Suelos erosionados: El problema detrás de las inundaciones y también de la sequía en Chile
Aunque parecen ser situaciones opuestas, las inundaciones y la sequía son también dos síntomas de un mismo problema: la baja capacidad del suelo para retener el agua lluvia.
Cuando llueve sobre un suelo sano, éste tiene la capacidad de capturar el agua y que esta no corra por la superficie generando crecidas e inundaciones, sino que se retenga e infiltre hacia las napas subterráneas, rellenando los acuíferos que sirven como reserva de agua para tiempos en que deja de llover.
En Chile, donde los escenarios de cambio climático a futuro prevén menos lluvias y un aumento en la temperatura que promete derretir más rápido los glaciares, más de 70% de los suelos están degradados, erosionados o en proceso de desertificación, lo que afecta su capacidad para retener el agua que corre y guardarla para la sequía.
Las causas de esto son múltiples: diversos estudios apuntan por ejemplo al impacto de la plantación de monocultivos de palto en laderas de cerros, que son suelos en pendiente no aptos para cultivo. La plantación en “camellones” dispuestos en el sentido de la pendiente, “altera el perfil del suelo y su actividad biológica facilitando procesos erosivos”, explica el estudio.
Así, “al estar degradado, este suelo disminuye las posibilidades de infiltración de las aguas lluvias hacia el subsuelo, disminuyendo así el aporte a las napas subterráneas”, se concluye.
Un grupo de estudios realizados por investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad, relatan similares situaciones con respecto a las plantaciones forestales, donde se estima que la pérdida de suelo en superficies con plantación forestal es cuatro veces mayor que en superficies con bosque nativo.
Las prácticas de cosecha intensiva, como la tala rasa y los ciclos cortos de cosecha para asegurar una producción continua “no dan tiempo de recuperación a los sitios, agotando rápidamente los nutrientes del suelo”, se explica.
También se ha determinado la relación entre el relleno de humedales y el aumento de inundaciones, crecidas y deslizamientos de tierra o aluviones. Estudios han mostrado por ejemplo la capacidad de los humedales de la cuenca del río Maipo para mitigar un poco las crecidas en el Cajón del Maipo, o cómo el relleno de humedales aumenta el riesgo de inundaciones en Valdivia.
¿Qué se puede hacer?
Al mirar desde el lado de las soluciones, también se llama cada vez más a la necesidad de recuperar la capacidad de infiltración de los suelos como la principal medida y la más eficiente para enfrentar la sequía, incluso por sobre las soluciones que se suelen aplicar, como la construcción de embalses y pozos.
Así se desprende por ejemplo de las conclusiones de la iniciativa Escenarios Hídricos 2030 de la fundación Chile, que lleva desde 2016 reuniendo a actores académicos, del sector público, del privado y de la sociedad civil para proyectar el futuro hídrico del país e idear soluciones.
Para Ulrike Broschek, directora de la iniciativa, el diagnóstico es claro: “Los acuíferos son una infraestructura natural de almacenamiento de agua subterránea que estamos sobreexplotando por falta de agua en los ríos. Recuperarlos, es una media mucho más resiliente y sostenible que un embalse. Pero para eso se requiere un cambio de paradigma y pensar en soluciones distintas a las que hemos hecho hasta ahora”, sostiene.
El trabajo de Escenarios Hídricos, como el de muchos otros estudios académicos del país, concluyó que restaurar la capacidad de infiltración de los suelos y ecosistemas hídricos es la medida más rápida, de bajo costo, eficiente y beneficiosa para la naturaleza ante la sequía.
Se trata de una visión que también ha permeado en el ámbito público. Por ejemplo, existe un proyecto de restauración de suelos que implementa el Gobierno Metropolitano de Santiago aplicando soluciones basadas en la naturaleza para mejorar la infiltración del suelo, como zanjas de infiltración, terrazas y otras técnicas incluso utilizadas ancestralmente por comunidades indígenas.
En las ciudades, existe un llamado desde la academia para incorporar infraestructura verde en los espacios urbanos, como parques, techos verdes o sistemas de drenaje sustentable con vegetación de bajo requerimiento hídrico y capacidad de retener las lluvias, y así volver las ciudades menos impermeables y por lo tanto menos inundables.
A inicios de junio, desde los ministerios de Vivienda y Medio Ambiente firmaron un acuerdo con la FAO para desarrollar una estrategia nacional de infraestructura verde en zonas urbanas. Estas iniciativas mitigan tanto las inundaciones y la sequía como las olas de calor dentro de las ciudades.
Otra medida, aplicada incluso en programas de Conaf para aumentar la disponibilidad de agua en los ríos y acuíferos de servicios sanitarios rurales, es reforestar las cabeceras de las cuencas de ríos con especies nativas, que ayudan a retener el agua de la lluvia e infiltrarla en el suelo previniendo crecidas.
Foto: Ministerio de Medio Ambiente.