que determinan el estado de salud de una persona son increíblemente numerosos, donde debemos considerar -a grandes rasgos-, el cuidado médico, ambiente físico, circunstancias sociales, herencia genética, biología y el comportamiento individual de cada quién, un 36% de los determinantes de salud donde sólo algunos de ellos están bajo nuestro control.

Entonces ¿por qué utilizar términos que nacen de una herramienta obsoleta? ¿por qué hablar de la “epidemia de la obesidad”? ¿Esto quiere decir que las personas gordas son una epidemia y que hay que erradicarlas? Decir que las personas gordas son una plaga habla de un discurso inhumano, cruel y despiadado. ¿Acaso se ha logrado acabar con esta mal llamada epidemia? No, porque existe algo llamado diversidad corporal.

El objetivo de las atenciones en salud debiese ser buscar el bienestar físico, mental y emocional de las personas a través de la generación de hábitos y conductas saludables y -en algunos casos- adherencia al tratamiento farmacológico, en lugar de buscar un peso determinado en la balanza, regido por un método que fue creado con otro propósito.

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Finalmente, el peso o tamaño corporal de una persona se adaptará naturalmente a lo que debiese ser respecto a numerosos factores. Tener los ojos café, el cabello largo, ser baja y/o ser gorda, son características físicas, no son un hábito ni mucho menos una conducta que podamos cambiar a nuestra semejanza. Entonces ¿a los profesionales de salud realmente les interesa nuestra salud o les molesta no vernos delgados? Al parecer la verdadera epidemia es la de la gordofobia.

Autora de la columna: Carolina Melcher Pérez, Nutricionista especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) y autora del libro “Te lo digo porque te quiero: derribando estereotipos estéticos en salud”.

Crédito foto: Agencia Uno