Una mirada al rol paterno
El rol paterno está cargado históricamente de funciones más menos establecidas -y ligadas al machismo- referentes a ser una figura de apoyo para la madre como fuente de estabilidad financiera.
Pareciera que este acto lo librase de toda acción tierna, amorosa y sensible.
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Ser padre es mucho más trascendental (trans, más allá y scando, escalar). Es una función que le permite al hombre posicionarse incluso más arriba de lo desconocido, traspasar sus propios miedos y limitaciones. Es olvidar-se y conocer a “otro”. Aquel que, hasta antes de saberse padre, estaba replegado y escondido.
Podríamos preguntarnos: ¿En qué momento el hombre llega a ser padre? Aunque pudiera ser controvertido, la paternidad inicia en el momento mismo en que hay existencia de un nuevo ser, pues la denominación y título de padre se hace a partir de la creación y presencia de una nueva vida.
Cada padre es único, exclusivo y particular. Los hijos somos respecto de los padres, y cada representación paterna es tan singular en sí misma que para un mismo padre puede haber una imagen distinta en cada hijo.
A pesar de que el rol del padre está visto como facultativo, voluntario, opcional y el de madre como obligatorio, la presencia paterna es fundamental en el desarrollo infantil. El hombre suele ser la figura dotada de función protectora frente a la indefensión. Los niños crecen, aprenden e interiorizan las conductas de sostén y amparo, así como también logran mayor estabilidad física y emocional ante esta presencia.
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Para quienes deciden cumplir su rol activamente puede ser difícil llevarlo a cabo en cualquiera de las dimensiones imaginadas. A partir de esto, podríamos preguntarnos cuánta de esta dificultad es personal o un reflejo de malestar social o cultural, un real intento por distanciarse de la cultura machista.
Ejercer el nuevo rol de padre es un cambio abismante en la vida, se deben asumir nuevos desafíos roles, salir de la zona de confort y aceptar que no hay vuelta a la “normalidad”, ya que está inmerso en su nueva realidad. En definitiva, hay una renuncia irrevocable a la vida previa.
Algunas mujeres podríamos preguntarnos: ¿Acaso nosotras no hacemos eso?: Por supuesto, es indiscutible. Sin embargo, culturalmente hemos sido designadas por años para ser sólo nosotras quienes prescindamos de otras labores, haciéndose difícil imaginar, mostrar y argumentar la idea de una co-parentalidad más equitativa.
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En padres primerizos los principales factores que afectan la salud mental durante su transición a la paternidad son la dificultad en la adquisición de una nueva identidad paternal, los desafíos del nuevo rol y los sentimientos negativos relacionados con él. Una mejor preparación para la paternidad, el apoyo en las relaciones de pareja, capacitación de los profesionales y atenciones oportunas y de fácil acceso pueden contribuir a mejorar la salud mental paterna.