Repensando la ciencia: El papel de las Humanidades, Artes y Ciencias Sociales (HACS)
En el siglo XX, la ciencia se consolidó como la principal vía para la promoción del conocimiento, la innovación y el desarrollo. Lo anterior se debe a que uno de los fundamentos del conocimiento científico -que quedó más o menos inalterable durante todo este período- ha sido su relación estrecha con la técnica y la noción de progreso. Sin embargo, en la actualidad, esta visión de la ciencia está siendo blanco de escrutinio público en razón de las urgentes necesidades que enfrenta la humanidad.
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Algunos críticos argumentan que la ciencia está demasiado centrada en la dominación y control de la naturaleza, lo que ha provocado problemas ambientales y sociales como la contaminación, el cambio climático, la desigualdad social y la marginalización de grupos minoritarios. Otros aseguran que la ciencia debe ampliar su visión del mundo y reconocer la diversidad de conocimientos y perspectivas que existen.
Esto implica abrirse a las Humanidades, las Artes y las Ciencias Sociales (HACS), para considerarlas como disciplinas capaces de aportar nuevas formas de comprender el mundo y nuestra relación con él.
Para comprender la situación actual, es necesario remontarse a los inicios de la ciencia moderna. Según Heidegger, la ciencia exacta es la esencia de la técnica moderna, cuyo propósito es develar la naturaleza para transformarla, acumularla y, en última instancia, consumirla (Heidegger, 1997).
Esta visión de ciencia vinculada a la técnica de la técnica, estrechamente vinculada a la ciencia, sigue siendo un elemento central en numerosas instituciones, agencias y políticas a nivel nacional e internacional. Ejemplos de ello son Brasil con su Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, Argentina con su Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, y México con su Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología; en todos estos casos, la presencia constante de la ciencia y la técnica es notable.
Pero es evidente que la ciencia debe ampliar lo que considera, valora y reconoce como conocimiento, es decir, revolucionar sus paradigmas fundamentales, como sugirió el filósofo Thomas Kuhn. Un ejemplo concreto de este cambio epistemológico es la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.
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Sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) abarcan desde la promoción de la igualdad de género y la paz hasta la innovación en la industria e infraestructura, destacando la necesidad de articular diferentes ámbitos del conocimiento para lograr una vida sustentable tanto para las personas como para el planeta.
Y en este contexto, las Humanidades, las Artes y las Ciencias Sociales (HACS) están adquiriendo un papel protagónico. Estas disciplinas pueden ayudar a la ciencia a comprender mejor los problemas complejos, desarrollar soluciones más justas y equitativas, y comunicar la ciencia de manera más efectiva.
Desde la Red en Artes y Humanidades del CUECh, observamos con interés cómo el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación en Chile ha buscado formar parte de este cambio epistemológico. Su Primera Radiografía de las capacidades en investigación en Humanidades, Artes y Ciencias Sociales publicada recientemente, es un claro ejemplo de ello.
Este documento destaca la búsqueda de una definición ampliada del término conocimiento, alineándose con esfuerzos realizados en países como Francia, donde ya existe un Ministerio de Educación Superior e Investigación que cambia la relación entre investigación, ciencia y técnica, incluyendo la innovación en un marco más amplio de conocimientos.
En el marco del Estudio Diagnóstico de Políticas Institucionales que estamos desarrollando actualmente desde la Red en Artes y Humanidades, la Radiografía HACS es esencial para trazar un panorama detallado de la situación actual de estas áreas en las universidades estatales del país. Sus datos ayudan a identificar brechas y desafíos significativos, disparidades de género, baja participación de ciertas disciplinas en investigación y publicaciones, o la dificultad para cuantificar el impacto de las artes y humanidades, especialmente a través de indicadores diferentes a las indexaciones WOS o Scopus de las revistas científicas, entre otros aspectos.
Pero también, esta primera Radiografía HACS evidencia que Chile tiene que sortear diversos desafíos para que estás disciplinas sean efectivamente consideradas como productoras de innovación. Uno de los principales es la falta de financiamiento. Las HACS reciben una proporción mucho menor de fondos gubernamentales en comparación con las ciencias duras, lo que limita la calidad de las investigaciones y la publicación de resultados en revistas académicas de prestigio.
Otro desafío importante es la falta de reconocimiento. Las HACS suelen percibirse como menos importantes que las ciencias duras, lo que dificulta a sus investigadores encontrar empleo en el ámbito académico o privado. Además, Chile se sitúa en la parte inferior en cuanto a la proporción de personal investigador en I+D en comparación con otros países de la OCDE, lo que subraya la necesidad de aumentar la participación de profesionales de las HACS en actividades de investigación.
Para superar estos y otros retos, es crucial establecer métricas que consideren aspectos específicos de las artes y humanidades, generando indicadores de impacto que permitan a estas disciplinas participar en instrumentos de financiamiento, investigación y creación.
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Y en este punto, desde la Red en Artes y Humanidades de CUECh queremos aportar con nuestro Estudio Diagnóstico de Políticas Institucionales, porque estamos convencidos de que las HACS tienen un papel fundamental en la construcción de un futuro más sostenible y equitativo en Chile. Fomentar la investigación en este ámbito contribuirá a la generación de conocimiento relevante para los desafíos que enfrenta la sociedad chilena.